Sep 6, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«¡No las llamemos vacaciones alternativas!: muchos ya somos reincidentes en el Campus y por eso no es una experiencia fuera de lo normal sino que forma parte de nuestra vida». La que habla es Nahomy Onate, 21 años, de Reggello (FI), pueblo situado en los alrededores de la ciudadela internacional de Loppiano, quien ha participado en el Siracusa Summer Campus organizado por los jóvenes de los Focolares. La Gaceta local puso como título “Los jóvenes por un Mundo Unido salen al encuentro de las periferias de Siracusa”. De hecho, por tercer año consecutivo los barrios de Akradina y Tike y desde este año también el de Grottasanta, han acogido esta experiencia que se centra en las relaciones y la dignidad de la persona. 120 jóvenes provenientes de 17 regiones italianas durante 10 días han animado estas periferias con actividades, workshop de danza, periodismo, teatro, pintura, etc. Más de cien niños y muchachos entre los 6 y los 13 años se han visto involucrados. «Ya había participado de la segunda edición, sabía más o menos lo que me esperaba, conocía la situación de malestar de estas periferias, pero apenas llegué, la actitud de todos en general me ha impresionado: estábamos dispuestos a donarnos totalmente por 10 días. Y así fue». Nahomy cuenta que la novedad de esta tercera edición era justamente el barrio de Grottasanta, otra zona muy necesitada y en riesgo social de la ciudad. «Al llegar ante la escuela en la que íbamos a realizar esa actividad con los niños y los muchachos, el panorama que se me presentó me dejó sin palabras: un mar espléndido servía de marco a enormes edificios deteriorados y aquel lugar era el símbolo del nivel a que había llegado la degradación social. Lo primero que da dignidad al hombre es la educación y aquella escuela, tal y como se presentaba, no lograba dar absolutamente nada a nadie. Pero, más allá de la verja, mamás, maestras y niños nos recibieron con un gran aplauso y una gran esperanza de transformación en los ojos. Esto nos dio el primer empujón para comprender que, a pesar de los pocos días que teníamos a disposición, teníamos que apostar por la parte más frágil de la sociedad y darlo todo por el todo. Es esto lo que cada uno de nosotros ha hecho en su medida, estrechando relaciones de verdadera fraternidad con cada uno. Después de una riña muy fuerte entre dos niños, he abierto los ojos y me he dado cuenta de la realidad que viven cada día: violencia, deseo de venganza e indiferencia son los “valores” sobre los que se basa su crecimiento. Frente a la situación que se había creado, tratamos de explicarles que no se responde a la violencia con nueva violencia, sino que existen otros caminos y otras formas, aunque nadie hasta entonces se los había dado a conocer. “Dejemos de comportarnos como los mafiosos – dijo uno de los niños – ya no quiero ver violencia ni venganza en este barrio; ahora hemos cambiado”. Han bastado pocos días dentro del remolino del amor recíproco para hacerle pronunciar esta frase ante sus compañeros; la semilla que en estos tres años de campus y en estos pocos días habíamos sembrado y regado, estaba creciendo, estábamos dejando algo dentro de ellos: habían entendido que son ellos el futuro y que siempre existe la posibilidad de ser diferentes, de ser mejores. En estos barrios de Siracusa se encuentra sólo una de las muchas periferias de Italia y no queremos cerrar los ojos ante tantas situaciones que se verifican también en nuestras ciudades, pedazos de mundo que están perdiendo los valores, el amor y el coraje. De esta experiencia he vuelto a casa un poco nostálgica y triste: cada niño me hace falta, pero también me siento repleta de su amor, de sus sonrisas y de su fuerza de voluntad en querer revolucionar su mundo».
Ago 31, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Una llamada inesperada de mi hermano: su hijo había quedado involucrado en un accidente vial. Mi sobrino estaba yendo a buscarlo al lugar de trabajo, pero mientras manejaba tuvo un ataque de sueño y fue a dar con una moto en la que viajaban dos colegas que quedaron sin vida. Ambos estaban casados y tenían hijos. Para mí fue un shock, un dolor desgarrador. En seguida fui a la cárcel a ver a mi sobrino. No tenía palabras. Podía sólo llorar con él. Era de mañana y mi sobrino y los demás presos no habían desayunado. Fui a comprar algo de comida y luego le pedí al guardia si podía limpiar su celda. Más tarde llegó mi hermano llorando y me quedé a su lado, en silencio. Entendí que el paso siguiente tenía que ser el de pedir perdón a las familias de las dos víctimas. Pero ¿cómo hacer? Mi hermano, superando todos los temores, aceptó ir a ver a las familias afectadas y pedirles su perdón. Fuimos juntos donde vivía la primera familia y encontramos a la viuda realmente enfurecida. Traté de escucharla y asumir su dolor; luego la abracé diciendo: “Estamos aquí para pedirles perdón, sin esperar ser perdonados. No logramos comprender el por qué de esta tragedia… pero tratamos de creer en el misterioso amor de Dios”. Después queríamos pedir perdón a los padres, pero sus familiares nos habían aconsejado no hacerlo, porque se imaginaban que la madre estaría fuera de sí. Sin embargo, aunque fuera difícil, sentíamos que teníamos que hacerlo. En efecto, ella se dirigió hacia nosotros gritando; en silencio y confiando en Dios la abracé fuerte pidiéndole que nos perdonara, también en nombre de mi sobrino. Le aseguré que encontraríamos la manera de cuidar de su familia, encargándonos de los estudios de las tres hijas. Experimentaba profundamente su dolor, pero al mismo tiempo sentía que sólo Dios puede dar la paz… y a Él los encomendé a ellos y a nosotros mismos, sostenida por la unidad de la comunidad del Movimiento. Con la familia de la otra víctima pasó algo parecido. Mi sobrino fue puesto en libertad tres semanas más tarde. Las familias de las víctimas aceptaron no presentar la denuncia, a cambio de una indemnización económica. Con mis hermanos y hermanas recogimos y juntamos todo lo que teníamos y así alcanzamos el monto necesario. Esta tragedia produjo mayor unidad en nuestra familia. Un año más tarde, me puse nuevamente en contacto con la viuda. Para mi gran sorpresa, me dijo: “Quiero disculparme por como los traté a usted y a su hermano”. Desde entonces nos volvimos amigas y pude hablarle de mi fe en el amor de Dios. Ahora le envío el “pasapalabra” (una frase para vivir el Evangelio) y ella a su vez la reenvía a sus amigos. Hace dos meses, me invitó a una reunión familiar para celebrar el título obtenido por su hija mayor. Durante una Mariápolis en la que participó, me dijo: “Si no hubiera sido por ese accidente, nunca te hubiera encontrado a ti y a los Focolares. Esto le dio un vuelco a mi vida, me siento más cerca de Dios”. Sentí entonces que podía preguntarle si lograba perdonar a mi sobrino. Me contestó: “Ya lo perdoné. No hay rastros de odio ni por tu sobrino ni por su familia”. Me di cuenta de que realmente es un don enorme recibir la misericordia de Dios y, ayudados por Él, ofrecer el perdón a los demás». M.R. Fuente: New City Philippines
Ago 25, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Estamos en el día después del terremoto que ha sacudido todo el centro de Italia. Mientras escribimos, el número de víctimas – lamentablemente destinado a subir -, es de 247 personas. Muchos de ellos eran niños porque en los pueblos más damnificados – Amatrice, Accumoli, Arquata y Pescara del Tronto -, a menudo durante el verano los padres dejan a los hijos con los abuelos, mientras ellos están ocupados por el trabajo. Son más de 4 mil las personas que han tenido que dejar sus casas en las dos regiones más afectadas por el sismo: Lacio y Las Marcas. Los temblores, algunos todavía de una cierta intensidad, continúan». «La generosidad de los voluntarios, llegados inmediatamente y en gran número a los lugares afectados, comprometidos en la tarea de escavar sin darse una pausa, al principio con las manos, después con palas y ahora con medios más sofisticados tratando de captar cualquier signo de vida proveniente de los escombros, es el rostro más aleccionador de esta tragedia que, a medida que pasan las horas, asume dimensiones cada vez mayores, por el número de víctimas mortales, heridos, por las casas desmoronadas, con pueblos que ya no existen. También ha sido inmediata la disponibilidad de la gente que se ha puesto a juntar artículos de primera necesidad, haciendo cola en los hospitales para donar sangre, deseosa de llegar a los campamentos para llevar alivio». «Desde las 3,30 de ayer, despertados por la primera fuerte sacudida, hemos seguido en directo los acontecimientos tal como venían ocurriendo, en constante contacto con numerosas personas del Movimiento que viven en estas regiones: nos hemos alegrado de que un gen y su abuelo hayan sido rescatados vivos de los escombros, así como el suegro y la cuñada de una focolarina casada. Estuvimos todo el día con el alma en vilo por Rita, que con sus dos nietos, Elisa de 14 años y Gabriel de 12 junto con la otra abuela, habían quedado atrapados. Por la noche nos ha llegado el conmovedor mensaje de la mamá que decía: “Ya están todos frente a Jesús”. Otros miembros del Movimiento, presentes por vacaciones en Amatrice, han logrado ponerse a salvo». «Para todos ha sido una ocasión para estrechar nuestra unidad y vivir los unos por los otros. Desde Umbría, además, nos escriben: «Queridos todos, gracias por sus oraciones y unidad que en cadena se han difundido en todo el Movimiento de Umbría, apoyándonos en esta noche de temblores sísmicos y de miedo. Sentir que estábamos todos vivos nos ha hecho dar gracias a Dios y en seguida la preocupación se dirigió hacia quienes estaban o están bajo los escombros y hacia quienes lo han perdido todo. El hecho de habernos conectado inmediatamente nos ha sostenido y en tiempo real nos ha permitido tener noticias incluso de los pueblos más afectados. Elisabetta, de Asís, nos ha dicho que el mensaje llegó en el momento más difícil, dándole fuerza y paz. Más que nunca nos sentimos una familia. Los gen están ya en red dispuestos a dar su aporte y se están organizando para ir a ayudar en las ciudades más siniestradas. También los adultos están dispuestos a intervenir y prestar una ayuda concreta. Mientras tanto aseguramos nuestras oraciones a los familiares que han sufrido grandes pérdidas». «De hecho, inmediatamente se ha difundido el tam tam de los mensajes sobre las necesidades y las posibilidades de ayuda existentes en colaboración con la Protección Civil en primer lugar, y otros. Por ejemplo, en Áscoli, junto con otras asociaciones con las cuales ya colaboramos en otras circunstancias, se ha activado la recolección de víveres y ropa; igual en el Lacio; los abruceses, “expertos” después del terremoto del Aquila (2009), han empezado a localizar los posibles alojamientos para los que se han quedado sin casa; también de otras regiones han llegado ofrecimientos de ayuda». «Seguimos en comunicación con todos para entender a medida que pasa el tiempo cómo podemos dar una respuesta concreta a este gran dolor, en el que vemos un “rostro” de Jesús abandonado».
Ago 20, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Desde que comencé a estudiar – nos cuenta Verónica, italiana de Génova– tenía un sueño: poner al servicio de los demás mi profesionalidad. En el 2013, recién graduada, parto a Man (Costa de Marfil). Al inicio fue difícil porque yo no hablaba francés. Sin embargo, descubrí que con gestos concretos se construyen puentes mucho más que con palabras. Con algunas chicas decidimos organizar una pequeña actividad para vender algunos objetos. Durante varios meses, después del trabajo, nos veíamos para hacer collares, pulseras, recoger lo que era superfluo en nuestras casas. El dinero recaudado lo pusimos en un fondo común para utilizarlo en caso de problemas económicos, para sostener los estudios de alguien, etc… un día, una de nosotros compartió una gran dificultad: su padre no había recibido el sueldo y su familia no tenía nada para comer. Todos estuvimos de acuerdo en destinar parte de ese fondo para ayudar a su familia. ¡Vi un Evangelio que se vive, no sólo que se contempla! No siempre fue fácil: a veces extrañaba mi familia, mis amigos, mis costumbres… pero el cielo siempre fue mi mejor amigo. Cuando me sentía sola o tenía una dificultad que no lograba superar, alzaba los ojos y, mirando al cielo, me perdía en la inmensidad de la creación. ¡Qué armonía, cuánto amor en todo lo que estaba a mi alrededor… y aquel Amor era también para mi!» Durante mi período en África conocí a un niño que tenía una malformación cardíaca desde el nacimiento. Cada vez que venía, Daniel ilumina el dispensario con una espléndida sonrisa. A pesar de los tratamientos invasivos que debía soportar, el amor y la alegría que emanaba se difundía y atrapaba. A pesar de los numerosos esfuerzos, era necesario hacer algo más. Él necesitaba más terapias e intervenciones adecuadas. Después de un año, mi experiencia en África termina. Regresando a casa estaba feliz de encontrar todas las personas que yo quería mucho, pero dentro de mí todavía tenía la sonrisa de Daniel cuando lo saludé. Sentí que no podía olvidarlo, que no podía dejarlo solo. Entonces con otros amigos comenzamos a movilizarnos para ver si había posibilidades de operarlo en Italia. El entusiasmo era contagioso. Después de algunas semanas, junto a su familia y sus amigos organizamos una cena para recaudar fondos y permitir a Daniel venir a Italia para su operación. Un mes más tarde, Daniel llega a Italia acompañado por su padre y Carlo (un focolarino que los había ayudado en los trámites burocráticos). Fueron dos meses intensos, pero gracias a la sonrisa de Daniel, nuestras culturas se enriquecieron y nosotros las redescubrimos. A través de sus ojos redescubrí el mar, la nieve, la alegría de vivir el momento presente. Mientras tanto, la operación de Daniel fue un éxito. El papá le había prometido una bicicleta si todo iba bien. Sin embargo, después de la operación, el padre se dio cuenta que era un regalo demasiado caro para sus posibilidades… pero el amor de la comunidad fue inmediato: la misma noche que el padre me confió su dificultad, una amiga me dio un sobre. En su fiesta de cumpleaños había presentado la historia de Daniel. Sus amigos, en lugar de hacerle regalos, recogieron el dinero para él. ¡Parece increíble, en el sobre había exactamente la suma necesaria para comprar la bicicleta que Daniel tanto deseada! Partí convencida que podía dar mucho. En cambio me di cuenta que cada día recibía mucho más de cuánto donaba… a menudo se parte con la idea de cambiar el mundo; pero uno se da cuenta que para hacerlo, es necesario comenzar a cambiar uno mismo y nuestra forma de estar con los demás. Sólo construyendo, momento por momento, puentes de fraternidad se puede cambiar el mundo e iluminarlo con nuestra sonrisa. Justamente como hace Daniel». A principios de julio, en el “Villaggio del Ragazzo” (Pueblo del niño) de San Salvatore di Cogorno (provincia de Génova), fue entregado el “Premio Bondad Padre Nando Negri” 2016 a Verónica Podestà gracias a su compromiso social, su entusiasmo y su tenacidad.
Ago 8, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Nadie de mi familia conocía a los Focolares y, por lo que recuerdo, el impulso de asistir todos los sábados al encuentro para profundizar el Evangelio se debía al hecho de que había encontrado gente que me quería desinteresadamente. Nací y crecí en Ascoli Piceno (Italia), y cada año asistía a cursos de formación para jóvenes, consolidando así mi camino de fe. A los 19 años tuve que operarme la rodilla y en seguida se presentaron algunas complicaciones inesperadas. Mientras estaba todavía en el hospital, los médicos me dijeron que no podría jugar nunca más al voleibol y que mi pierna nunca tendría su completa movilidad. En ese momento comprendí claramente el significado de la frase: “Dios es un ideal que no se derrumba” y decidí confiarme a Él. Si no podía practicar más ningún deporte, El encontraría seguramente otra cosa que me gustara hacer. Después de los estudios superiores ingresé en la universidad, pero cada sábado volvía a mi ciudad para trabajar como animador en la parroquia, aprovechando mi capacidad de preparar juegos para los adolescentes y los jóvenes. Aunque no podía jugar, descubría que era igualmente muy divertido y gratificante hacer jugar a los otros, tal vez ¡sometiéndolos a pruebas de acrobacia! En esos años comencé a advertir en el corazón un fuerte llamado de Dios a gastar mi vida por El en los demás. En la Mariápolis del 2007, después de haber recibido a Jesús Eucaristía, sentí en el corazón cuál era mi camino: llevar el carisma de la unidad a mi diócesis. Era una elección total de Dios, puesta al servicio de una realidad particular. Esta zambullida en Dios me llevó a vivir la vida en la plenitud de la alegría, y de modo particular me permitió enfrentar una situación que humanamente nunca hubiera logrado enfrentar. En el 2010, comencé a tener nuevos problemas en la pierna operada, después en la otra, en la espalda, y en el plazo de pocos meses hacía mucho esfuerzo para caminar y estar de pie. Los médicos no encontraban la explicación, y, dado que faltaba poco para graduarme, supusieron que era una especie de agotamiento nervioso o depresión. Yo seguía sintiendo en el corazón la alegría de vivir junto con mis compañeros de aventura ideal y no comprendía lo que me estaba pasando. Una noche, me refugié en la iglesia y recé delante de Jesús Eucaristía: “Si es tu voluntad que comience un tratamiento, dame una señal. Si, en cambio, tengo una enfermedad extraña, haz que lo comprenda, porque yo quiero seguir siendo un don para los demás”. Luego de un enésimo análisis se descubrió que yo sufría una rara enfermedad genética que desencadenaba toda la otra problemática que estaba viviendo y que aún ahora me obliga a convivir con un dolor crónico. Enseguida mi cabeza fue invadida por todo tipo de pensamientos, preguntas y angustia. ¿Cómo haría para seguir viviendo por los demás? Comprendí que el Amor de Dios no cambiaba ni siquiera frente a todo este dolor, tal vez yo lo percibía de forma distinta, pero su amor era siempre inmenso. ¿Qué podía hacer entonces? Seguir amando y construyendo la unidad con todos, aunque ahora fuera más difícil, aunque tuviera ganas de estar solo. Algunos meses después me pidieron que atendiera a un grupito de chicos muy jóvenes. Pensaba: ¿podré? Dejé de lado los miedos y decidí ponerme otra vez al servicio de los demás. Hoy debo decir que, en estos años, los muchachos del grupo a menudo han sido mi fortaleza y los que me han dado ánimo. Porque amando todo se supera. Son muchas las ocasiones que nunca hubiera imaginado que lograría sostener físicamente, y sin embargo lo logré, constatando que de verdad “Nada es imposible para Dios”.
Ago 4, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Fueron días espléndidos, sentí paz y seguridad. El diálogo en los grupos fue muy enriquecedor, especialmente en el de las familias». «Agradezco a Dios por la gracia que recibimos también como pareja. Entre nosotros dos estábamos discutiendo un poco, pero aquí muchas cosas cambiaron. Ahora estamos felices y dispuestos a comprometernos en cualquier actividad». «Por primera vez estuve ayudando donde se encontraban los más chiquitos: una experiencia muy especial. De ellos aprendí la sencillez y cómo vivir el amor en lo cotidiano». «Sentí que debo aceptar al otro así como es. ¡Estoy cargado de energía para seguir avanzando!». Éstas son algunas impresiones, como tantas otras, que la gente expresa en todo el mundo donde está en curso alguna Mariápolis, la cita típica de verano de los Focolares. Hasta aquí, nada nuevo. Lo extraordinario es que estas impresiones provienen de la sufrida Tierra Santa. «Nuestra Mariápolis –escriben desde Jerusalén- se desarrolló desde el 30 de junio hasta el 2 de julio, en Jenín, Palestina. Un lugar muy lindo, que favorece la distensión, que ayuda a profundizar el hilo de oro del programa que invitaba a experimentar la misericordia de Dios y con los hermanos. Asistieron 230 personas de distintas localidades; muchas de ellas participaban por primera vez, entre ellos muchos jóvenes y niños. Había también 20 personas de la Franja de Gaza que para la ocasión lograron obtener el permiso para salir del país». «Entre los participantes más representativos se encontraba el arzobispo melquita de Galilea Mons. Georges Bacaouni, cuyas palabras –según escribió un participante- fueron de gran luz, porque nos alentaban a todos a vivir de modo que alrededor nuestro se viera que amábamos a Jesús». «Estando en el Año de la Misericordia, estaba previsto también un espacio que llamamos “de tú a tú con Dios”. Después de un profundo examen de conciencia delante de Jesús Eucaristía, cada uno podía escribir los pasos que sentía que tenía que dar para crecer en el amor hacia Dios y hacia los demás. Luego quemaba el papel en una gran fogata, símbolo de la misericordia de Dios. Después de este momento solemne, una señora de Gaza nos confesó con muchísima alegría: “Yo lo hice, perdoné a todos. Ahora recomienzo desde el principio”». Algunos reencontraron la relación con los Focolares después de mucho tiempo: «Vuelvo a la Mariápolis después de 15 años, pero la estoy viviendo como si fuese la primera vez. Escuchando los temas de Chiara Lubich comprendí que en cada momento es posible retomar el paso con los demás, es suficiente recomenzar y amar en el presente. Experimenté nuevamente que cuando estamos juntos existe una fuerza especial que nos da la energía para ir adelante».