El “Santo viaje” que nos propone Chiara Lubich no se hace en soledad y separados del mundo. Es un camino para todos sin distinción de edad, condiciones sociales y opciones de vida. El método consiste en centrarse en el amor al prójimo y en el amor reciproco que nos ayudaran a “olvidarnos” del mundo. (…) Estamos llamados a permanecer en medio del mundo y a llegar a Dios a través del hermano, es decir a través del amor al prójimo y del amor reciproco. Si nos esforzamos por seguir este inédito camino del Evangelio veremos que – como por encanto – nuestra alma se habrá enriquecido con todas estas virtudes Es necesario el desprecio del mundo. No hay mayor desprecio por una cosa que el olvido: olvidarla, ignorarla, despreocuparse de ella. Si tendemos siempre a pensar en los demás, a amar a los demás, entonces no nos ocupamos del mundo, lo olvidamos, por tanto lo desestimamos, si bien esto no nos dispensa de hacer nuestra parte para alejar de nosotros sus tentaciones. Es necesario progresar en la virtud. Pero es con el amor como se logra. ¿No dice acaso la escritura: “Corro por el camino de tus mandamientos pues tú dilatas (con el amor) mi corazón”[1]?. Si amando al prójimo se corre en el cumplimiento de los mandatos de Dios, quiere decir que se progresa. Es necesario también el amor al sacrificio. Amar a los demás significa justamente sacrificarse a sí mismo para dedicarse al hermano. El amor cristiano es sinónimo de sacrificio, si bien proporciona mucha alegría. Es necesario el fervor de la penitencia. Es en una vida de amor dónde encontraremos la mejor y principal penitencia. Es necesario renunciar a uno mismo. En el amor a los demás está siempre implícita la renuncia a uno mismo. Hace falta finalmente saber soportar todas las adversidades. ¿Acaso muchos dolores en el mundo no son causados por la convivencia con los demás? Debemos saber soportarlos todos y amarlos por amor a Jesús Abandonado. Así superaremos muchos obstáculos en la vida. Sí, en el amor al prójimo encontramos un excelente modo de hacer de la vida un ” santo viaje “.
Chiara Lubich
(Cf. Chiara Lubich, en Juntos en camino, Ciudad Nueva, 1988, pag. 192/3) [1] Sal 119, 32.263
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