Movimiento de los Focolares
Evangelio vivido: “Señor, qué bien estamos aquí” (Mt 17,4)

Evangelio vivido: “Señor, qué bien estamos aquí” (Mt 17,4)

En el momento justo

Un día una persona que colabora con nuestro centro recibió un par de zapatillas deportivas nuevas número 43. ¿Pero a quién podrían servirle? ¡Ese mismo día supimos que un niño de 14 años que conocemos realmente necesitaba esas zapatillas y de ese número! Es hijo de una amiga que en ese momento estaba en el hospital. La otra hija también había venido a nuestro centro ese día y nos habíamos enterado de que necesitaban ropa y medicinas. Nos había dicho que le sería útil un celular para mantenerse en contacto con su madre en el hospital. Y… ¡habíamos recibido uno unos días antes! ¡Es impresionante ver cómo siempre hay “Alguien” que nos proporciona esas cosas ad hoc que luego podemos donar!

Una cama en dos minutos

Estábamos en la despedida final de un domingo pasado “en familia” (por así decirlo porque estábamos rodeados de cientos de personas) con actividades para recaudar fondos para nuestros jóvenes. Un amigo venezolano de los primeros que conocí hace años me presentó a un joven de 18 años: Jesús. Ya me había contado algo de lo que había vivido desde que salió de Venezuela a los 16 años, ¡solo! Dos años de aventuras suficientes para hacer una película de acción, con muchos momentos de incertidumbre. Llevaba quince días en Perú. ¡Hablando con él descubro que duerme sobre un colchón en el suelo! Con su primer sueldo había planeado diligentemente (de hecho, inmediatamente encontró trabajo en Perú) resolver el problema de los documentos y luego pensar en la cama. En ese momento no tenía soluciones, pero prometimos seguir en contacto. Poco después de saludarlo, me encuentro con una de nuestras colaboradoras que, sin saber nada de las necesidades de Jesús, me pregunta: “Entonces, ¿qué hacemos con esa cama?”. “¿Pero ¿cómo? ¿Aun la tienes?”, pregunto sorprendido. “¡Sí!”, me dice. Inmediatamente llamé a Jesús que salía del Centro. Se unió a nosotros inmediatamente y, al escuchar la noticia de que ya había una cama para él, la luz que vi en sus ojos era muy fuerte. ¡No habían pasado ni dos minutos desde que le había dicho que intentaría encontrar una solución!

Ecografia gratis

Muchos de los migrantes que llegan a nuestro centro necesitan atención médica y, en ocasiones, incluso pruebas diagnósticas. Otra bendición del Cielo llegó hace un tiempo: un centro médico cercano a nosotros nos ofreció la posibilidad de realizar ecografías gratuitas. Quieren darle esta oportunidad a quienes no tienen cómo pagar estos exámenes. Verdaderamente un regalo para muchos de nuestros pacientes.

Silvano R. – Perù

Evangelio vivido: la verdadera amistad

Un vínculo profundo en el que no sólo está en juego nuestro destino sino también el destino del otro, su historia. Esta es la verdadera amistad: un bien gratuito y no reembolsable; una relación auténtica donde cada uno, al apoyar al otro, al final se encuentra consigo mismo. El amigo en problemas Conducía al trabajo cuando vi a un antiguo colega de la universidad en la calle. Lo llevé y en el camino me contó sus problemas: por el COVID se había quedado sin trabajo de mesero; además, en el hospedaje donde residía no tenía agua caliente y energía eléctrica, pues no había pagado las cuentas. Fue espontánea mi invitación a tomar una ducha y lavar la ropa en mi casa, cuando lo necesitaba. Él aceptó con gusto. Un día vino como siempre, no estaba bien, pero no tuvo valor para decírmelo. Después de dos días, descubrí que tenía COVID. Cuando el amigo se enteró, entendió que era él quien me había contagiado, así que no tenía ganas de volver a lavar sus cosas. Pero le aseguré que no tenía nada contra él y volvimos a vernos seguido. Si encontré la fuerza para salir al encuentro de este hermano mío, fue porque como cristiano me siento llamado a detenerme y comprender las necesidades de mi prójimo, para ayudarlo y amarlo como nos dice Jesús en el Evangelio. (Steve – Burundi) Matrimonio en crisis Desde Brasil, tierra de su “gran amor”, Brigitte me había escrito que su esposo, que se había vuelto alcohólico, la había abandonado a ella y a sus tres hijos. Con el consentimiento de mi esposo, decidí visitarla. Aunque el viaje fue un gasto muy alto para nuestra economía, prevaleció el deseo de estar cerca de esta vieja amiga. Encontré a Brigitte destrozada, desilusionada, desorientada; se preguntó por qué ese destino: lejos de su patria y parientes, sola, fracasada en todos los sentidos. Hablamos de la posibilidad de un regreso a Francia. Sin embargo, ella no veía el alejamiento total del padre como algo positivo para los niños. Podía entenderla. Para su economía, estando allí me comuniqué con la editorial donde trabajo, que le encargó algunas traducciones al francés. Pero el verdadero regalo para Brigitte, y también para mí, fue que, recordando nuestra juventud, pensando en las preguntas sobre la fe y el deseo de construir un mundo más humano, ese sueño pareció revivir. Finalmente, ella misma identificó la forma más concreta de comprometerse con los demás, un camino hacia la reconstrucción. Volví con nuevas fuerzas. (J.P. – Francia)

Maria Grazia Berretta

(tomado de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año IX – n.1- marzo-abril 2023)