Nov 22, 2016 | Focolare Worldwide
«Acompañamos en alegría y con inmensa gratitud el retorno de Aletta a la casa del Padre. No podríamos tener un modelo mejor de alguien que “da su vida sin medida”, como nos sugiere el lema de hoy». María Voce anuncia así a los miembros del Movimiento la muerte de Vittoria Salizzoni, que expiró serenamente esta mañana, 22 de noviembre, pocos días antes de cumplir 92 años. Vittoria Salizzoni nació en Martignano (Trento) el 27 de noviembre de 1924; era la tercera de los ocho hijos de María y Davide Salizzoni. Durante 12 años vivió en Francia, donde emigró con la familia. En el 1941 regresó a Trento (Italia) y, en plena segunda guerra mundial, el 7 de enero de 1945 conoció a Chiara Lubich, con la que pasó muchos años de su vida. Junto con otros, Aletta llevó el “ideal de la unidad” a Oriente Medio, donde hoy hay muchas comunidades que viven la espiritualidad de la unidad, en diálogo y amistad también con personas de otras religiones. Una larga vida totalmente en donación.
Aletta Salizzoni primera a la derecha
María Voce, en su mensaje, invitó a seguir poniendo en práctica el mandamiento de Jesús, el amor recíproco, para que esté siempre espiritualmente presente “Jesús en medio/la paz” entre todos, una característica que Aletta siempre puso en evidencia con su presencia. El funeral se celebrará el Jueves 24 de noviembre, a las 15 hs. (de Roma), en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo.
Nov 22, 2016 | Focolare Worldwide
Nov 21, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Una tierra en la que los cristianos son menos del 1%, Argelia es el primer país musulmán que acogió la espiritualidad de la unidad en la mitad de los años ‘60. Años difíciles de transición y de desarrollo en esta área estratégica. Todavía sigue vivo el recuerdo de los monjes de Tibhirine, cuyo ejemplo trasciende las diferencias religiosas y nos remite a la esencia de la fraternidad del único género humano. «Chiara Lubich nos invitaba a no detenernos ante las dificultades del presente – recuerda Rosi Bertolasi, quien vivió durante 13 años en el Focolar de Argel –. Vista a través de sus ojos, la experiencia que estábamos haciendo se mostraba cargada de esperanza. Ya vislumbraba la vida que se desarrollaría en el futuro». «También el Card. Duval, quien entonces era Arzobispo de Argel – continúa – nos animó siempre, y hoy en día podemos afirmar con alegría que en Argelia, hombres y mujeres musulmanes, gracias a haber sido fieles al diálogo de la vida y a la presencia también en momentos difíciles, han desarrollado una experiencia propia de pertenencia al Movimiento de los Focolares». Además de la de Rosi, son numerosas las voces de quienes fueron testigos del inicio de esta aventura. Estamos en Tlemcen, (oeste de Argelia, a unos 60 km de Marrueco), donde el pasado 1-2 de noviembre se celebró el 50° aniversario de la llegada del Movimiento de los Focolares, que desde Argelia abrió las puertas a muchos países del norte de África y Oriente Medio. Estuvieron presentes Mons. Tessier, arzobispo emérito de Argel y Mons. Vesco, actual Obispo de Orán, Jesús Morán, copresidente de los Focolares, los responsables de los Focolares en varias regiones de Oriente Medio, entre ellas Siria, y naturalmente personas de todas partes del país. Precisamente en Tlemcen, en el actual “Centro Mariápolis Ulisse” – así llamado en memoria de Ulisse Caglioni (5 de marzo de 1943 – 1 de septiembre de 2003) uno de los focolarinos que han gastado su existencia para testimoniar la fraternidad sin ahorrar esfuerzos – el 15 de octubre de 1966, con una Citroën, llegó el primer grupo, viajando desde París. Lo recuerda como si fuera ayer Pierre Le Vaslot, focolarino francés actualmente en Italia. A su llegada, los tres – Pierre, Ulisse y Salvatore Strippoli – se encontraron ante un monasterio benedictino que había que reestructurar, construido en los años ‘50 por P. Walzer, abad alemán echado de Alemania por haber rehusado acoger a Hitler en la Abadía de Beuron. El monasterio está pegado a la ladera del monte, a 900 m. de altitud, a pocos pasos de la tumba del místico sufí Sidi Boumedienne, quien dejó una marcada huella espiritual en la región y más allá de ella. El lugar es muy adecuado para realizar encuentros, para la acogida y el diálogo. Ahí se respira paz y serenidad. En el Centro “Dar es Salam”, tal como se conoce en Tlem-cen, empieza entonces una aventura de presencia y de vida compartida con los habitantes de la ciudad. «Fue una alegría para nosotros en Orán, ver que nuestro monasterio revivía – cuenta Thierry Becker, quien entonces era un joven sacerdote –. Pero ¿quiénes son estos focolarinos? Nadie había oído hablar de ellos. No son monjes ni curas, viven en comunidad. Vinieron para vivir la unidad y hacerla vivir a su alrededor. Los escuché hablar de su ideal, de Chiara Lubich, y aprendí a conocer su espiritualidad. Rápidamente se pusieron manos a la obra y Ulisse transformó esa casa en poco tiempo». Son años de experiencias continuas, como el contacto con el Imam Barkat. Los focolarinos lo ayudaron a salvar a su hijo pequeño, llevándolo al hospital en plena noche e insistiendo para que los médicos lo atendieran. Ese mismo Imam, el papá del pequeño Bahi, fue luego al Focolar para dictar unos cursos sobre los Hadices proféticos y transmitir así la correcta comprensión de sus escritos espirituales. Palabras conmovedoras llegan también de parte de los primeros jóvenes que visitaban el focolar de Tlemcen en los años ‘60 – Mourad, Bouziane, Farouk – quienes hoy están felices viendo a sus hijos y a las nuevas generaciones que llevan adelante ese ideal en el que ellos fueron los primeros en creer. Maria Chiara De Lorenzo
Nov 18, 2016 | Focolare Worldwide
«En un mundo en el que la globalización dicta sus leyes, una de las paradojas más significativas a las que asistimos es que la voz del Sur del mundo se ignora. África, rica en recursos naturales como diamantes, oro, petróleo, y otros minerales preciosos, se encuentra frente a la pobreza, al subdesarrollo siempre en aumento, a la peor esperanza de vida, a un alto nivel de analfabetismo y eso a pesar de los millones de dólares de las ayudas occidentales volcados a lo largo de los años en varios proyectos. ¿Por qué? La dramática respuesta no es únicamente la guerra en curso, no son las enfermedades; es sobre todo la corrupción que en África se ha convertido en un hecho normal y aceptado, lo que está lacerando el continente. Un continente en el que los pobres tienen que corromper para sobrevivir, para ser curados en los hospitales, para entrar en las “mejores” escuelas de formación profesional, para lograr tener puestos de trabajo y para salir de la cárcel. Ni siquiera las leyes logran arrancar este mal. En la mayor parte de los países africanos, el Derecho es de origen occidental, con algún matiz tomado de las culturas locales. La tutela del individuo, si bien es un valor universalmente aceptado, se contrapone al principio de la comunidad, muy amado por las tradiciones africanas, que subraya la importancia de la solidaridad. El individuo existe sólo si pertenece a una comunidad y actúa en función de la comunidad. Es el principio del “Ubuntu”: Yo soy porque nosotros somos. El Ubuntu en las culturas africanas es una invitación a sostenerse y ayudarse mutuamente, es tener conciencia de los propios deberes. Así se expresó Nelson Mandela: Ubuntu significa plantearse la pregunta: “¿Quiero ayudar a la comunidad que me rodea a mejorar?” Es una regla de vida basada en el respeto del otro, creyendo que existe un vínculo que une a toda la humanidad. Es un deseo de paz. Y a pesar de ello, justamente en África falta la paz en muchos lugares, y la causa remota de los conflictos es, aunque parezca absurdo, su inmensa riqueza. Se lucha por el control de los minerales y las víctimas de estos conflictos son los más débiles. Esforzándose por integrar los valores heredados de la colonización con los propios valores tradicionales, y frente a los desafíos de un mundo en el que sólo el desarrollo económico da derecho de expresión, África está perdiendo cada vez más sus valores, sin adquirir de verdad los “importantes”. En mi país, Camerún, en el que hay una gran corrupción, surgió una pequeña ciudad, a la que Chiara Lubich dio vida realizando obras sociales a favor del pueblo Bangwa, que tenía el riesgo de extinguirse y encontró la salvación. Pero con las obras, Chiara trajo sobre todo un nuevo estilo de vida, inspirado en la práctica de la fraternidad; nació una convivencia inspirada, en la reciprocidad, en una verdadera justicia, que apaga toda lucha, previene el conflicto, encuentra soluciones a los problemas también de las familias; nadie roba, ni mata, se transita por “caminos de paz”. Así la fraternidad puede llegar a ser un principio también jurídico para la convivencia y cambiar relaciones basadas en la fuerza, en relaciones de acogida e inclusión que se traduzcan en solidaridad, responsabilidad y subsidiaridad. La paz se define hoy como desarrollo, seguridad, universalidad de los derechos humanos, respeto de la vida; la paz es un derecho, pero espera que el Derecho sea su instrumento. Y para ello, no bastan las Declaraciones y los Tratados. Los derechos, si se conjugan sólo en singular, ponen de relieve sólo al individuo y dan espacio a intereses y conflictos. Pero “universal” no significa “absoluto”, significa “común”; es lo que acomuna, de otra manera no podría existir ninguna relación entre individuos, culturas o concepciones diferentes entre ellas[1]. Y si la universalidad que encierra la dignidad humana permite relacionarse con todo hombre, la fraternidad, en cuanto nuevo paradigma, puede constituir su principio inspirador hasta “hacerse” cultura también jurídica y camino que prepara la paz. Es la que surge del corazón y se traduce en actitudes coherentes en la vida de cada día, capaces de transformar las relaciones conflictivas en relaciones en las que todo se comparte, hasta la reciprocidad, en la que lo que se debe se hace don para el otro». Raphaël Takougang [1] Cfr. F. Viola, L’universalità dei diritti umani: un’analisi concettuale, in F. Botturi – F. Totaro (a cura di), Universalismo ed etica pubblica, Vita e Pensiero, Milano 2006, p. 164 s.
Nov 16, 2016 | Focolare Worldwide
Arooj Javed. Foto © Fabio Bertagnin – CSC Audiovisivi
«Los jóvenes de hoy aspiran a ser ciudadanos del mundo y nosotros aspiramos a un mundo unido». Al final del evento, esta declaración de Arooj Javed, joven estudiante de Relaciones internacionales, resumió el objetivo que persigue New Humanity (la ONG que representa al Movimiento de los Focolares ante las Naciones Unidas). No se trató de un recuerdo nostálgico del premio a la educación a la paz otorgado a Chiara Lubich 20 años atrás. Las recientes elecciones en los Estados Unidos, la tragedia de los refugiados, las amenazas climáticas, la creciente desigualdad, los mercados dominados por la avidez …; la candente actualidad analizada en las diferentes intervenciones, justifican plenamente el título elegido para la ocasión: «Reinventar la paz». Es decir en qué modo, a partir de la espiritualidad comunitaria de los Focolares, «encontrar nuevas respuestas» al «duro y angustiante rostro de nuevas situaciones de guerra», con palabras de Jesús Morán, copresidente del Movimiento. Algunos conceptos claves han iluminado las reflecciones: laboratorios interculturales, fraternidad universal, solidaridad interreligiosa, arte del “vivir juntos” y, sobre todo, educación al diálogo y a la paz. Enrico Letta. Foto © Fabio Bertagnin – CSC Audiovisivi
«Tenemos que dialogar como en una orquesta, donde cada instrumento debe tocar en armonía con los otros, creando una sinfonía», dijo con lenguaje poético mons. Francesco Follo, observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO. Enrico Letta, presidente del Instituto Jacques Delors y ex presidente del Consejo de Ministros de Italia, afirmó: «Para dialogar es necesario ser conscientes de que todos somos minorías en esta tierra […] Si seguimos el entusiasmo de los jóvenes y su apertura mental, comprendemos que la educación al diálogo es nuestra misión fundamental». En la declaración final, entre la propuestas, se presentó una bien concreta: «Ofrecer a los Estados miembros, cursos de formación para docentes sobre el “arte del vivir juntos”». Mons. Francesco Follo, observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO. Foto © Fabio Bertagnin – CSC Audiovisivi
El papa Francisco – que envió un mensaje – habló recientemente de una «tercera guerra mundial combatida por partes». A esta guerra «se responde con una paz mundial construida también “por partes”, hecha de pequeños pasos, de acciones concretas. Cada uno tiene un rol, su responsabilidad […] La paz no es una promesa, sino un esfuerzo, una elección. […] Es una invitación dirigida a cada uno de los presentes y a quienes nos siguen en todo el mundo, a armarnos de paz …», afirmó en su discurso, leído por Catherine Belzung, Maria Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, ausente por motivos de salud. Varios videos presentaron obras de paz en diferentes partes del mundo, generando esperanza. La presentación de algunas iniciativas en acto demostró que «la paz no es sólo una teoría, un sueño, sino un modelo», como por ejemplo, la asociación de mujeres cristianas y musulmanas Koz Kazak, en el Cairo (Egipto), que son «como hermanas» entre ellas, las 40 empresas de Economía de Comunión en África, la presencia de una comunidad de los Focolares en Alepo (Siria) que ofrece un espacio de condivisión a la sufrida población, la escuela Santa María en Recife (Brasil), donde se vive la reciprocidad entre la escuela y las familias. Muchas pequeñas piedras puestas al servicio de la construcción de una cultura de paz. Desde París, Chantal Joly Ver el evento en diferido
Nov 15, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Actualmente la historia nos presenta de manera apremiante la imagen de un mundo lacerado por conflictos de todo tipo, por muros que se levantan, emigrantes y prófugos que huyen de la miseria y de la guerra, egoísmos políticos que se enfrentan -sin tener en cuenta- las recaídas humanas». Así describe Maria Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, el escenario mundial hodierno, en una intervención que, por la imposibilidad de estar presente, ha sido leído por Catherine Belzung. Escenario sintetizado por el Papa Francisco – recuerda la presidente – « en la expresión “tercera guerra mundial a pedazos”. Una violencia poco convencional, omnipresente y dominante, difícil de combatir con los instrumentos utilizados hasta ahora. […] Son conflictos que pueden ser resueltos únicamente con un compromiso conjunto, no sólo de la comunidad internacional, sino también de la comunidad humana mundial. Nadie puede sentirse excluido de esta acción, que tiene que estar presente en nuestras calles, en los lugares de trabajo, en la educación y en la formación, en el deporte y en el ocio, en las comunicaciones y en el culto. A una “guerra mundial a pedazos” hay que responder con una paz mundial realizada también “a pequeños pedazos”, con pequeños pasos, con gestos concretos. Todos tienen una función, cada uno tiene una responsabilidad». Maria Voce subraya el compromiso de las organizaciones internacionales, de la sociedad civil, de asociaciones y Movimientos. Como el que ella misma representa y que alude a la experiencia de más de setenta años de trabajo por la unidad y la paz iniciado por Chiara Lubich y llevado adelante en las más distintas encrucijadas del planeta en un diálogo a 360º en el mundo cristiano, con otras religiones y con personas de convicciones no religiosas. Un diálogo «basado en la acogida de las personas, en la comprensión profunda de sus elecciones, de sus ideas, valorando lo bello, lo positivo, lo que podemos tener en común, que puede crear vínculos». «Es la fraternidad – afirma Maria Voce citando a Chiara Lubich – la que puede hacer florecer proyectos y acciones en todo el tejido político, económico, cultural y social de nuestro mundo. La fraternidad hace salir del aislamiento y abre la puerta del desarrollo a los pueblos que todavía se ven excluidos. La fraternidad indica cómo resolver pacíficamente los conflictos y relega la guerra a los libros de historia. Gracias a la fraternidad vivida se puede soñar e incluso esperar que se dé la comunión de bienes entre Países ricos y pobres, ya que hoy día el escandaloso desequilibrio existente en el mundo es una de las causas principales del terrorismo. La profunda necesidad de paz que la Humanidad expresa, muestra que la fraternidad no es sólo un valor, un método, sino un paradigma global de desarrollo político».[1] « Sobre estas bases – prosigue Maria Voce – es posible reconsiderar la paz, es más, es posible reinventarla». Y enumera ámbitos y signos para ello: ante todo comprometerse a fondo en el diálogo; realizar proyectos políticos que no estén condicionados por intereses de parte; abatir el muro de la indiferencia y reducir las desigualdades; promover una cultura de la legalidad; sentir la importancia de la salvaguardia de lo creado. «Reinventar la paz significa amar al enemigo […], significa perdonar. El perdón no es contrario a la justicia internacional, sino que ofrece la posibilidad de reanudar las relaciones sobre nuevas bases. […]Para esto es necesaria una profunda operación cultural.. Hace falta invertir en cultura y en educación, como recomienda esta Institución. […] Por último, significa amar la patria ajena como la propia, el pueblo, la etnia, la cultura del otro, como propios». Leer el texto integral [1] Al prof. Benjamin Barber, Mensaje para la Jornada de la Interdependencia, Filadelfia, 12 septiembre de 2003.