Mar 16, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Hace tres meses que esta velada debía hacerse aquí. La locura de los hombres nos hizo cambiar de ruta». Así abre la velada Noufissa Boulif, musulmana, organizadora del evento: al día siguiente de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015, Bruselas no se reconocía. Algunos de los terroristas implicados tenían allí su base, y por motivos de seguridad el concierto fue anulado y trasladado para el 20 de febrero de 2016. Un encuentro entre música y cultura musulmana y cristiana. Se convirtió en una plataforma de encuentro entre musulmanes, cristianos y también agnósticos, que creen en el diálogo y que, sabiendo recibir al otro descubren en él cualidades y virtudes escondidas. Pero no te parece que el riesgo ¿era igualmente alto para un evento islámico-cristiano justo en el centro de Bruselas?. Le preguntamos a Noufissa. «Si el concierto se pudo realizar es gracias a la increíble solidaridad entre musulmanes y cristianos, y seguramente bajo la divina protección. Afortunadamente todo el programa pudo desarrollarse sin incidentes o tensiones» El concierto fue dedicado a todos los niños que sufren, poniendo la velada «bajo el signo de la infancia y de la juventud, pero también bajo el signo de la diversidad que caracteriza nuestro país». Noufissa conoce y vive la espiritualidad de la unidad, nacida de Chiara Lubich desde hace más de veinte años. Ella quisiera testimoniar a todos que la fraternidad entre musulmanes y cristianos es posible aunque sean dos culturas a menudo antagonistas. En esta perspectiva organizó su primer concierto islámico-cristiano en el mes de octubre de 2014. https://vimeo.com/114886056 «Es un trabajo que lleva ya su tiempo», cuenta Noufissa. «Con mi marido y los hijos estamos involucrados en el diálogo interreligioso. Éste forma parte de nuestra vida. Para mí, como musulmana que lleva el velo, no es algo descontado el vivir en armonía con los demás, porque sientes que atraes las miradas curiosas o actitudes evidentes de desconfianza. Pero, cada vez, trato de acercarme al otro sin prejuicios, con la sonrisa. La Regla de Oro, que está presente en casi todas las grandes religiones, me ayuda muchísimo: “Nadie de ustedes es un verdadero creyente si no desee para su hermano lo que desearía para sí mismo” (Mahoma, Hadith 13 de al-Nawawi). Se pueden comprender las reacciones islamofóbicas y la influencia, no siempre constructiva de los medios de comunicación, pero estoy convencida, como musulmana, que es esencial superar todo esto. El profeta Mahoma, en un hadith subraya que “La sonrisa es una ofrenda” (es decir un don gratuito para el otro)». Volvamos al 20 de febrero de este año. Varios coros actuaron uno detrás del otro en el escenario: niños, jóvenes, cristianos y musulmanes, blancos y negros, de lengua holandesa o francesa- también éste es uno de los desafíos de Bélgica. “Rissala”, “Los pequeños coristas”, “Las Voces de los 4 Horizontes”, “L TOUCH”, un grupo de chicas musulmanas con capacidades diferentes. Hacia el final también estuvieron los “rapper” – “Mc Youns, Antis y Mamz-I”- que con sus palabras incisivas invitaban a todos a no desmayar, sino continuar creyendo en la vida. La asociación La luz del corazón nace despues de 25 años de compromiso en el diálogo interreligioso de Noufissa, y 10 años de servicio de una amiga suya musulmana que se encuentra ahora en cuidados paliativos. Juntas visitan a los enfermos en sus casas, yendo al encuentro de la sed de relación en esta fase particular de la vida. Con estas asociaciones, después de un año de duro trabajo para la preparación de “Fraternidad en coro”, están ya trabajando en un próximo evento islámico-cristiano que se realizará el 23 de abril, cuyo título es “Juntos con María”, en Bruselas, en la Catedral de Saint Michel.
Feb 11, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Había ido siendo pequeño –cuenta Alfonso, en 1945- cuando mi padre fue encarcelado injustamente. Con mi mamá íbamos a visitarlo en la cárcel y si bien era muy chico pude darme cuenta de la profunda desolación de los detenidos: gente sin esperanza, sin futuro. Y sin dignidad. Entonces me prometí a mí mismo que algún día habría hecho algo por ellos». Alfonso tiene que esperar un poco para realizar su sueño. Se inscribe en un curso de voluntariado y así obtiene el permiso para ir a visitar la cárcel de Rebibbia (Roma) que acoge a alrededor de 1.700 detenidos. Están allí descontando las condenas más variadas: venta de droga, abusos sexuales, crímenes mafiosos, extorsión, homicidio… Alfonso sabe que tiene que hacer cuentas con la desconfianza de quien está convencido que ya quemó toda posibilidad de rescate. De hecho muchos rechazan su cercanía, pero él no se retira, está convencido de que en cada uno está la imagen de ese Dios que él eligió como el todo de su vida cuando siendo joven se hizo focolarino. Finalmente uno de ellos, Giorgio, detenido por participar en un asalto que terminó en tragedia, le pide que vaya donde su mamá para llevarle un abrazo y pedirle que lo perdone. Alfonso va donde ella y se da cuenta de que está muriendo. Este gesto, tan inesperado y tan esperado al mismo tiempo, la reconcilia con el hijo y con el pasado. Pocos días después fallece en paz. Alfonso sigue estando cerca del hijo, hasta que sale de la cárcel y lo ayuda a reinsertarse en la sociedad. Ahora Giorgio tiene un trabajo, aunque no es fijo, pero le permite ayudar a mantener su familia con dignidad.
Junto a otros 30 voluntarios, Alfonso acompaña las familias de 160 detenidos.
En sus visitas a los detenidos, Alfonso se da cuenta de la urgente necesidad de que el hilo que los vincula al mundo externo permanezca vivo. Por eso se prodiga para que la relación con la familia, especialmente con el cónyuge, no se interrumpa, y también para ayudar a las familias que debido a la detención han caído en graves situaciones económicas. Pero para hacer esto se necesitan energías, personas, dinero. Él no se da tregua y prepara un proyecto denominado “Siempre persona”, para indicar que aun estando presos la dignidad no desaparece, precisamente porque tampoco desaparece el amor de Dios por cada persona. Junto a otros 30 voluntarios –padres de familia, profesionales, pero también ex -presidiarios- mantiene una relación con las familias de 160 detenidos, les lleva apoyo moral, ayuda alimenticia y económica. Es un número que crece día con día. El espíritu que anima su trabajo es el típico del focolar: “ser familia” para cada uno de los presos, estando cerca, sin juzgar su pasado. Palabras como escucha, confianza, fraternidad, en la cárcel realmente adquieren significado. Sobre todo misericordia, una actitud que –afirman estos voluntarios- «actúa en las personas como un estímulo que los ayuda a volver a levantarse cada vez que sienten la tentación de abandonarse a sí mismos». Como le sucedió a Roberto, quien después de haber descontado 8 años de cárcel, al no encontrar ni acogida ni trabajo, se convirtió en un vagabundo. Gracias al proyecto “Siempre persona” fue aceptado en un pequeño hogar, donde puede ejercer su profesión de cocinero, y está readquiriendo así su dignidad. O como Francesco, que era chofer, pero después de 4 años de prisión nadie le quería dar trabajo ni confianza. Ahora forma parte del equipo de voluntarios que preparan y entregan los paquetes de las familias de los presos. De historias como éstas hay tantas que se escribió un libro. Es más, dos: “Estaba preso…” y “Cárcel y alrededores”, escritos por Alfonso Di Nicola, ambos editados por Cittá Nuova.
Feb 1, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Estuvieron juntos durante cuatro días, 540 personas de más de 50 naciones distintas. Entre ellos más de la mitad eran jóvenes y familias. Entre éstos: dos refugiados que llegaron de Burundi y un grupo de Siria, 169 personas procedentes de las islas del Pacífico (Nueva Caledonia, las islas de Wallis y Futuna, Fiji y Kiribati). El programa era bilingüe. Estos son algunos datos de la reciente Mariápolis realizada desde el 13 al 17 de enero pasados, en Phillip Island (a 150 km de Melbourne, Australia). “Construir juntos la unidad”, fue el título elegido para la edición 2016. «El punto central de la espiritualidad de la unidad– escriben los organizadores- fue profundizado a través de un tema escrito para la ocasión que todos escucharon con gran silencio. Fue muy bien acogido por los participantes, algunos de los cuales provenían de culturas muy distintas, quienes lo pusieron en práctica en los varios aspectos cotidianos de la Mariápolis: desde la comunión de bienes hasta la preparación de la mesa, en la liturgia y en los cantos, en los momentos de ocio y de juego, así como también durante el intercambio de experiencias. En especial los talleres que se realizaron en tres momentos distintos, tuvieron mucha participación y ofrecieron la posibilidad de intercambiar ideas y relatar los propios testimonios de vida». Todos decían que las personas que provenían de las islas del Pacífico dieron un gran aporte ya cuando relataban los grandes esfuerzos – sobre todo económicos- que debieron realizar para poder asistir. «Como el representante de Kiribati, que pidió una licencia en su trabajo de marinero para lograr asistir a la Mariápolis. Y como ésta muchos lindos testimonios de vida evangélica de cómo superaron juntos las dificultades económicas para recoger la suma necesaria para pagar el boleto aéreo y los gastos de alojamiento. Vivieron la comunión de bienes entre ellos – como se cuenta que hacían los primeros cristianos, y sintieron el amor personal de Dios hacia ellos a través de la providencia que llegaba de muchos modos. Cuando llegaron, decían que habían encontrado la familia de los Focolares, que no es distinta de la familia que dejaron en sus ciudades» Cada noche se concluía en un ambiente de fiesta y de gratitud por la riqueza de las culturas de cada pueblo representado en la Mariápolis: una verdadera maqueta del mundo unido. «La unidad entre los pueblos no es una utopía». Es lo que todos constataban. Las personas que llegaron de las diversas islas, se quedaron una semana más en el Centro Mariápolis de Melbourne, para tener momentos de formación en especial sobre temas referidos a la familia. «Cada día es una verdadera carrera de amor recíproco y cada actividad se hace con compromiso y alegría; se sigue construyendo una parte de mundo unido- concluyeron-. En Australia existe un dicho: “A partir de las pequeñas cosas nacen las grandes”. Estamos seguros que, con Jesús en Medio nuestro, fruto de vivir el amor recíproco, nacerán cosas grandes». Ver la Mariápolis de Oceanía en Facebook: Phillip Island Mariapolis 2016
Ene 25, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
«Enseño en una escuela católica de mi ciudad, Salta, en el norte de Argentina – cuenta Gabriela Carral-. A principios de octubre de 2015, me encontré con Misael, un alumno de 10 años, después de un momento de oración entre ortodoxos y católicos pidiendo la paz para Siria. En ese momento, la foto del pequeño sirio, Aylan, había despertado gran conmoción por su difusión en los medios. Misael me confió que querría hacer algo en nuestra escuela para pedir la paz, agregando que lo que lo hacía sufrir más que todo era saber que muchos niños habían quedado huérfanos, por causa de la guerra. Nos pusimos de acuerdo para vernos en el momento del recreo y me dijo que estaba participando en la vida de la comunidad ortodoxa y que estaba convencido de que podríamos rezar juntos por la paz: los católicos y los ortodoxos. Algunos días después, me mostró un volante que tenía en su mochila. El texto decía: “Siria somos nosotros, rezamos por la paz”. Quedé sorprendida viendo que un niño, en medio de casi 800 alumnos entre preescolares y primaria, tuviese tan presente el dolor de gente que sufre a miles de quilómetros de distancia. Respondiendo a su deseo, lo animé para que lo manifestara él mismo a los directores de la escuela. Nació así la propuesta de organizar una oración ecuménica por la paz. Por primera vez la palabra ecumenismo se escuchaba en los corredores de esta escuela, entre los directores, los maestros y los estudiantes. Para concretar esta iniciativa, me contacté con un religioso de la institución que comparte conmigo el ideal de contribuir a realizar la oración de Jesús: Que todos sean uno”. También involucramos al Padre Adolfo, de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía, y, juntos, organizamos cada detalle de la celebración. En un segundo momento se agregó también la Iglesia Luterana, dado que nuestra comunidad educativa acoge a un joven voluntario alemán que es luterano. Más adelante se agregó el presidente de la Unión Siria Libanesa de la ciudad, también el Cónsul de Alemania y la Vice-cónsul de Italia, un representante del Ministerio de Educación, algunos medios periodísticos y otras escuelas. El primer paso del proyecto de Misael, fue el de construir la paz en nuestras relaciones cotidianas, y esto dio vida a muchas experiencias nuevas que vivieron los muchachos, a quienes le propusimos también la iniciativa de los Jóvenes por un Mundo Unido: el Time Out. Es así que el 18 de noviembre, con el trasfondo de los atentados en París, esta iniciativa además de ser un momento de oración por la paz en el mundo, se convirtió en un testimonio de unidad. A través de la homilía de los celebrantes, conocimos algunas historias de cristianos que viven en Siria y en África; las intenciones por la paz fueron expresadas por una chica de la Juventud Ortodoxa, una señora recitó el Padrenuestro en árabe y las banderas de distintos países nos dilataron el corazón, haciéndonos sentir miembros de la única familia humana. En síntesis, fue una celebración que dejó en el corazón de todos el sabor de algo que nunca antes habíamos experimentado de forma tan fuerte: relaciones fraternas, vínculos inimaginables. Los directores de la escuela la definieron como una jornada histórica. “Agradecemos a Dios por nuestra libertad – concluían los muchachos que estaban presentes – y nos comprometemos a no aliarnos ni con unos ni con los otros, sino estar del lado de la paz”» Gustavo Clariá
Ene 22, 2016 | Senza categoria
«Con los hermanos y hermanas de distintas Iglesias, esforzándonos por vivir juntos el Evangelio, conociéndonos y reforzando nuestro amor recíproco, hemos descubierto lo grandes que son las riquezas de nuestro patrimonio común: el Bautismo, el Antiguo y el Nuevo Testamento, los dogmas de los primeros Concilios, que compartimos, el Credo (niceno-constantinopolitano), los Padres griegos y latinos, los mártires, y más cosas, como la vida de la gracia, la fe, la esperanza, la caridad y muchos otros dones interiores del Espíritu Santo. Y además de eso nos une la espiritualidad de la unidad. Antes vivíamos como si todo esto no fuese realmente verdad, o no éramos conscientes del todo. Pero ahora nos damos cuenta de que son las condiciones para poder realizar un diálogo particular: el de la vida. Por él nos sentimos ya una familia; sentimos que componemos entre nosotros un «pueblo cristiano» que abarca a los laicos, pero no sólo, a sacerdotes, pastores, obispos, etc. Obviamente, aún hace falta componer la comunión plena y visible entre nuestras Iglesias, pero ya podemos ser así. No es un diálogo de la base que se contrapone o se yuxtapone al así llamado de los vértices o los responsables de la Iglesia, sino un diálogo en el cual todos los cristianos pueden participar. Y este pueblo es como una levadura en el movimiento ecuménico que reaviva entre todos el sentido de que, siendo cristianos, bautizados, con la posibilidad de amarnos, todos podemos contribuir a realizar el Testamento de Jesús. Es más, queremos esperar que otras formas de diálogo, como el de la caridad, del servicio común, de la oración y el diálogo teológico puedan verse potenciados por el “diálogo de la vida”». Del libro Chiara Lubich La Unidad (por Falmi/Gillet) – Ciudad Nueva 2015 págs. 107-108
Ene 4, 2016 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Reina un clima de fiesta en Resita, un Municipio rumano de casi 90.000 habitantes ubicado en la frontera con Serbia. Desde ayer por la noche llegan los primeros jóvenes desde Italia – católicos- quienes son recibidos con una ceremonia oficial en la iglesia ortodoxa más antigua de la ciudad y alojados en la casa de las familias de sus coétaneos rumanos. Hoy en cambio llegan los jóvenes ortodoxos del lugar: algunos en ómnibus, otros en auto, incluso caminando. La administración comunal organizó una despedida antes de que toda la comitiva salga para Baile Herculane, pueblo turístico ubicado en el suroeste del país, donde tendrá lugar un “campamento ecuménico”. Las palabras del Vice-Alcalde demuestran su complacencia y felicitaciones por la experiencia de hermandad, que ya tiene casi ocho años, entre la parroquia rumana de la “Assunta” y la de “Borgo s. María”, en Pesaro (Italia). Continuan las intenvenciones, en las que se alternan los jóvenes italianos y los rumanos. La nota dominante es la alegría de redescubrirse hermanos, unidos en la misma fe cristiana. Un vínculo que se vuelve aún más vigoroso por el común objetivo de querer construir un mundo más unido y que quieren profundizar mediante un intercambio verdadero y sincero durante los días de ‘campamento’. Conociéndolos más a fondo, se descubre que entre ellos no hay sólo católicos y ortodoxos, Gabor, por ejemplo, es calvinista, otros son evangélicos. Pero aquí son sólo cristianos, acompañados de la sabia y afectuosa guia de sus párrocos. Venir a Resita no fue una elección casual. Resita queda en la región de Banat, que tiene como particular vocación, desde decenas de años, la tolerancia y la apertura. En este lugar conviven 18 etnias distintas, pertenecientes a diferentes iglesias cristianas. Anna asiste porque cree en la unidad entre los cristianos y quiere dar su propia contribución para que la unidad se concrete lo más pronto posible. Joseph estudia medicina pero cuando termine sus cursos quiere prepararse para el sacerdocio. Emil quiere ser guionista de cine. Matteo no sabe todavía lo que va a estudiar. Sabe sólo que quiere integrar este proyecto de construir la unidad en todos los niveles. Ellos no saben cómo será su futuro pero creen en el ideal que los une. Los esperan días de comunión y de amistad profunda, basada en el mismo amor de cada uno hacia Jesús y por “Su sueño”: que todos sean una sola cosa. En China, la iniciativa se refiere en cambio a la paz y a la fraternidad. Los que abren el camino son siempre ellos, los jóvenes. Tienen la intención de involucrar a personas de todas las edades. Su propuesta es fácil de explicar: el día 11 de cada mes, desde noviembre hasta abril, el que quiere renuncia a una comida, o a una merienda o a algo superfluo que se quiera comprar para dar el correspondiente dinero a los pobres. El importe se puede enviar a través de un “red pocket” vía social network. Para recordárselo, prepararon un portacarnet con el logo de los Jóvenes por un Mundo Unido y seis “thumbs up” (pulgares arriba) para colorear cada vez que alguien adhiere a la iniciativa. Con alegría y sorpresa, en el plazo de pocas horas llegó un gran número de “red pockets” acompañados de mensajes de gratitud y de aliento. Parecía un tam-tam que difundía paz, generosidad y compromiso. Hasta ahora el dinero recaudado es de 844 Euros, como donación. El 11 de noviembre en China se conmemoraba la jornada dedicada a las personas no casadas y al shopping. Alguno renunció a la merienda, o a un almuerzo copioso. Una joven escribió: “No encontré nada para comprar porque todo era muy caro. Más tarde me puse contenta cuando supe de la iniciativa de ustedes que me permite ofrecer esta pequeña colaboración mía para aquéllos que tienen más necesidad”. Gustavo Clariá