Movimiento de los Focolares
Premio Seelisberg 2023 a Joseph Sievers

Premio Seelisberg 2023 a Joseph Sievers

Como parte del evento de apertura de la conferencia internacional del Consejo Internacional de cristianos y judíos International Council of Christians and Jews (ICCJ) en Boston (EE. UU.), el domingo 18 de junio, el profesor Joseph Sievers recibió el Premio Seelisberg 2023. Nuestra entrevista a su regreso a Roma.  El Premio Seelisberg se inspira y conmemora la reunión pionera que tuvo lugar en el pequeño pueblo suizo de Seelisberg del 30 de julio al 5 de agosto de 1947 para abordar las enseñanzas cristianas sobre la discriminación contra los judíos y el judaísmo. Este evento es ampliamente reconocido como el inicio de la transformación en las relaciones judeocristianas. El Premio Seelisberg lo otorga anualmente (desde 2022) el Consejo Internacional de cristianos y judíos (ICCJ), y se originó en la Conferencia de Seelisberg, el Centro de Teología Intercultural y el estudio de las religiones de la Universidad de Salzburgo. Se distingue a las personas que han desempeñado un papel importante a través de sus estudios y enseñanzas en la promoción del acercamiento entre judíos y cristianos. El profesor Dr. Joseph Sievers (Premio Seelisberg 2023), nació en Alemania y comenzó sus estudios en la Universidad de Viena y en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Tiene un doctorado en Historia Antigua por la Universidad de Columbia (1981) y una licenciatura por la Pontificia Universidad Gregoriana (1997). Ha enseñado en CUNY, Seton Hall Univ., Fordham Univ. y otras instituciones en los Estados Unidos, Italia e Israel. De 1991 a 2023 enseñó historia y literatura judía del período helenístico en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde ha sido profesor titular. De 2003 a 2009 fue director del Centro Cardenal Bea de Estudios Judaicos de la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde 1965 es miembro del Movimiento de los Focolares, con cuyo Centro para el Diálogo Interreligioso colabora desde 1996. Ha publicado varios libros y numerosos artículos, especialmente en el contexto de la Historia del Segundo Templo (en particular Flavio Giuseppe) y las relaciones judeo-cristianas. Con Amy-Jill Levine editó The Pharisees (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2021; traducción al italiano Milán, San Paolo, 2021; traducción al alemán prevista para 2024). Profesor Sievers, ¿qué significó para usted recibir este premio? Fue una gran sorpresa y cuando me pidieron que contara algo sobre mi experiencia sentí una gran gratitud mirando hacia atrás, pensando en todos los momentos, en todas las personas que conocí, en las situaciones en las que pude estar y en ocasiones ser de ayuda. Un gran agradecimiento y, al mismo tiempo, una responsabilidad por el presente y el futuro. En su discurso en la ceremonia de premiación, dijo: “Las dificultades pueden ayudarnos a entendernos mejor. Las dificultades pueden unirnos”. En su larga experiencia en este diálogo, ¿qué fue más difícil y qué fue sorprendente hasta el punto de decir todavía hoy “se puede”? Ha habido varios momentos difíciles, pero uno que recuerdo en particular es cuando tuvimos que organizar una reunión de diálogo en Jerusalén en 2009. Pocas semanas después de un conflicto, que ocasionó muchos muertos y heridos. Luego, en el mismo período, estaba la situación del obispo (Richard Nelson) Williamson, quien negó el holocausto. Había dificultades por todos lados que hacían muy difícil un diálogo abierto. Sin embargo, logramos hacer esa reunión. Salimos adelante y hubo momentos de comunión muy fuertes, espirituales, más allá de todos los problemas. ¿Y luego también me pregunta sobre las cosas que han sido posibles, a pesar de las dificultades? Ciertamente no fue fácil organizar una conferencia sobre los fariseos y luego publicar un libro. Hubo varios puntos en los que me pareció que el camino estaba bloqueado. Ya sea por cuestiones económicas o porque alguno no estaba de acuerdo con lo que se quería hacer, o porque parecía imposible tener una audiencia con el Papa, para un congreso de este tipo. En cambio, colaborando, y realmente fue una colaboración, especialmente con una colega judía, pero también con otros, fue posible resolver esos problemas para dar algo basado en estudios serios pero orientados a situaciones concretas también en iglesias y parroquias. Ciertamente, fue un éxito que no tuvo efectos inmediatos en todas partes, pero por ejemplo un obispo me escribió “aquí, ahora tenemos que cambiar nuestra enseñanza sobre los fariseos y sobre el judaísmo en los seminarios”. Eso ya es algo. ¿Cómo influyó en esta experiencia su pertenencia al Movimiento de los Focolares? Sin el Movimiento de los Focolares probablemente no habría entrado en este ámbito. El impulso a estudiar los idiomas de la Biblia vino del Movimiento y luego todo lo demás. Entré al focolar el 28 de octubre de 1965, era un jueves. Llegué al focolar de Colonia (Alemania) con mi bicicleta, llevada en tren con dos maletas la misma tarde en que en Roma en el Concilio se aprobaba Nostra aetate (Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas). Esto siempre ha tenido un gran significado para mí, vincular el compromiso en el Movimiento con el del diálogo. También fue llamado a colaborar oficialmente en el diálogo de la Iglesia Católica con los judíos… Sí. Desde 2008 soy consultor de la Comisión para las relaciones religiosas con los judíos, una comisión de la Santa Sede. Y asistí a varias reuniones de la ILC en Buenos Aires, Ciudad del Cabo o incluso en Budapest, Madrid, Varsovia, Roma… ¿Y se dan pasos hacia adelante? Un paso ya es estar abiertos a conocernos, hablarnos y también superar las dificultades del camino. A veces es mejor afrontar todo con una cena juntos que con cartas encendidas. Se están dando pasos y ciertamente hay mucho por hacer, hay que ampliar la red. Es decir, la mayoría de los cristianos y la mayoría de los judíos no están involucrados, a veces ni siquiera saben que existen estas relaciones, que existe este camino juntos. Todavía queda mucho por hacer para darlo a conocer y aplicarlo. Una cosa que he aprendido mucho al tratar con judíos es que las preguntas a veces son más importantes que las respuestas. Es decir, no debo ni puedo pretender tener todas las respuestas y, por lo tanto, no puedo afrontar al otro como alguien que ha encontrado todas las respuestas y dirigirme a él o a ella desde una posición de superioridad. Mi posición es ser un buscador junto a. Esto, de manera más dramática cuando se aborda el tema de la Shoah, del Holocausto, que tarde o temprano debemos abordar juntos. Una cosa esencial es mirar, ser lo más sensible posible a los compromisos y necesidades del otro. Y luego también estar abierto, y si te equivocas siempre puedes recomenzar si la intención es la correcta: entrar de puntillas en el ambiente del otro, no con la actitud de quien dice “lo sé todo”. Una última cosa, al recibir este premio, además de sentirse agradecido, ¿hay algún estímulo para Joseph Sievers? Bueno, sí. Por ejemplo, hay algunas preguntas abiertas y esto me estimula a abordarlas más aún. Y tal vez hasta me da cierta autoridad poder afrontarlas con ciertas personas. No sé si esto sucederá, pero también es un estímulo para continuar con este trabajo, que no está terminado, que nunca terminará, pero donde podemos dar pequeños pasos juntos.

Carlos Mana

Participar / presidir / decidir

Participar / presidir / decidir

El sábado 24 de junio de 2023 se celebró en Loppiano (Incisa Valdarno, Florencia) un seminario teológico sobre el tema «Participar/presidir/decidir. Raíz sacramental y dinámica comunional en el camino del pueblo de Dios en misión». Más de treinta estudiosos han aceptado la invitación del Centro Evangelii Gaudium (CEG) del Instituto Universitario Sophia para elaborar una propuesta de revisión del derecho canónico con el fin de reequilibrar – como exhorta el documento base (Instrumentum laboris) de la XIV Asamblea del Sínodo de los Obispos – «la relación entre el principio de autoridad, fuertemente afirmado en la legislación vigente, y el principio de participación». Dado que “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales – nos asegura el Papa Francisco – deben resolverse con intervenciones del magisterio» (Exh. apostólica Amoris laetizia, n. 3), la escucha del sensus fidelium de todo el pueblo de Dios es decisiva (pastores y fieles) en la variedad de culturas que la componen. El diálogo entre teología y derecho está, por tanto, animado por un proceso sincero de inculturación sin el cual se corre el riesgo real de sentar las bases para una inobservancia práctica de los principios generales enunciados por la Iglesia. «El punto – subraya el profesor Vincenzo Di Pilato, coordinador académico de la CEG – es precisamente esto: ¿cómo hacer efectiva la participación activa de todos los fieles dentro de nuestras asambleas sinodales? ¿Seguirá siendo solo de asesoramiento? ¿O también será deliberativo? ¿Significará esto llegar a una negociación para una “concesión” jurídica o “reconocer” la capacidad de decisión del sujeto colectivo de la acción eclesial tal como emerge de la eclesiología del Vaticano II y del magisterio posconciliar? ¿Y será necesaria, por tanto, una actualización del Código de Derecho Canónico?». En el saludo inicial a los participantes, el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, destacó cómo el camino sinodal entra en una nueva etapa: está llamado a convertirse en una dinámica generativa y no simplemente en un acontecimiento entre otros. En efecto, no se puede escuchar al Espíritu Santo sin escuchar al pueblo santo de Dios en esa “reciprocidad” que lo constituye “Cuerpo de Cristo”. En este vínculo de comunión toma forma esa particular metodología de conversación en el Espíritu, bien descrita con ocasión de la presentación del Instrumentum laboris. De ahí la necesidad, mencionada varias veces por el cardenal Grech, para articular mejor el principio de restitución. En otras palabras, esto significa que la unidad del proceso sinodal está garantizada por el hecho de que vuelve a donde empezó, a la Iglesia particular, y es un momento importante de “reconocimiento” de lo que ha madurado en la escucha de lo que el Espíritu dice hoy en la Iglesia. El camino sinodal parece, pues, presentarse como un momento significativo de la vida eclesial, capaz de estimular y activar el impulso creativo y de anuncio evangélico que nace del redescubrimiento de la relación con Dios que inerva la relación entre los creyentes, y también como signo de un contexto cultural en el que habita un grito silencioso de fraternidad en la búsqueda del bien común. Si en el informe “Los problemas de sinodalidad entre eclesiología y derecho canónico” del profesor Severino Dianich, surgió la recuperación de la eclesiología paulina del ser-cuerpo de Cristo y la puesta en valor de la coesencialidad dinámica de los dones jerárquicos y carismáticos; para el profesor Alphonse Borras, este punto de inflexión necesita una aclaración canónica, que perfile una práctica procesal flexible, capaz de acompañar los procesos de toma de decisiones y de participación a través de los diversos organismos ya previstos (consejo episcopal, consejo presbiteral, pastoral diocesana, pastoral parroquial…). El cardenal Francesco Coccopalmerio, ex presidente del Pontificio Consejo para los textos legislativos, siguió esta línea en su discurso “Sinodalidad eclesial: ¿es concebible una rápida transición de consultiva a deliberativa?”. A su juicio, es posible encontrar una clara definición de sinodalidad en el derecho canónico, entendida como la “comunión de pastores y fieles en el ejercicio de la actividad de reconocer cuál es el bien de la Iglesia y en la capacidad de decidir cómo ponerlo en práctica”. Al final del seminario, muchos hicieron la propuesta de dar a conocer los resultados alcanzados a través de la publicación de las intervenciones. El CEG está trabajando para garantizar que esto suceda en septiembre como una contribución adicional al próximo Sínodo.

Antonio Bergamo

Inundaciones en Italia, en la región Emilia-Romagna: la esperanza que resiste al lodo

Inundaciones en Italia, en la región Emilia-Romagna: la esperanza que resiste al lodo

Un mes y medio después de las inundaciones que afectaron las regiones de Marche y Emilia-Romagna (Italia), el relato de la experiencia personal de  Maria Chiara Campodoni, focolarina casada, docente y ex Consejera comunal del Municipio de Faenza, fuertemente golpeada por este desastre. La inundación que afectó a las regiones italianas de Marche y Emilia-Romagna, alrededor de un mes y medio atrás, ha causado la pérdida de 15 vidas humanas, miles de evacuados y el desbordamiento de nada menos que 23 ríos. Hasta ahora se han registrado  inundaciones en alrededor de 100 municipios. Los numerosos deslizamientos de tierra  han afectado a pequeños productores. Decenas de hectáreas de tierras agrícolas y su ganadería quedaron destruidas por la potencia del agua, junto a puentes y carreteras.  Las ayudas recogidas por la Coordinación  Emergencias del Movimiento de los Focolares, AMU y  AFN hasta el momento alcanzan la suma de 182.000 euros. En colaboración con las Asociaciones de Promoción Social de la región Emilia-Romagna se constituyó una comisión local para la emergencia, que individualizó algunas zonas de intervención: Cesena,  Sarsina,  Faenza, Castel Bolognese y Ravenna. Se está efectuando la recaudación de datos de las necesidades de las poblaciones involucradas, sobre todo a través de la relación personal y a través de la confección de formularios en los que cada uno declara el daño sufrido y el pedido. Entre las muchas personas afectadas, se encuentra Maria Chiara Campodoni, focolarina casada, profesora y Asesora municipal para el Deporte durante el período  2010-2015 y Presidente del Consejo Municipal de Faenza por el período 2015-2020. Ella nos cuenta el drama de esa experiencia, pero también la esperanza necesaria para poder seguir adelante. Maria Chiara, ¿Cómo han vivido ustedes ese momento? En Faenza hubo dos inundaciones. En nuestra casa el agua entró la primera vez el 2 de mayo; llegó hasta unos 30 centímetros.  Era de tarde, había luz todavía, y en casa estábamos uno de mis hijos y yo. Al comienzo, casi que lo tomamos como una aventura, pero esa misma noche me pareció mejor que mi esposo –que mientras tanto estaba tratando de recuperar a nuestros otros dos hijos que estaban practicando deporte– no entrara, porque afuera había mucha más agua que adentro y nosotros tenemos sólo puertas-ventana en la planta baja.  Si los hacíamos entrar a la casa, ello habría significado que entrara también mucha más agua. Por lo tanto,  se fueron a dormir a la casa de los abuelos, y nosotros intentamos llevar a la planta superior algunas cosas, cenamos en un dormitorio y nos fuimos a dormir. Incluso los bomberos que habían pasado por casa nos habían tranquilizado, diciéndonos que la situación no podía empeorar. Al día siguiente el nivel del agua de adentro y de afuera era igual y entonces, de acuerdo con mi marido, decidimos salir de casa. Cuando 15 días después empezaron a aconsejar que evacuáramos la planta baja porque estaba por volver la inundación, toda la ciudad se puso en alerta y entendió que había que movilizarse porque iba a ser algo de un alcance mayor. ¿Y qué pasó la segunda vez? La segunda inundación, tras la cual tuvimos que escapar, llegó de noche. Alrededor de las 20.30 se rompió el muro de contención del río justo por encima de nuestra casa. Nosotros hasta ese momento –dado que estábamos bien equipados con una bomba dentro de nuestra casa– no habíamos salido,  convencidos de que podíamos controlar el flujo de las bombas y mantener el nivel del agua al mismo nivel, gracias también a la ayuda de bosas de arena.  Pero en cambio, tras apenas 20 minutos, el agua llegó al primer piso, alcanzó los tres metros en poquísimo tiempo y nos vimos atrapados. Llamamos a emergencias y nos respondieron enseguida, diciendo que llegarían. Pero mientras tanto, esa tarde, ya se había desbordado el río Savio en la ciudad de Cesena.  Por lo tanto, la protección civil y los bomberos, que hasta el día anterior estaban todos en Faenza, ya se habían desperdigado por las varias zonas.  Además, en mi calle la corriente era tan fuerte  que los vehículos a motor consiguieron entrar sólo a las 4 de la mañana y nosotros no habríamos logrado resistir hasta esa hora.  Los bomberos nos decían que subiéramos a los techos, pero no tenemos un tragaluz, por lo tanto quería decir ir hasta el techo por afuera, flotando.  La situación era realmente peligrosa. (En la foto la flecha indica el nivel alcanzado por el agua). En un determinado momento un primo de mi esposo, sabiendo por las redes sociales que se había roto el muro de contención del río justo por encima de nuestra casa, lo llamó y le preguntó si ya estábamos afuera.  Por el tono de la voz notó que estábamos en peligro y como es un atleta –había hecho surf cuando era joven– se puso el equipo de buzo, tomó su tabla y se lanzó a la corriente. Nadó hasta nuestra casa y empujando el surf, uno a la vez, nos cargó, llevándonos a salvo hasta las murallas de la ciudad, a unos 500 metros de casa. ¿Qué viste una vez que estuviste afuera? Una vez en medio de la corriente la perspectiva había cambiado completamente. El agua superaba los carteles del nombre de las calles, por lo tanto no sabías si estabas en la calle o en el jardín de una casa. Pasamos por encima de las rejas de las casas, encima de los garajes, y tan alto estábamos que en un momento tuve que aferrarme a una maleza, pero en realidad, cuando el agua bajo después, vi que era un árbol. Yo fui la última en salvarme. Totalmente empapados, nos recibió en su casa una señora conocida. Nos hizo desvestir en su baño, nos dio ropa limpia porque también esa noche hacía un frío tremendo y llovía. Nos calentamos y escapamos a 6 kilómetros de la ciudad en donde vive mi suegra. Tuvimos mucha suerte porque fuimos los primeros en salir.  Sobre todo no vivimos lo que luego muchos nos contaron, que había sido una verdadera noche de terror en la ciudad. ¿Los niños se dieron cuenta del peligro? Sí. Tengo tres hijos de 10, 8 y 6 años. El más chico, en un determinado momento, corría por las escaleras porque veíamos que el agua iba subiendo escalón por escalón y me decía: “faltan 5 escalones, 4 escalones.  Vayamos a la azotea, tenemos que escapar” y nosotros decíamos “quedémonos aquí en la ventana, porque afuera llueve. Ya llegan los bomberos”. En definitiva, ellos se dieron cuenta y poco a poco tuvieron que metabolizarlo, sobre todo el mayor. A la hora tuvimos miedo de no salir de allí. Una vez que pudimos ponernos a salvo en la casa de la abuela estaban más tranquilos, aunque al llegar allí empezaron a entender que lo habíamos perdido todo. Me decían: “mamá, ya no tenemos las mochilas del colegio, los libros, ¿y ahora?”. Les expliqué que muchos nos iban a ayudar.  Y así fue. ¿Cómo fueron los primeros días? ¿En dónde pudieron cobijarse? Estuvimos un par de días con mi suegra porque no podíamos ir a la ciudad. Luego, nos brindaron un alojamiento en la casa de una tía de un amigo de mi hijo que vive en el exterior. La ocupamos durante un mes. Se encuentra en el centro, a unos diez minutos a pie de donde vivíamos.  Por eso pudimos ir a empezar a limpiar algo con palas. Estábamos un poco apretados porque era una casa pequeña pero fue un regalo enorme y tal vez me di cuenta de ello más tarde, cuando empecé a escuchar lo que contaban los demás. Después empezaron a llegar los voluntarios a toda la ciudad. Tengo que decir que en mi caso, un poco por el Movimiento de los Focolares, otro poco porque mi esposo tiene varios contactos, siempre vinieron amigos a visitarnos. Llegaron de Parma, Piacenza, desde la zona del Véneto y también los que sufrieron el terremoto en la región de Emilia años atrás, sintieron como un llamado a venir a dar una mano. Se dio un clima muy bonito, de verdadera ayuda, y poco a poco, en ese clima, empecé a tirar todo a la basura, pero estaba serena realmente. Quitar el lodo con una pala es algo muy fuerte al comienzo, tratas de hacerlo de la mejor manera, con fatiga, y te das cuenta de que no son las cosas, los objetos los que hacen tu vida, sino todo el resto. Tu marido también tiene un restaurante… Sí. A través de las cámaras había visto que allí el agua, por suerte, no había llegado, pero quería ir a verlo personalmente. Un día salió para ahí a las seis de la mañana pensando que podría tomar la carretera, pero estaba cerrada. Se nos ocurrió algo: “llamemos al vice-alcalde, y digámosle que si te llevan con la protección civil al restaurante, tú te pones a cocinar para todos los que lo necesitan”.  Tengo que decir que el funcionario aceptó de buen grado que nos hubiéramos puesto al servicio, porque los evacuados allí eran muchos. A los discapacitados y los ancianos los habían llevado antes, por suerte, y los habían mandado a un hotel que está muy cerca del restaurante de mi marido, pero que no tiene una cocina activa. Entonces, mi esposo y dos dependientes estuvieron un día entero en el restaurante, cocinaron unos 700 platos entre almuerzos y cenas.  Entre esas personas había unos 100 evacuados, estaban los bomberos, la protección civil y como el restaurante se encuentra justo sobre la carretera Emilia, un punto de paso, muchas de las personas que habían quedado bloqueadas, y que habían dormido en el coche sin comer, llegaron al local pidiendo ayuda. Toda la zona de  Cesena y Forlí estaba paralizada. ¿Ahora cómo se organizan ustedes? Actualmente hemos dejado la casa del centro que nos hospedó. Nos mudamos a una casa que tenemos en la playa durante unos días, y luego hemos alquilado un apartamento por 18 meses esperando poder ordenar nuestra casa. La perspectiva es volver allí en septiembre de 2024. Luego nos quedan muchos interrogantes, ante todo si hay empresas que pueden reestructurar todas estas casas, porque somos muchos. Hablamos de unas 12.000 personas desalojadas. Hay 6.000 familias sólo en nuestra ciudad y algunas casas, las más viejas, se han declarado inhabitables. Ahora las casas tienen que secarse. Nosotros ya hemos desechado todo. Teníamos pisos de madera y los hemos quitado, los cielorrasos de la planta baja se cayeron solos cuando bajó el agua y con la ayuda de muchos logramos por lo menos sacar los sanitarios. Ahora, todas las mañanas, vamos a abrir las ventanas y por la tarde las vamos a cerrar para encender el deshumidificador. Por suerte ahora es verano. Si hubiera ocurrido en otoño, habría sido un inconveniente mayor. ¿La solidaridad sigue? Sí, totalmente, y de varias maneras. Por ejemplo, al comienzo habíamos pensado en buscar una casa ya amueblada para no tener que hacer una doble mudanza, pero nos dimos cuenta de que la gente nos empezó a regalar de todo: roperos, colchones, juegos de dormitorio, sillones. Hemos optado por alquilar una casa vacía para poder empezar a amueblarla con esa ‘providencia’, para después, dentro de 18 meses, volver a llevar todo a nuestra casa, incluso también porque sin duda luego habrá otras prioridades. La gente está muy contenta de ayudar y tengo que decir que para mí ha sido una lección. Recuerdo que un día, tras la primera inundación, tenía toda la casa patas para arriba y el lavarropas roto. Me dije: “yo hago tres bolsas, una con ropa blanca, otra de color y otra con ropa negra y me voy a trabajar. La primera compañera de trabajo que me pregunte en qué me puede ayudar le digo ‘si estás dispuesta a todo, ésta es la ropa para lavar’”.  No me dio tiempo de dar dos pasos en el colegio, cuando ya había distribuido toda la ropa. En estos casos se crea un vínculo más fuerte con la gente y sobre todo no me avergoncé de pedir ayuda. Aceptamos lo que nos daban y siento que es una forma de ponerme inerme  frente a mis necesidades y decir que está todo bien, que nos queremos así, por lo que somos. También con los vecinos se creó un vínculo hermoso. Vivimos allí desde hace cuatro años y medio, pero nunca había entrado antes a tantos jardines de mis vecinos, porque, como se sabe, la vida es frenética.  Corremos siempre. Pero ahora, en cambio, entramos, nos saludamos y nos ayudamos. ¿Qué fase se abre ahora? Empezó la segunda fase, la de la creación de comisiones de ciudadanos para empezar a comunicarse con la administración comunal.  Yo pensé en un primer momento en  quedarme al margen por distintas razones, sobre todo después de haber tenido varios cargos en el pasado; pero después entendí que sin exponerme demasiado, escuchando, quedándome en el chat, ayudando a los responsables de estas comisiones, puedo dar mi aporte. Tengo que hacerlo porque se lo debo a mis hijos que todavía mi siguen preguntando: “¿Tenemos que volver a vivir allí? ¿Vamos a construir una escalera externa que nos lleve hasta el techo para la próxima vez?”.  Tenemos que tener una ciudadanía activa que monitoree todas las situaciones. Sentí que mi experiencia tengo que ponerla a disposición, de la mejor manera, creando lo más posible conexiones, porque ahora, como sucede siempre cuando hay que reconstruir, hay mucho miedo, y el miedo más grande es el de quedarnos solos. ¿Estás esperanzada? Sí, de verdad. El otro día teníamos que hacerle un regalo a esa señora que nos hospedó en su casa el primer mes y, como Faenza es la ciudad de las cerámicas, le compré un azulejo para colgar en la pared que dice: “las cosas lindas de la vida despeinan”.  Me dije que en esta ocasión nos habíamos tenido que despeinar mucho, enormemente. Nos llevará mucho tiempo recuperarnos, y lo lograremos. Pero siento que ciertas experiencias yo no habría podido hacerlas si no hubiera vivido ese momento tan duro. Siento realmente que he llegado a ese punto en donde ves sólo lo esencial, lo que realmente es importante. Fue terrible, pero no consigo pensar sólo en el desastre, que el agua nos haya llevado todo y que se termine ahí. Hay mucho, mucho más.

Maria Grazia Berretta (Entrevista de Carlos Mana – Fotos: gentileza de Maria Chiara Campodoni)

Aún es posible contribuir a la recaudación de fondos de emergencia. Si desea donar, haga clic aquí

Japón: CommuniHeart project

En Japón, un grupo de mujeres de religiones distintas ha generado el “CommuniHeart project”, un proyecto para la prevención del suicidio que se centra en la autoconciencia, la comunicación y el apoyo de una comunidad. El proyecto CommuniHeart está promovido por Religiones por la Paz, Japón (Conferencia Mundial Religiones por la Paz). https://youtu.be/_9Tl6gQ8cg0

Hacia un juramento ético para el mundo digital

Hacia un juramento ético para el mundo digital

El nivel alcanzado por la inteligencia artificial nos enfrenta a nuevas cuestiones éticas: ¿cómo promover el desarrollo tecnológico a escala humana? Call to action (llamada a la acción) para desarrolladores e innovadores del mundo digital. Un horizonte que nos concierne a todos. Junio de 2023, Instituto Universitario Sophia: en la pantalla del Aula Magna, una presentadora digital abre elegantemente el seminario “Hacia un juramento digital / Towards a Digital Oath”. Estamos cruzando un umbral: los preparativos comenzaron hace algún tiempo, pero la aceleración de los últimos meses dice algo nuevo. Promovido por una plataforma de protagonistas -el centro de investigación Sophia Global Studies, el Movimento Politico per l’Unità, NetOne, New Humanity y Digital Oath-, la cita pretende abordar los temas más urgentes del mundo digital desde diferentes perspectivas: filosófica, tecnológica, ética, social, política, hasta debatir la propuesta de un “juramento” que podría representar para los profesionales del mundo digital un análogo del Juramento Hipocrático para los médicos. ¿Dónde surge esta necesidad? ¿Con qué objetivos? El mundo tecnológico tiende a cambiar rápidamente y, cada vez con más frecuencia, a una velocidad superior a nuestra capacidad de adaptación. La complejidad de las máquinas y sistemas que estructuran la realidad afecta no solo nuestra forma de vida, sino también la forma en que vemos el mundo y pensamos en el futuro. El nivel alcanzado por las “inteligencias artificiales” – IA, ve surgir, junto al entusiasmo por sus capacidades operativas, una preocupación general por las nuevas posibilidades que abren estos sistemas y los efectos que pueden derivar de su uso malicioso. La reciente difusión de ChatGPT (noviembre de 2022) y todos sus derivados ha acercado masivamente la IA a nuestra vida cotidiana, dando lugar a nuevas preguntas de sentido vinculadas a la comprensión de lo que es humano y lo que no lo es. En el panorama mundial, la evolución de estos dispositivos ha producido cierta desorientación, no sólo porque su uso aparece al alcance de todos, sino sobre todo porque demuestran que hacen algo que antes era prerrogativa de los seres humanos, con capacidades cuantitativamente superiores. El hecho de que nos encontremos ante sistemas que no son “inteligentes” en el sentido humano del término y que gestionan su base de conocimientos mediante cálculos estadísticos no cambia el resultado final: la sensación de no ser ya los autores de opciones fundamentales, cuestionados por las máquinas que son un poco menos “herramientas” y un poco más “compañeros de trabajo”. A estas preguntas, el seminario “Hacia un juramento digital / Towards a Digital Oath” agregó un tema central: cuestionarse sobre la ética de las tecnologías es cuestionar lo humano. De hecho, es opinión de muchos considerar el desarrollo tecnológico como la actividad humana que más nos caracteriza. Efectivamente, las tecnologías digitales, y la IA en particular, son las que más reflejan, como en un espejo, nuestra forma de ser y entender la existencia. Las crisis del siglo pasado (valores, medioambiental, social y política) están íntimamente relacionadas con ellas y nos dicen que el desarrollo tecnológico debe ir acompañado de un compromiso educativo igualmente decidido, para que cualquier forma de progreso pueda estar guiada por una conciencia ética más profunda. El sentido de un “juramento” para el mundo digital va exactamente en esta dirección. El programa del seminario de principios de junio reunió a expertos cualificados (link al programa). Después de una primera visión general de las tecnologías digitales actuales, el debate exploró los riesgos y las regulaciones asociadas a su uso en Italia y en la Unión Europea, en los EE. UU., en Brasil y en China, entrelazando soluciones tecnológicas con cuestiones políticas, reflexiones filosóficas con fenómenos sociales. «Es necesario hacer visible y suscribir un compromiso concreto y universalmente compartido – explica Fadi Chehadé, ex director ejecutivo de ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) y promotor del “juramento” por una ética del mundo digital, profesor invitado en el Instituto Sophia, con el que los desarrolladores, técnicos y usuarios de tecnologías digitales pueden anclar firmemente su trabajo en un enfoque centrado en el ser humano». Fadi Chehadé acompaña las primeras etapas del camino desde noviembre de 2019, cuando un primer grupo se reunió en Trento (Italia) para dar forma al proyecto. Posteriormente, el grupo promotor involucró a académicos de varios países y participó en la consulta pública promovida por la ONU para el Pacto Mundial Digital 2024. Hoy el propósito del Juramento Digital es preciso: sugerir lineamientos y motivar éticamente a los desarrolladores e innovadores del mundo digital a enfocarse en la dignidad y calidad de vida de las personas y comunidades, el sentido humano de la existencia, el respeto por los derechos fundamentales y el medio ambiente. “La propuesta de traducir, por así decirlo, el Juramento Hipocrático para el mundo digital – recordaron los impulsores del congreso – ya ha surgido en varios estudios internacionales, que subrayan la urgencia del tema y la responsabilidad de quienes crean y gestionan lo digital y gestionan datos. El pensamiento no va solo a las nuevas redes neuronales sino también a las redes sociales, o criptomonedas… Nuestro trabajo se suma al de otras redes: ahora es necesario unir fuerzas para una coalición entre las universidades, el sector privado y las organizaciones comprometidas con la redacción de un código de ética, un protocolo de autorregulación del que se puedan beneficiar las personas, la sociedad y el medio ambiente”. En el nuevo sitio de  Digital Oath  hay una redacción inicial del juramento disponible para todos y las firmas están llegando; el texto está abierto a sugerencias y modificaciones con elaboración progresiva. Próximamente, el sitio incluirá también las grabaciones y documentos del Seminario. Aunque el camino sea ciertamente cuesta arriba, somos muchos los que caminamos: es un horizonte que nos concierne a todos.

Andrea Galluzzi

Ecumenismo: Sinodalidad y Primado en el segundo milenio y hoy

Ecumenismo: Sinodalidad y Primado en el segundo milenio y hoy

La Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa ha llevado a cabo su sesión plenaria número 15 del 1 al 7 de junio de 2023 en Alejandría (Egipto), huésped del Patriarcado greco-ortodoxo de Alejandría y de toda África, alcanzando un acuerdo sobre un nuevo documento llamado “Sinodalidad y Primado en el segundo milenio y hoy”. Nuestra entrevista al teólogo Piero Coda, presente en el encuentro. Mons. Coda, ¿podría decirnos qué momento ha sido, quién ha participado y cuál es el objetivo primordial? Se realizó la 15° Sesión plenaria de la “Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Tuvo lugar  en Alejandría (Egipto), bajo la presidencia del Metropolita  Job de Pisidia (Patriarcado Ecuménico de Constantinopla) y del Cardenal Kurt Koch (Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos), con la cordial hospitalidad del Patriarca de Alejandría, Theodoros II. Consistía en llevar a término la etapa del diálogo inaugurada por el documento de Rávena (2007). Éste preveía –tras la elaboración del cuadro teológico compartido por Ortodoxos y Católicos acerca de la interdependencia en la vida de la Iglesia de sinodalidad y primado– el  examen histórico de la situación vivida en el primer milenio, propuesto por el documento de Chieti (2016). Todo ello con el fin de alcanzar la descripción de la situación vivida en el segundo milenio, objeto del documento aprobado en Alejandría. Por las conocidas vicisitudes que convulsionan al mundo ortodoxo, el Patriarcado de Rusia abandonó los trabajos de la Comisión. También estuvieron ausentes en Alejandría los representantes de los Patriarcados de Antioquía, de Bulgaria y de Serbia, pero estaban presentes las restantes diez delegaciones de los demás Patriarcados (Constantinopla, Alejandría, Jerusalén, Rumania, Georgia) e Iglesias autocéfalas (Chipre, Grecia, Polonia, Albania, República Checa y Eslovaquia).  ¿En qué términos es posible hablar de Sinodalidad en ámbito ecuménico y qué consideraciones han surgido teniendo en cuenta el pasado? El tema está ilustrado en la Introducción: “El presente documento considera la convulsionada historia del segundo milenio (…), se compromete a dar –en la medida de lo posible–  una lectura común de esa historia y ofrece a los Ortodoxos y a los Católicos la oportunidad de explicarse recíprocamente acerca de varios puntos, como así también promover la mutua comprensión y la confianza que son requisitos esenciales para la reconciliación empezando el tercer milenio. El resultado es una inteligencia más clara y compartida de las razones que han llevado –no raramente por motivos de naturaleza histórico-política más que teológica–  a incentivar una distancia que no sólo impidió los intentos de reconciliación hechos a lo largo de los siglos y el deseo de alcanzar un buen resultado, sino que además exasperó la interpretación polémica respecto de la otra parte y la rigidez apologética de la propia posición. Hay que registrar el valor que tiene la apertura a una situación nueva marcada por el acercamiento que se produjo en el siglo XX. Ello propicia una más pertinente valoración del efectivo significado y peso teológico de lo que aún impide la plena y visible unidad. ¿Cuáles son las perspectivas futuras? El documento hace hincapié en que son decisivos el “retorno a las fuentes” de la fe y la estrategia del diálogo de la caridad entre las  “Iglesias hermanas”, promovido todo ello por Paulo VI y el Patriarca Athenágoras (en la línea del Vaticano II).  También es importante el actual compromiso de la Iglesia Católica, incentivado tenazmente por el Papa Francisco, en redescubrir y reactivar el principio de la sinodalidad, que estimula la esperanza. ¿Hacia dónde apuntar la mirada? El documento hace una precisión diciendo que “la Iglesia no está concebida correctamente como una pirámide, con un primado que la gobierna desde lo alto, pero tampoco se la comprende correctamente con una federación de Iglesias autosuficientes. Nuestro estudio histórico de la sinodalidad y del primado en el segundo milenio ha mostrado lo inadecuado de ambas visiones.  En el mismo sentido, es claro que para los Católicos la sinodalidad no es meramente consultiva y para los Ortodoxos el primado no es meramente honorífico”. Entonces, la interdependencia entre sinodalidad y primado –éste es el punto firme adquirido– es “un principio fundamental  en la vida de la Iglesia. El mismo está intrínsecamente relacionado con el servicio de la Iglesia a nivel local, regional y universal.  Sin embargo, el principio debe ser aplicado en específicos contextos históricos (…);  lo que se requiere en las actuales circunstancias es una nueva y correcta aplicación del mismo principio”. Esta perspectiva allana el terreno para proseguir en el camino y continuar con la apertura de una fase nueva.

Carlos Mana e Maria Grazia Berretta (fotos: ©Dicastero per la promozione dell’Unità dei cristiani)