¿Qué ha dejado en Grecia y en Chipre la visita del Papa Francisco, a un mes de distancia? Se lo hemos preguntado a algunos miembros de la comunidad de los Focolares en esos dos países. Un mes después del viaje de Francisco a Grecia y a Chipre, esta parte del globo sigue estando bajo los reflectores internacionales. Entre las noticias de estos días leemos la historia llena de esperanza de Grace Enjei. Se trata de una joven de veinticuatro años, camerunesa. Gracias a la visita del Papa y la ayuda de la Comunidad de San Egidio, desde esa “no man’s land” (tierra de nadie) de Chipre, Grace llegó a Roma junto con otras diez personas que solicitaban asilo. Pero nos enteramos también de enésimo naufragio en el Mar Egeo, el día de Navidad, en donde perdieron la vida trece migrantes. Grecia y Chipre. Dos países con una población relativamente pequeña (los católicos, además, son una minoría religiosa) pero que son el espejo de las principales crisis globales: las fuertes corrientes migratorias y la crisis financiera, además de la sanitaria. En particular, sufren por las preocupantes influencias de carácter político de sus vecinos turcos. A algunos de la comunidad de los Focolares de ambos países les hemos preguntado qué ha dejado este viaje apostólico, cuáles son los pasos que hay que realizar hacia la paz y hacia una convivencia más humana entre todos. Lina Mikellidou, ortodoxa y responsable de la comunidad de los Focolares de Chipre no tiene dudas: “Cuando el Papa Francisco afirmó que hay que hacer de esta isla ‘un laboratorio de fraternidad’ individualizó claramente el problema. Chipre desde al año 1974 está ocupada por los turcos y la capital Nicosia es la última ciudad europea dividida por un alambre de púa. Los intentos de recomponer esas fracturas no han dado resultados concretos, a pesar del esfuerzo de la comunidad internacional y de las dos partes en los últimos años. Creo que es necesario desarrollar o reforzar plataformas, espacios de diálogo entre las distintas realidades que existen en Chipre, o bien entre cristianos de distintas denominaciones (como armenios, latinos, maronitas y ortodoxos) y también con los musulmanes. Luego, hay que cultivar el espíritu de ‘unidad en la diversidad’ entre las dos Iglesias hermanas, la Católica y la Ortodoxa. Finalmente, está el tema de los migrantes. Esa cantidad de refugiados no es sustentable para nuestro país, tanto desde el punto de vista logístico como económico. Mi pueblo es conocido por su generosidad y por el espíritu de acogida. Se ha hecho mucho ya por los migrantes pero seguramente se puede mejorar, tratando de sensibilizar las conciencias, encontrando fondos y estructuras para hacer que estos hermanos nuestros vivan en condiciones más humanas y dignas”. “El Papa nos ha alentado a tener una nueva mirada –concluye Lina–, una atención viva por temáticas candentes como la de los migrantes y la del diálogo ecuménico. Nos da mucha esperanza la búsqueda de la unidad entre el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla S. B. Bartolomé. Es una relación fraterna, hecha de gestos concretos y de profundo diálogo”. Alexandros Oshana, joven de Atenas de la comunidad local de los Focolares sostiene que el camino del diálogo ecuménico es largo aún: “En este sentido –afirma– la visita del Papa ha ofrecido la posibilidad de un nuevo inicio. En sus discursos usaba a menudo las palabras ‘unidad’, ‘fraternidad’, ‘diálogo’. El Papa ponía su esperanza en una iglesia inclusiva, abierta a los que sufren. Francisco nos expresó a todos nosotros griegos católicos al 100%, nuestra intención de estar cerca de los hermanos ortodoxos y de sentirnos ante todo cristianos”. Teniendo ese propósito, a nadie se le pasó por alto el ejemplo que el Papa Francisco quiso dar en primera persona. Para remarcar que la unidad es posible sólo a través de un completo acto de humildad, él mismo le pidió perdón una vez más al Arzobispo ortodoxo Ieronimos por los errores cometidos en el pasado por los católicos para con los ortodoxos. El mismo Arzobispo dijo que él estaba seguro de que será posible “remover los pesos del pasado, particularmente los que se relacionan con los acontecimientos de la guerra de la independencia griega”. Como signo de fraternidad dijo también que quiere unirse a Francisco “en el enorme reto” que se refiere a la suerte de los migrantes y que quiere emprender “una acción común por el ambiente”.
Lorenzo Russo con la colaboración de la comunidad de los Focolares de Grecia y Chipre
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