Chiara Lubich nos invita a mirar a Jesús como a un espejo, como invita Santa Clara en las cartas a algunas de sus hermanas, un espejo que en su humanidad refleja la divinidad. Hoy podemos preguntarnos: nosotros ¿somos de algún modo espejo de Jesús? ¿Lo somos para los demás? En las cartas a Inés de Praga*, que forman parte de los escritos que hablan de su exigencia de fidelidad radical al Evangelio, (Santa) Clara invita a las hermanas a mirar a Jesús como a un espejo: un espejo que en su humanidad refleja la divinidad. “Pon tus ojos – escribe – delante del espejo de la eternidad (Jesús); y transfórmate totalmente (…) en la imagen de Su divinidad” (FF 2888) […] Santa Clara entonces le pide a Inés que mire al Esposo, pero también que lo imite repitiendo las mismas elecciones, los mismos actos, los mismos gestos. […] Pero hoy podemos preguntarnos: nosotros ¿somos de algún modo espejo de Jesús? ¿Lo somos para los demás? A propósito de esto quisiera recordar un sueño que teníamos en los primeros tiempos. Decíamos: “Si por una hipótesis absurda todos los Evangelios de la tierra se destruyesen, nosotros quisiéramos vivir de tal modo que los demás, considerando nuestra conducta, viendo en nosotros, de alguna manera, a Jesús, pudieran volver a escribir el Evangelio: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ (Mt 19,19), ‘Den y se les dará’ (Lc 6,38), ‘No juzguen…’ (Mt 7,1), ‘Amen a sus enemigos…’ (Mt 5,44), ‘Ámense mutuamente…’ (Cf. Jn 15,12), ‘Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos (Mt 18,20)”.
Chiara Lubich
El espejo – Chiara Lubich, Berna, 11 de agosto de 2002 * Religiosa de la Orden de Santa Clara
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