Movimiento de los Focolares
El Salvador, por los derechos de los menores

El Salvador, por los derechos de los menores

20160330-01Proteger a los menores es un deber cívico que se inscribe en el más amplio respeto de los derechos humanos. Un deber, por lo tanto, pero también caracterizado por una importante visión de futuro, precisamente por el valor inestimable que representan las nuevas generaciones. Dando una mirada a los distintos artículos de la ley salvadoreña, entrada en vigencia en 2011, se evidencia toda la novedad con respecto a la anterior, que prestaba atención sólo a los casos de fuertes carencias como sobrevivencia, discapacidad, abandono. En esta nueva normativa, que incorpora las líneas-guía de los tratados internacionales, se prevé la protección a todos los niños, desde la concepción hasta los 18 años de edad, garantizando adecuadas oportunidades para un desarrollo integral y una vida inspirada en los principios de la dignidad humana. Como en muchos otros países, también en El Salvador no faltan fenómenos sociales que a veces comprometen dichos principios, justamente por la característica vulnerabilidad que caracteriza la franja de la infancia y adolescencia. Y como en cualquier otro rincón del planeta, también aquí se necesita que la población colabore activamente con las Instituciones para salvaguardar todos los derechos humanos, pero especialmente esos derechos de los que goza todo niño en el mundo. Es del 2014 un Documento, elaborado por el Centro internacional de los Focolares, “para la promoción del bienestar y la tutela de los menores” que suscitó en todo el Movimiento en el mundo una renovada sensibilización hacia esta responsabilidad. Gracias también a esa iniciativa, la comunidad salvadoreña del Focolar está ahora dando una valiosa contribución para dar a conocer de forma capilar los derechos del niño y de cómo hay que actuar para promover su desarrollo integral y su bienestar psico-físico-espiritual. Desenmascarando también ciertas formas escondidas y sutiles con las cuales, involuntariamente, padres y educadores podrían perjudicar su crecimiento armonioso con su forma de actuar. La de los Focolares es una acción que encuentra el amplio consenso de la Iglesia católica local, que a su vez anima a las asociaciones para que adopten todos los medios para ayudar a prevenir cualquier acción que pueda violar dichos derechos. El programa formativo de los Focolares prevé una lectura de la ley desde la óptica del amor evangélico, en la perspectiva de concurrir a la formación de nuevas generaciones cada vez más conscientes, libres, capaces de hacer elecciones autónomas basadas en los valores. En este programa se enmarca también el reciente “Proyecto Up2me” preparado por los Focolares y adecuado a las distintas franjas de la edad evolutiva. Una propuesta apasionante para poner en práctica con adultos, jóvenes  y niños, para abrir con muchos un diálogo sobre temas muy candentes hoy en día.

Producción de armas. Un problema de conciencia

Producción de armas. Un problema de conciencia

«A los 19 años dejé mi región – l’Abruzzo (Italia)- para estudiar ingeniería aeroespacial en Pisa. Fue un estudio difícil pero lleno de satisfacciones: en 5 años logré terminar la especialización con la nota más alta, incluida una pasantía en Alemania que enriqueció más mi currículum. Todo esto lo pude realizar con el apoyo y los sacrificios de mi familia. Cuando me gradué esperaba con ansia poder encontrar mi lugar en el mundo laboral. Pero tuve que afrontar la desocupación juvenil, que en nuestro país es del 40% y con empresas que cuando va bien ofrecen solamente contratos por poco tiempo o consultorías con pagos trimestrales o semestrales. Después de algunos meses empleados en enviar en vano mi currículum, comencé a pensar que tal vez debía dedicarme a otras áreas de la industria, o de lo contrario, emigrar. Sin embargo, inesperadamente, recibo una propuesta de una empresa que en Italia representa el principal Consorcio Europeo constructor de misiles y tecnología de defensa. La idea de un verdadero trabajo en una empresa tan importante como ésta, era muy tentadora. Después de una llamada telefónica muy positiva, fui invitado a la entrevista en la casa central con el personal técnico. El ambiente era juvenil y estimulante. La empresa era seria y de elevada profesionalidad. La elaboración de misiles no reflejaba los principios en los que creo pero dentro de mí existía la esperanza de que me ofrecieran un empleo que no me involucrara en la producción de armas. La entrevista salió bien; después de una semana, entre los numerosos candidatos, fui llamado para firmar el contrato de trabajo. En el contrato existía la cláusula de que se trataba de una tarea directamente vinculada a la producción de misiles. Me sentí acorralado. Por un lado era tentador pues se trataba de un trabajo estable, con un contrato por tiempo indeterminado, un sueldo excelente y una posibilidad segura de hacer carrera. Por otro lado estaba mi convicción de ciudadano, pero antes que nada de hombre, comprometido en la construcción de una sociedad no violenta, basada en el respeto de los derechos humanos, en la justicia social, en el justo equilibrio entre las necesidades humanas, el ambiente y la buena utilización de los recursos. Siempre creí en una sociedad en la cual la ambición de algunos no hiera la dignidad del otro y el éxito económico no llevara a olvidar al ser humano. Para complicar esta evaluación se agregaban mis compañeros de estudio que me empujaban a aceptar sin frenarme en estos moralismos. Ellos sostenían la innegable teoría de que un joven de 25 años recién graduado no puede permitirse en estos tiempos, rechazar un trabajo tan ventajoso. Y con miles de argumentos trataban de ponerme frente a la realidad recordándome que yo era una persona privilegiada pero también… ¡inconsciente! Por último, con este trabajo habría podido liberar a mi familia del compromiso de seguir manteniéndome. Además de mi conciencia, un papel decisivo lo jugaron las personas que me rodean más cercanamente: mi familia, mi novia y los Jóvenes por un mundo unido con quienes me he formado. Y que hicieron madurar la idea – que era cada vez más clara- que para construir una sociedad solidaria y no violenta es necesario trabajar concretamente, testimoniando y pagando con la propia persona. Era mi momento de poderlo hacer. Respondí a la empresa que no podía aceptar ese trabajo, expresando con transparencia los motivos. Indudablemente no fue una elección fácil, en especial porque no tenía otro ofrecimiento de trabajo pendiente. Pero no me detuve en esto. Seguí con mi búsqueda y después de algunas semanas, me llegaron otras propuestas de trabajo que me ubicaron donde estoy hoy trabajando, feliz y satisfecho del trabajo que desempeño en Turín como ingeniero aeronáutico en el sector civil». Fuente: Città Nuova Lee también: “Armas, no gracias”

¿Armas? No, gracias

¿Armas? No, gracias

20160322-02Ante la situación cada vez más insostenible del conflicto armado difundido en varias partes del mundo, amplios sectores de la sociedad civil siguen movilizándose para frenar la acción de los gobiernos que mantienen con sus decisiones el tráfico de armas, identificado como una de las causas de impiden la solución de los conflictos. Sobre este tema también está comprometido desde hace tiempo el Movimiento de los Focolares en Italia, que a través de la revista Città Nuova y el Movimiento político por la Unidad, especialmente a través de sus escuelas de participación política, siguen desenmascarando la participación de Italia en la producción bélica. De hecho, el país es la sede de bases militares estratégicas y sigue produciendo armas de alta tecnología que llegan también a los países del Medio Oriente, como fue referido por Città Nuova. De los puertos de Cerdeña se embarcan bombas destinadas a Arabia Saudita, un país interesado en el conflicto sirio y líder de una coalición involucrada en la guerra en Yemen, condenada por la ONU, que ya cuenta con miles de víctimas 20160322-01¿Qué se puede hacer? El trabajo de un año, acompañado por expertos en geopolítica internacional ha llevado a la redacción de un manifiesto con solicitudes concretas y ha sido presentado a los diputados y senadores disponibles: • El respeto de la ley 185/90, sobre el «control de la exportación, importación y tránsito de material bélico». Específicamente se pide que se interrumpa la exportación y el tránsito en el territorio nacional de armas dirigidas a países en conflicto o que están cometiendo graves violaciones a los derechos humanos. • La asignación de fondos para la reconversión de la industria bélica para fines civiles, según lo que señala el art. 1,3 de la ley 185/90. • La transparencia y el control de las transacciones bancarias relativas a las importaciones, exportaciones y tránsito de armamento. A estas peticiones se suma también la solicitud de insertar en la agenda política el tema de la integración y la acogida de los prófugos de guerra, y de la inversión de mayores recursos en la cooperación internacional. Los jóvenes promotores del evento del 16 de marzo son muy conscientes de los poderes en juego y de la aparente consideración, aunque benévola, de que sus peticiones sean consideradas ingenuas, pero, como ellos mismos dijeron, «consideramos que tenemos una responsabilidad, que se deriva de los ideales que nos motivan, y por lo tanto, no nos podemos quedar callados ni mirar pasivamente la realidad que nos rodea. Trabajamos en nuestra vida cotidiana para construir la fraternidad y a partir de ello interpelamos a los gobernantes». La reflexión en el Parlamento se vio enriquecida por el aporte de Pasquale Ferrara, diplomático y docente universitario de relaciones internacionales, de Shahrzad Houshmand, teóloga islámica quien da clases en la Pontificia Universidad Gregoriana, del director de Cittá Nuova Michele Zanzucchi, y del profesor Maurizio Simoncelli, co-fundador del Instituto de investigaciones internacionales ‘Archivo desarme’. 20160322-03En la raíz está la espiritualidad de Chiara Lubich, quien cuando vivía todavía ­ en su ciudad natal, Trento, vio los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y durante toda su vida sembró semillas para una convivencia pacífica, a través del diálogo con personas de credos y culturas diferentes. Chiara, cuanto tenía apenas 28 años, fue al Parlamento italiano para encontrarse con Igino Giordani, en 1948. «El augurio es que los jóvenes puedan incidir en la agenda política, como habitantes del presente y del futuro» declaró Silvio Minnetti, presidente del Movimiento político por la Unidad de Italia (MPPU). «Los jóvenes nos plantean preguntas, provocadoras, exigentes, y quien está en el quehacer político quiere acogerlas, comprometiéndose en primera persona mediante las decisiones que tiene que votar, pero también iniciando una reflexión seria para dar respuestas concretas». Para poder incidir todavía más en la agenda política, el MPPU de Italia tiene programado organizar en Montecitorio, en los próximos meses, un taller de escucha recíproca e intercambio sobre el manifiesto de los jóvenes, con la participación de parlamentarios, expertos, jóvenes y representantes del Gobierno. Leer también: Construir la paz, cada día (texto del llamamiento)

Gen Verde: tournée en el Extremo Oriente

Gen Verde: tournée en el Extremo Oriente

GV_IMG_3041_resized“Fue el más hermoso, el más conmovedor concierto que viví en mi vida”, “La música de ustedes hace bien al alma”. “Ya no puedo ser indiferente ante mundo que me rodea: debo hacer algo”. Con estos y otros mensajes, los espectadores expresaron su aprobación a “On the other side” (Desde el otro lado), como han titulado al último concierto de la banda internacional Gen Verde, presentado en Hong Kong, Macao y en 4 ciudades de Taiwán (Hualien, Taipéi, Kaohsiung y Taichung) El Gen Verde es una banda de chicas compuesta por una veintena de personas que proceden de 14 países de 4 continentes. Son mujeres que cubren entre ellas todos los roles: son autoras, cantantes, músicas, bailarinas, especialistas en la iluminación, en la cónsola audio-video, en la gerencia, etc. Mujeres que en teatros y estadios repletos y con mucha participación del público, ofrecen un repertorio donde se entrelazan historias personales, llamados, evocaciones, con el cual dan voz a su ideal de unidad, presentado como elemento base para que la humanidad se dirija hacia la fraternidad universal. Al contagioso ritmo de la música pop con los más variados matices, las piezas se completan con coreografías que refuerzan su significado; mientras que al mismo tiempo en la pantalla se encienden algunas palabras clave, ilustradas por gráficas e imágenes de gran impacto artístico. GV_IMG_2761_resizedSerá porque algunos pasajes fueron presentados en los idiomas locales logrando que el mensaje llegue directamente a cada persona; será tal vez porque en los días precedentes al concierto, en tres de estas ciudades, con el apoyo de la comunidad local de los Focolares se involucraron estudiantes de las escuelas superiores y universidades, en el proyecto “Start Now” y con el lenguaje universal de la música condujeron a los jóvenes a un diálogo que iba más allá de las diversidades para construir “juntos” el espectáculo. El hecho es que en cada presentación, la participación y el entusiasmo del público fueron vitales, en el sentido de que los participantes quisieron comprometerse con las artistas en el mensaje que ellas estaban transmitiendo. GV_IMG_3417_resizedLos jóvenes asiáticos demostraron gran sensibilidad para acoger el mensaje del Gen Verde. También en esta latitud se confirmó la expectativa de las nuevas generaciones de querer compartir lo que viven, saliendo de los estereotipos que la sociedad les presenta, en búsqueda de vínculos orientados a la confianza y al altruismo. “Muchos de ellos – cuenta una artista del grupo- nos confesaban el esfuerzo que hacen para vivir en una sociedad competitiva en la cual se vive siempre bajo presión. Al mismo tiempo demostraban una aguda sensibilidad hacia los temas del ambiente, de la paz, de la fraternidad, universal, del diálogo con todos”. “Nos dieron ánimo, energía, entusiasmo, esperanza”, dejó escrito uno de estos jóvenes. Y una chica decía: “Por todos lados nos empujan a que seamos los primeros de la clase; a través de ustedes aprendimos que debemos seguir nuestra conciencia y ser auténticos”. Y un empresario decía: “Mirando a los jóvenes esta noche digo: con jóvenes así, ¡Hong Kong está salvada!” Después de las sangrientas manifestaciones que pocos días antes habían traumado a la ciudad, el concierto reencendió en él la esperanza. Vivir por un mundo más unido allí donde estamos. Es este el mensaje que queda en el fondo del corazón de quienes se encuentran con el Gen Verde, de cualquier cultura y creencia sean. Creo que esto ocurre porque en cada uno de ellos permanece la convicción de que juntos tendrán verdaderamente la fuerza para lograr que el mundo sea mejor.   Foto galleria Hong Kong Foto galleria Taipei  

Venezuela, un país en la cuerda floja

Venezuela, un país en la cuerda floja

paesaggio andino«En este Venezuela fragmentado y dividido, queremos vivir el Evangelio con radicalidad, allí donde cada uno desempeña su trabajo o estudia, para construir puentes de unidad y de paz. En el Consejo Municipal, por ejemplo, hay tres personas que viven la espiritualidad de la unidad, uno del partido de Gobierno y dos de la oposición, sin embargo se respetan y se ayudan». Quien habla es Ofelia, de la comunidad de los Focolares de un barrio marginado de la ciudad de Valencia, llamado Colinas de Guacamaya. «Una amiga me pidió que la acompañara al médico – cuenta –. Empezó el largo trámite para recibir las medicinas: en la farmacia nos encontramos a un anciano en búsqueda de su tratamiento para la diabetes, a un señor que pedía una pastilla para el dolor de cabeza, a un chico que necesitaba de paracetamol. Sólo un comprimido, pero el dinero que tenía no era suficiente». Ofelia, en el auto, tenía una bolsa que lleva siempre consigo, llena de medicinas que le llegan de la «Providencia de Dios», como ella misma cuenta, y pudo ofrecerlas gratuitamente a cada uno. Miradas incrédulas y gratitud. Betty y Orlando tienen 4 hijos y se trasladaron al Centro Mariápolis “La Nubecita”, en la localidad Junquito, en los alrededores de Caracas. «Para servir a quienes lo necesitan – cuenta Betty –, organizamos la pastoral social con algunas personas de la comunidad. Queríamos responder a las necesidades de alimentación, vestuario y vivienda de algunas familias de la parroquia. Así, con la ayuda del Consejo Municipal, logramos construir una casa digna para un anciano que vivía en la indigencia». «La actual crisis social, con los altos índices de inseguridad que registra el país, nos ha abierto aún más a las necesidades de las familias de nuestra comunidad que viven en el terror de perder incluso la vida. Cuando nos enteramos de que el papá de un chico estaba en graves condiciones, porque le habían disparado, fuimos en seguida al hospital. Estaba internado en cuidados intensivos y falleció pocos días después. Ahora, a través de atenciones, cuidados y protección, seguimos dando nuestro amor concreto a madre e hijo, a quienes recibimos en nuestra casa». panorama«Por pedido del párroco – nos cuenta María Carolina de la Comunidad del Junquito –, fuimos a un sector rural donde se puede llegar sólo en jeep. Ahí nos esperaba la comunidad de La Florida, que tiene muchas carencias materiales, incluso, hasta hace pocos meses, les faltaba la corriente eléctrica. Una comunidad de personas sacrificadas, dedicadas a la agricultura, que recorren kilómetros a pie para ir a la Misa, una vez al mes. Fue una experiencia que nos involucró a todos y se activó una comunión de bienes. De muchas partes llegaron vestidos, medicinas, juguetes, zapatos, comida… Con camionetas cargadas de cosas, pero sobre todo de esperanza, llevamos nuestro amor a esta comunidad. Aunque no faltaban las dificultades, cuando nos vieron llegar salieron de sus casas, los niños corrían, había aplausos, ¡en seguida se sintió un clima de familia!». La comunidad de Puerto Ayacucho, en el Estado Amazonas, ubicada en una zona de frontera, está habitada por comunidades indígenas. Son graves las problemáticas que la afectan: la presencia de la guerrilla, la explotación de minas de oro, el alto índice de madres solteras. Recién vivieron una experiencia muy fuerte con la muerte de Felipe, un chico de los Focolares asesinado a tiros hace dos meses. Es algo muy frecuente en Venezuela, sobre todo en esta región. Murió para salvarle la vida a su hermano, buscado por la guerrilla. Juan, su entrañable amigo, nos cuenta que «Felipe había fijado una cita para inscribirse en el catecismo, pero nos dejó el día anterior… Juntos habíamos hecho muchos programas para el futuro». La muerte de Felipe dejó una huella en esta comunidad: un compromiso nuevo para vivir por la construcción de la paz, para dar nuevos horizontes y esperanza sobre todo a los jóvenes.

En la estación de Roma, entre los sin techo

En la estación de Roma, entre los sin techo

image2«Comencé dando una mano – cuenta Annette, focolarina alemana – en el mes de diciembre de 2014. El frío ya llegaba y era urgente conseguir frazadas. Tratando de saber qué era mejor hacer, alguien de RomAmoR ONLUS me propuso: “Más que las frazadas, sería mejor que tú vinieras a darnos una mano para estar con ellos”. La semana siguiente ya estaba en la estación Ostiense. Fue una emoción muy fuerte. Acercándome a esas personas descubría, que, paradójicamente, ¡eran ellos los que me recibían! Me daba cuenta de que no se trataba un grupo social incómodo que era mejor evitar, sino de personas que deseaban relacionarse, capaces de dar ellas mismas calor humano. Después de un poco de tiempo llegaron los voluntarios con la cena caliente y la estación dejó de ser un lugar anónimo, frío y gris, y se convirtió en un lugar cálido». Desde ese lunes la vida de Annette cambió. Las primeras noches no lograba dormirse pensando en Giovanni, Stefan, Mohamed que no tenían una cama caliente como la suya. Comenzó a revisar su armario, viendo si había todavía algo para compartir, a pesar de que en el focolar se trata de vivir con solo lo necesario. Pero sobre todo continuó yendo a la estación todos los lunes. Una noche, consultando el cuaderno donde se anotan las necesidades de los sin techo, vio que necesitaban zapatos de hombre. En la casa no tenía. Pero se acordó de la experiencia de Chiara Lubich durante la guerra que le pedía a Jesús, presente en los pobres que precisaban algo. «Así hice también yo y en el plazo de dos semanas – cuenta Annette- ¡me llegaron 10 pares!»

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Foto © Dino Impagliazzo

Con la llegada del otoño se repitió la necesidad de frazadas. Dos amigas de Roma que en el mes de noviembre festejaban su cumpleaños pensaron pedir como regalo: “frazadas”. Llegaron bastantes, pero no alcanzaban. No pudiendo dar las de casa (ya que tenían sólo las estrictamente necesarias), Annette se las pidió nuevamente a Jesús, de modo que El pudiese calentarse en esos pobres. «En pocos días – cuenta sorprendida- de un Centro de estudiantes de Teología que se estaba mudando nos llegaron 4 grandes bolsas que tenían dentro 30 frazadas y una decena de colchonetas de campamento. Sin contar las frazadas que recibieron otros voluntarios». El compartir se difunde como una mancha de aceite. El vecino de una colega, que había perdido la confianza en las actividades de solidaridad, donó mucha ropa abrigada e involucró en esta acción también a un amigo. «Pero más fuerte aún que estas intervenciones de la Providencia- confiesa Annette- es la experiencia que hacemos. Es gente que no tiene nada para comer, que no tiene un techo, pero que poco a poco adquiere dignidad, ya sea porque se viste mejor y están limpios, ya sea porque juntos vivimos relaciones de fraternidad. Cada vez que los veo trato de recibirlos de verdad, disponiéndome a ser un pequeño instrumento del amor de Dios. Y ellos me dan la oportunidad de testimoniar el Evangelio “por la calle”, compartiendo las ideas y las opiniones más variadas con personas de todo el mundo. En esta reciprocidad, la realidad cambia, la ciudad cambia su rostro y el amor se puede palpar…. incluso sólo con una cena caliente. En Navidad tuvimos un regalo especial: dos amigos de la estación vinieron a festejarlo con nosotros al focolar, con gran alegría de parte de todos».