En 1976, durante la primera Escuela Gen, Chiara Lubich respondió a las preguntas de los jóvenes de los Focolares de todo el mundo. Refiriéndose a lo que estaba viviendo en esos días dijo lo siguiente Leí […] una paginita − que tal vez ustedes ya conozcan − breve, […] que decía así: “Jesús Abandonado, abrazado, estrechado a sí, […] consumado en uno con nosotros, consumados en uno con Él, hechos Dolor con Él, dolor: he aquí como nos hacemos Dios, el Amor”. Esta frase me impactó de un modo muy especial, porque son escritos que hice cuando estaba en una vía iluminativa. Por consiguiente, escribía cosas más grandes de las que podía vivir, o también las vivía, pero en menor medida. Cuanto más voy adelante, más descubro su valor y profundidad. […] Me gustó y el Espíritu Santo me marcó el no ser dos: Jesús Abandonado y yo, es decir, yo y el dolor que sobreviene, yo y la duda que me llega, yo y descubrirlo y luego, poco a poco abrazarlo, y decirle a Jesús… después de algunos minutos… ¡No, zas! [de inmediato]. “Hechos dolor con Él, dolor”, querer solamente eso. “Así es como se llega a ser Dios”, como se llega a ser Dios, “el Amor”, el Amor. Luego − […]apenas había recibido una tarjeta de Loppiano, que nuestro don Mario Strada me mandó, acompañando su cartita con algunas fotos de su nueva iglesia de Cappiano, me parece, con hermosas pinturas. En uno de los cuadros estaba escrita debajo esta frase: “Nox mea −mi noche− obscurum non habet“, “Mi noche no tiene oscuridad”. Entonces, me gustó muchísimo. Fue como si el Señor me la hubiera mandado. Porque dije: esto es lo que quiero vivir, es decir, apenas llega el dolor, debo abrazarlo con tanta rapidez, debo estrecharlo a mí, consumarlo en uno […] hecho dolor con Él, el dolor, es así como llegamos a ser no dolor, sino el Amor, Dios. […] Y he visto, gen, que viviéndola todo el día es un tratamiento reconstituyente de Ideal inimaginable, inimaginable. Porque empezamos por la mañana, tal vez estás algo cansada, no dormiste bien durante la noche… Entonces, el cansancio: ¡Ah! ¡Qué estupendo! Mi noche no tiene oscuridad. Es decir, ese dolor no existe porque lo amo. Me levanto y tal vez encuentro algunas dificultades o problemas enseguida, porque me dicen: “Chiara, tendría que decirte algo”. “¡Ah! −me digo− ¡Qué estupendo! Jesús, estoy dispuesta, bien, te abrazo, te estrecho a mí, me hago dolor contigo” enseguida… “Mi noche no tiene oscuridad”. Y así durante todo el día. Creo que si… creo que se progrese espiritualmente más en una semana viviendo de esta única forma, que en meses viviendo de otra manera. […] Pero para todo lo que causa dolor: te duelen un poco los pies, te hace daño el frío; te duele una respuesta desairada; te hace sufrir tener que hacer una cosa; te da dolor… Entonces, inmediatamente, ahí está […] de manera de poder decir siempre por la noche, antes de dormir: “Jesús, mi noche no tuvo oscuridad” […] realmente se siente… podemos decir –ahora que Dios lo confirme–, que no somos nosotros los que vivimos, sino que el Amor vive dentro, es Dios […].
Chiara Lubich
(Grottaferrata, 2 de junio de 1976, a la Escuela Gen) https://www.youtube.com/watch?v=bKOiE7sF0g4
0 comentarios