Causa de canonización

Testimonio de fe y de amor

En la Iglesia católica es costumbre presentar a sus fieles, como estímulo de vida cristiana, personas que se han distinguido por un particular testimonio de fe y de amor hacia Dios y hacia todos. Esto se produce tras un proceso de verificación canónica, que examina también el patrimonio de vida, de pensamiento y de acción de la persona, y que no puede iniciarse antes de los cinco años de su muerte.

Pensando en Chiara Lubich (1920-2008) y a su legado, personas corrientes y autorizadas a pesar de la diversidad de sus respectivas visiones – expresaron la esperanza de que a ella también pudiera sucederle lo mismo. Un reconocimiento destinado a animar a muchos a promover un compromiso moral y espiritual por el bien de la humanidad. Un estímulo a hacer propio el deseo, reiteradamente expresado por Chiara, de santificarnos juntos, de proponer a la Iglesia no sólo la santidad de una persona, sino también la del pueblo. En este espíritu, la presidenta del Movimiento de los Focolares, Maria Voce, anunció el 7 de diciembre de 2013la decisión de solicitar la apertura de la causa de beatificación de Chiara Lubich.

Después de un año de cumplimiento de los actos canónicos necesarios para el inicio de la causa, el obispo de Frascati, monseñor Raffaello Martinelli, abrió solemnemente la “Causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios Chiara Lubich” en la Catedral de Frascati el 27 de enero 2015. En una carta escrita para la ocasión, el papa Francisco insta a “dar a conocer al pueblo de Dios la vida y las obras de aquella que, aceptando la invitación del Señor, encendió para la Iglesia una nueva luz en el camino hacia la unidad” (Carta de Papa Francisco).

La fase diocesana de la investigación, que implica un intenso trabajo, concluyó el 10 de noviembre de 2019 durante una celebración solemne presidida por el obispo en la catedral de Frascati.

En aquella ocasiónMaria Voce, entonces presidenta del Movimiento de los Focolares, concluyó su agradecimiento y saludo de la siguiente manera:

“Nuestro único deseo ahora es ofrecer a la Iglesia, a través de esta amplia documentación, el regalo que Chiara fue para nosotros y para muchas personas. Acogiendo coherentemente el carisma que Dios le daba, día tras día, caminando y tendiendo a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, Chiara se esforzó para que este camino de vida evangélica fuera seguido por muchos, en una actitud siempre renovada de ayudar a quienes encontraba a poner a Dios en primer lugar y a “hacerse santos juntos”. Su mirada y su corazón, como ahora se demuestra, estaban movidos por un amor universal, capaz de abrazar a todos los hombres más allá de todas las diferencias, siempre con el objetivo de realizar el testamento de Jesús: Ut omnes unum sint”.