La Palabra de Vida del mes de mayo de 2022 nos propone poner en práctica el mandamiento nuevo de Jesús: el amor recíproco. Mirar más allá de las diferencias – tan acentuadas en estos tiempos– para hacer nacer verdaderas comunidades que revelen la gran novedad del Evangelio. Tú sabes que Jesús está presente, por ejemplo, en los actos sacramentales: en la Eucaristía de la Misa Él se hace presente. Pues bien, también Jesús está presente allí donde se vive el amor mutuo. Pues Él dijo: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre (y esto es posible mediante el amor recíproco), allí estoy yo en medio de ellos”[1]. Él puede permanecer eficazmente presente en la comunidad cuya vida profunda es el amor recíproco. Y a través de la comunidad, puede seguir revelándose al mundo, puede seguir influyendo en el mundo. ¿No te parece espléndido? ¿No te dan ganas de vivir inmediatamente este amor junto con los cristianos, tus prójimos? Juan (…) ve en el amor recíproco el mandamiento por excelencia de la Iglesia, cuya vocación es precisamente ser comunión, ser unidad (…) Si quieres, pues, buscar la verdadera señal de autenticidad de los discípulos de Cristo; si quieres conocer su distintivo, tienes que reconocerlo en el amor recíproco vivido. A los cristianos se les reconoce por este signo, y si falta, el mundo no descubrirá nunca a Jesús en la Iglesia. El amor recíproco crea la unidad. Y ¿qué hace la unidad? “Que sean uno –sigue diciendo Jesús– para que el mundo crea…”[2]. La unidad, que revela la presencia de Cristo, arrastra al mundo tras Él. Ante la unidad, ante el amor recíproco, el mundo cree en Él.
Chiara Lubich
(Chiara Lubich, en Palabras de Vida/1, Ciudad Nueva, 2020, pp. 175-176) [1] Mt 18, 20. [2] Jn 17, 21.
0 comentarios