Jul 20, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
1944. Chiara Lubich deja sus amadísimos libros en la buhardilla para entrar en la escuela del único Maestro, Jesús, abandonado el sueño de estudiar Filosofía en la Universidad Católica, donde pensaba que había podido conocer a Dios. 53 años después, una Universidad Católica de Ciudad de México le otorga el Doctorado hc en Filosofía. A 20 años de distancia, la comunidad de los Focolares en México organizó un triple evento, como memoria y actualización de su mensaje: Filosofía del ser, Iglesia comunión e inculturación. 29 de junio de 2017: “El rostro de Dios Comunión” es el título del simposio que tuvo lugar en la Universidad Pontificia de México. El Dr. Piero Coda, rector del Instituto Universitario Sophia (IUS) desarrolla dos conferencias: “Papa Francisco: 4 puntos para una Iglesia en salida” y “Chiara Lubich: una mística del nosotros para vivir el cambio”. Dos reflexiones que suscitan en los presentes, en su mayoría sacerdotes, religiosos y religiosas, la urgencia de una ‘conversión pastoral’ que haga visible el rostro de una Iglesia misericordiosa, sinodal, pobre y abierta. «Surgió – afirma Mons. Coda – la necesidad de mantener un diálogo abierto con las fuerzas vivas de la Iglesia mexicana, para asumir con fuerza el desafío de la conversión pastoral lanzada por el Papa Francisco. Promoviendo el compromiso de los laicos a nivel cultural y social, el acompañamiento a los jóvenes y el camino sinodal de la Iglesia donde los Carismas puedan ofrecer su aporte”. 30 de junio. En una acogedora sala de la Universidad de La Salle, en Ciudad de México, el Dr. Enrique Alejandro González Álvarez, rector del ateneo, explica la importancia del doctorado hc conferido en 1997 a Chiara Lubich: “No fue una distinción que la Universidad le hizo a ella, sino una distinción que ella le hizo a la Universidad al aceptar el Doctorado que la Universidad le estaba proponiendo”. Subrayó además la profunda sintonía entre el Carisma de la Unidad y el carisma lasallista: “La Universidad se siente muy identificada con el Movimiento de los Focolares, porque de manera conjunta estamos luchando por implantar el Reino de Dios en la tierra, y esta fue sin duda la misión principal que tuvo Chiara (…) Ojalá que sigamos estrechando lazos y que consideren a la Universidad como su casa, no sólo para Chiara Lubich, sino para todos los que llevan el espíritu de ella en esta vida. Porque hoy Chiara debe de seguir viva en cada uno de sus seguidores”. En dicha ocasión el Dr. Piero Coda desarrolló una conferencia titulada “El aporte de Chiara Lubich a una nueva filosofía del ser”. “El discurso de Chiara de hace 20 años –dijo Coda- se reveló profético para México, porque se percibe a nivel sociocultural una nueva exigencia de sentido, de luz y la necesidad de un nuevo paradigma cultural. Por lo tanto su discurso resultó orientador y vinculado con el compromiso del Instituto Universitario Sophia”. De hecho entre el Instituto Universitario Sophia, la Universidad Pontificia de México y la Universidad La Salle se han abierto en estos días nuevas perspectivas de colaboración. 2 de Julio. Las comunidades de los Focolares del país celebran con una gran fiesta el aniversario. Presentes el Nuncio Apostólico, Mons. Franco Coppola y el Rector de la Universidad Pontificia de México, el Dr. Mario Ángel Flores Ramos. Música, danzas, videos y el testimonio de que estaba presente ese día memorable son el marco más apropiado para redescubrir el alcance del mensaje de Chiara Lubich. “En la Basílica de Guadalupe –dijo María Voce, en su mensaje a la Comunidad Mexicana – delante de la ‘Morenita’, Chiara puso en evidencia los maravillosos símbolos con los que María se revistó, presentándose como un ejemplo extraordinario de inculturación”. La consigna de Chiara, eco trasparente del ‘mensaje guadalupano’ resonó una fuerza extraordinaria. “En estas palabras –dijo uno de los presentes- muchos de nosotros mexicanos, descubrimos el valor de nuestro origen, nuestra dignidad de hijos de Dios y sobre todo, la altísima vocación a la cual nuestra madre María de Guadalupe nos invitó hace quinientos años, pero también hoy”. “Confiémonos a Ella, ícono de la cultura del encuentro’, –concluyó la presidente de los Focolares-, para vivir plenamente el hacerse uno y llevar a cada ambiente la espiritualidad de comunión”.
Jul 17, 2017 | Focolare Worldwide
Supe por la TV… Estaba mirando el informativo, interrumpido continuamente por noticias de “interés público”. La última por ejemplo decía: “Se busca urgentemente el medicamento…” ¡Dios mío! Escribí rápidamente el número de teléfono y llamé. Me respondieron que quien necesitaba ese medicamento era una anciana y que de verdad era urgente, vivían en mi misma ciudad. Me puse en contacto inmediatamente con la hija de la señora, pero en ese momento la situación en las calles del centro no me permitió salir. Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos el día siguiente, de mañana temprano, frente a un centro social de salud. Cuando efectivamente nos encontramos, la señora me preguntó: “¿Cuánto cuesta el medicamento? Lo pedí a los Estados Unidos pero no me lo pudieron enviar”. “Nada, señora”, le respondí. “Rezamos juntas para que la paz llegue pronto a Venezuela”. No nos conocíamos, pero nos dejamos con un abrazo. Hay más alegría en dar que en recibir Me llamó por teléfono una amiga: “¿Por casualidad tienes esta medicina? No logro encontrarla por ningún lado…”. Se trataba justamente de un producto que una persona había donado a mi parroquia. En ese momento había pensado: “Pero, ¿le servirá a alguien? Es un medicamento un poco específico…”. Y sin embargo era justamente eso lo que requería mi amiga, con indicaciones muy precisas y, además, ¡en una presentación de 50 comprimidos! Dios sabe lo que cada uno necesita. Estábamos viviendo una alegría compartida, pero tal vez, mi alegría era mayor. Crear puentes con personas de otras Iglesias. Me llegó un sms: “Estaría necesitando este medicamento, ¿por casualidad lo tienes?”. Sí, lo tenía, y así que le pedí a Armando (mi esposo) que se lo llevara, ya que la persona que me lo había pedido es evangélica como él. Pensé también que le podía proponer: “Si por acaso tienes alguna medicina que no estás utilizando, ¿puedes donarla?”. Ella me manda una que es difícil de encontrar en las farmacias, junto con un nebulizador. El mío se lo había dado a otra persona que no lograba expectorar a causa de la fuerte tos. Para mí fue vivir la frase del Evangelio: “Den y se les dará”. Además, el que me llegó es de mejor calidad y con menos efectos secundarios del que tenía yo. Es sorprendente: cuando se da, el amor se transforma en fraternidad. Domingo, día de descanso… ¡Es domingo! ¡Al fin, descanso! Tenía programado ver una película muy interesante, cuando de forma imprevista tocan el timbre. Comienzo a temer que mi descanso peligra. Mi hijo, viendo mi reacción, me pregunta si quiero que diga a quien tocó el timbre que pase en otro momento. Casi, casi, le digo que sí… pero no… abro yo. Frente a mí me encuentro con una conocida que me pregunta si estoy ocupada. La expresión de su rostro indica que el tema es urgente. La hago pasar. “Tengo que verdad hablar con Ud…”. “De acuerdo, adelante. Está también mi marido: ¿le parece bien si hablamos también con él?”. Estamos tres horas escuchándola. Nos dice que quiere divorciarse, pero antes de comunicarlo a su marido y comenzar con los trámites pensó en hablar con nosotros. No es fácil escuchar su desahogo, lleno de dolor, incomprensiones, rabia… Al final, se le aclaran muchas dudas. Concluimos con una oración y con su decisión de ponerse a amar en primer lugar. Así que vuelve a su casa con una nueva fuerza, dispuesta a luchar para salvar su matrimonio. Fue un domingo vivido como “el día del Señor”, en el que hicimos lo que creemos habría hecho Jesús: amar sin juzgar.
Jul 14, 2017 | Focolare Worldwide
Un proyecto que ya es una experiencia de vida y de acción social, una invitación a construir puentes de fraternidad y contribuir a hacer caer las barreras de la indiferencia, los prejuicios, del egoísmo. Nacido en 1973 a partir de una idea de Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, el Genfest es un encuentro de jóvenes provenientes de todas las latitudes. La de Manila será la 11ª edición. El Genfest se consolidó en el tiempo como un gran festival de ideas, pensamientos e iniciativas que han inspirado a miles de jóvenes, de culturas, etnias y religiones, distintas a cambiar y orientar sus vidas hacia los ideales de la fraternidad y del mundo unido. El programa central se desarrollará en el World Trade Center Metro Manila, mientras que todos los talleres tendrán lugar en la “Universidad de La Salle”. BEYOND ALL BORDERS (Más allá de cualquier frontera), es el título de la próxima edición, que quiere subrayar los límites por superar, a nivel personal y social, para construir un mundo más unido y feliz, para respirar, amar, trabajar y vivir con una mirada abierta e inclusiva. Serán distintas las manifestaciones artísticas y musicales, los foros, los momentos de exposición previstos. El logo del Genfest 2018 se puede resumir en una palabra: esencialidad. “Less is more”, menos es mejor. En un mundo en donde la comunicación y la información son sobreabundantes y excesivas, el mensaje de Manila estará orientado a la simplicidad, a la potencia que cada palabra puede ofrecer al mundo. Por este motivo el logo del Genfest está hecho sólo con letras y una sencilla línea bajo el título. Un signo esencial que recuerda el ir más allá, del otro lado de los confines, para subrayar que lo único cuenta en la vida es ir hacia todos para llegar juntos a realizar la fraternidad universal. Contáctanos: info@y4uw.org Las inscripciones estarán abiertas a partir de octubre de 2017 Fuente: Y4UW International http://y4uw.org/it/
Jul 13, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Elisa vive en el Focolar de Welwyn Garden City, 35 Km al norte de Londres, en el condado de Herfordshire. Una “ciudad-jardín”, fundada en los años Veinte, con hermosos edificios de estilo neo-georgiano, rosas rodeando las entradas, calles arboladas. Nos cuenta: «Nací en el norte de Italia, en un pequeño pueblo de la provincia de Novara. Tengo dos hermanos más chicos. Mi familia nos transmitió los valores cristianos, como por ejemplo “pensar en los demás”. A los veinte años, habiendo terminado los estudios de francés e inglés, estaba buscando un trabajo. Pero en una pequeña ciudad era difícil encontrarlo, estaba muy desalentada. Una amiga mía me invitó a un encuentro en el que se estaba organizando un viaje a Roma, para asistir al Genfest, una gran manifestación de los jóvenes del Movimiento de los Focolares que se iba a realizar en el estadio Flaminio. Estábamos en mayo del ‘80. Fui, pero solamente para pasar un fin de semana distinto. En cambio me quedé sorprendida y conmovida de la escena que vi: los posters que hablaban de un mundo unido, el entusiasmo de decenas de miles de jóvenes. Tuve la clara sensación de haber encontrado algo precioso. Volviendo, seguí vinculada con estas personas. Había algo que me atraía en ellos. Comencé a frecuentar el focolar, mientras que dentro se me aclaraba lo que quería hacer en la vida. Hasta que comprendí: donarme a Dios y a los hermanos, precisamente a través del Focolar. Encontré un buen trabajo en Caritas, la acción social de la Diócesis. Un trabajo interesante y de responsabilidad. Después de tres años, tuve que trasladarme a Boloña, pero el sacerdote responsable de Caritas trataba con insistencia de convencerme para que no me fuera. Ese día el Evangelio hablaba justamente que “aquellos que no dejan madre, padre y campos… no pueden… ser mis discípulos”. Pensé que Jesús dirigía esas palabras a mí. Me fui sin dudar. Desde 1985 a 1987 estuve en la escuela de formación de la ciudadela de Loppiano (cerca de Florencia, Italia). Y después… ¡África!. Mi primera impresión fue la de encontrarme dentro de una película, todo era nuevo y distinto. El día después de mi llegada, en una capilla, delante del tabernáculo, Le dije: “Tu eres el mismo Jesús, di mi vida por Ti y ahora te encuentro también aquí”. Pasé el primer mes en Fontem, en Camerún. Después me fui a Nigeria, donde me quedé veinte años. En 1989, en Lagos, comenzamos un proyecto para un grupo de chicas. Para alojarlas, una religiosa nos ofreció dos habitaciones dentro de su misión, después una familia nos dio una casa gratis durante cinco años. Finalmente encontramos un terreno y muchas personas nos ayudaron a construir el primer focolar de Nigeria. Todo sucedía gracias a la inesperada ayuda de Dios a través de la gente. Encaminamos una pequeña empresa de producción de trabajos en batik, una técnica tradicional de pintura en cera aplicada a la tela. El proyecto ayudó a una innumerable cantidad de chicas a lo largo de los años. En el 2002, en Jos, en Nigeria septentrional, casi un millar de personas perdieron la vida en un combate entre musulmanes y cristianos. Hasta ese momento los dos grupos habían vivido siempre en paz. Justamente en Jos quisimos hacer una Mariápolis, porque era necesario experimentar el diálogo, la paz, la reconciliación, especialmente en un lugar que tenía heridas profundas, no solamente físicas. Las personas habían perdido sus empresas, los lugares de culto habían sido destruidos. Una señora, que anteriormente había incitado a los jóvenes de su pueblo a combatir contra los rebeldes, al final de la Mariápolis formó un grupo que viajó durante un mes, como gesto de reconciliación, de pueblo en pueblo, como lo deseaba el obispo de la localidad. Posteriormente durante seis años estuve en Douala, en Camerún. Después, desde el 2013, estoy en Welwyn Garden City (Gran Bretaña) donde, el primer año, nevó ¡desde febrero hasta abril! Afuera todo era distinto, pero nada había cambiado. Donde Dios te quiere, ¡ésa es tu casa!». Fuente: New City Magazine (Londres)
Jul 12, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Sí, verdaderamente de oro. De hecho, han pasado 50 años desde ese primer discreto encuentro, que produciría una inimaginable apertura entre el Patriarcado Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa y el Movimiento de los Focolares. Hace pocas semanas, así se expresaba el Metropolita Gennadios Zervos: “Todavía hoy ese momento no ha sido apreciado adecuadamente en todo su alcance” (cfr Ese diálogo querido por Dios). Algo de la fuerza vital de esa semilla lo logramos intuir si pensamos en el primer Doctorado honoris causa en “cultura de la unidad” con el que fue distinguido el Patriarca Bartolomé por parte del Instituto Universitario Sophia (Loppiano, Italia) en octubre. Allí nació el proyecto, hoy realidad, de enriquecer la oferta formativa del Instituto, con una Cátedra permanente sobre el diálogo entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica, dedicada al Patriarca Atenágoras y a Chiara Lubich. El 13 de junio, día del aniversario, algunos de nosotros nos reunimos espontáneamente en el Fanar, la sede patriarcal. Ante el bellísimo ícono de María concluimos con el Magníficat nuestra oración de acción de gracias: “Grandes cosas ha hecho el Omnipotente, Santo es Su Nombre”. Pero el oro obligaba hacer una celebración que tuvo lugar aquí en Estambul, en el marco de la Mariápolis local. Así como el año pasado el Papa Francisco visitó una Mariápolis, la de Roma, este año los participantes de la Mariápolis de Estambul, recibieron la sorpresa, la alegría, el honor de hospedar al Patriarca Bartolomé. La Escuela Teológica de la isla de Halki, con su espléndido parque, fue el marco de una jornada inolvidable. El domingo 25 de junio, los 65 ‘mariapolitas’ de distintas confesiones, nacionalidades, lenguas subieron a la sala de las audiencias donde el Patriarca Bartolomé hizo su discurso: «Ahora hablemos de una historia que tiene 50 años, de un vínculo espiritual muy fuerte entre el Patriarcado Greco y el Movimiento de los Focolares. Y ya podemos hablar de una tradición porque nuestro predecesor Patriarca Demetrio continuó la relación con Chiara y el Movimiento. Y nosotros hemos seguido y llevado adelante durante 26 años esta tradición. Estamos muy felices y es una gran alegría para nosotros que la mayor parte de los años de esta tradición haya transcurrido con nosotros». No son nuevas las manifestaciones de afecto y estima del Patriarca, pero siempre logra sorprendernos. La expresión de su alegría no es una formalidad… ¡dice estar orgulloso de su parte de 26 años de los 50! y agrega espontáneamente: «Pero ya antes de ser Patriarca, en el trabajo junto a mis predecesores he servido con amor esta relación». Y continuó: «Veo que el buen Dios les ha bendecido porque su número y su servicio han crecido, porque con el testamento de Chiara que han acogido, dan un servicio a la humanidad con el mismo corazón puro, con la misma fe, con el mismo amor, con la misma laboriosidad. […] Como la bendición del Papa Francisco, así nuestra bendición y nuestra oración es siempre por ustedes, para que siembren semillas de paz y de amor en el corazón de las personas. Que Dios conduzca siempre sus pasos hacia las buenas obras». Después del discurso tuvo lugar la entrega de dones, entre los cuales una foto enmarcada de Atenágoras y Chiara durante uno de sus encuentros. Y después una canción “Ama y comprenderás”, en distintas lenguas (también en griego), que sabemos que era muy amada por el Patriarca Atenágoras y que expresa la esencia de la Mariápolis: la luz que proviene del amor hecho vida. En el comedor contiguo el Patriarca ofreció a todos un exquisito almuerzo y la mañana se concluyó con fotos oficiales, selfie y momentos de diálogo donde Bartolomé se entretuvo con uno y otro. En fin es de oro la herencia que nos dejan el Patriarca Atenágoras y Chiara, protagonistas e iniciadores del “diálogo de la Caridad”, “grandes artífices del diálogo del pueblo (…) iniciadores de una nueva Era ecuménica; han enseñado a los pueblos, han dado aliento, fuerza, paciencia, fidelidad, disponibilidad, amor y unidad”. (Metropolita Gennadios Zervos).
Jul 10, 2017 | Focolare Worldwide
«Mi país, Líbano, durante muchos años vivió bajo el control de Siria. Por esta razón entre los dos países se desarrolló una fuerte tensión, empeorada por la llegada de un gran número de refugiados sirios, casi dos millones de personas más que se sumaron a los cuatro millones y medio de habitantes, es decir casi la mitad de la población. Al comienzo de la guerra en Siria, algunas familias de la comunidad de los Focolares de Alepo se radicaron en Líbano para alejarse durante algún período de la guerra. A continuación, habiendo empeorado la situación en su país, no pudieron más volver a su patria y fueron recibidas en un centro del Movimiento. En el clima de hostilidad general que los rodeaba, ayudarlos era una decisión en contra de la corriente, que exigía que hiciéramos el esfuerzo de cancelar todos los prejuicios que el pueblo libanés tenía hacia los sirios. Queríamos testimoniar la paz y el amor entre nosotros. Comenzamos a visitarlos, construyendo con ellos un fuerte vínculo. Padres, jóvenes y niños, todos nos comprometimos en esto, para que estas familias no se sintieran solas en un momento tan difícil. Pasábamos juntos cada día, organizando veladas con ellos, tratando de aliviar sus angustias, de comprenderlos y escucharlos. No podíamos resolver los problemas de los Estados, pero podíamos por lo menos construir un oasis de paz a nuestro alrededor. No teníamos nada, ellos llegaron sin traer objetos ni ropa. Hicimos entre nosotros la comunión de bienes, juntando sobre todo ropa, que les ofrecimos con delicadeza, no era fácil para ellos aceptar ayuda material. Las condiciones de vida para ellos eran duras. Estaban sin trabajo, en tierra enemiga, a menudo a la espera de noticias de sus parientes o amigos. Nosotros los jóvenes íbamos con ellos a la playa, para tratar de calmar la atmósfera de tensión. Lo hacíamos a menudo. Comenzamos a conocernos, a transcurrir mucho tiempo juntos, también leyendo con ellos la palabra de vida, para compartir nuestras vidas y experiencias. Comenzamos a sentirnos integrantes de una única familia. Un año más tarde, estas familias tuvieron que comenzar a buscar una vivienda. Estaban angustiadas y con grandes dificultades financieras. Pero creímos juntos en la providencia de Dios. Buscando casa y trabajo junto con ellos, éramos conscientes de las dificultades que íbamos a encontrar. Entrábamos en las casas para buscar alojamiento “para nuestros amigos sirios” y recibíamos en cambio reacciones muy duras. Por ejemplo, los propietarios de los apartamentos nos proponían alquileres excesivamente caros, para no recibirlos. Antes de dejar el centro, el último día, sólo una familia no había encontrado ni casa, ni muebles. Una de nosotros nos recordó que teníamos que tener confianza en la intervención de Dios. Con gran alegría por parte nuestra, al día siguiente encontramos gratis una casa y otra persona que debía mudarse les regaló todos sus muebles. También encontramos escuelas cuasi gratuitas para sus hijos. Con un grupo de docentes comenzamos una escuela de francés, que les permitió a los niños de las familias sirias comenzar a asistir a la escuela. Ahora todas estas familias dejaron Líbano y se mudaron a Canadá, Bélgica, Holanda. Nos escribieron para decirnos que en Líbano se sintieron apoyados, en su casa. Una familia dijo: «Sin el apoyo de las familias libanesas no hubiéramos nunca podido recomenzar todo desde cero tan fácilmente». Cuando se fueron, dejaron todo lo que tenían para las familias que habrían llegado después. Ahora disponemos de tres alojamientos que usamos para ayudar a las familias sirias e iraquíes que están de paso por Líbano para emigrar, tratando de estar siempre dispuestos a amarlos y custodiando esta relación de paz».