Una imagen entre todas, la palabra PAZ compuesta por todos los participantes, con caracteres cubitales, a los pies de la colina. Un sonido entre todos, ese aplauso, rítmico e inexorable, símbolo de uno y mil corazones dentro de la barca de la vida en donde somos todos viajeros, o migrantes. Una canción ente todas, “la esperanza es la voz del infinito que nos guía hacia la salvación”. Bajo una explosión de cañones cargados de color –del verde al fucsia- se cerró, simbólicamente, la cita tradicional del 1° de mayo en Loppiano, el encuentro internacional de los Jóvenes por un Mundo Unido 2017, injertado en la Semana Mundo Unido 2017, que este año se titulaba Pulse: Change your heart, change the world. Desde 1973, año de la primera edición, en la pequeña ciudad del centro de Italia confluye para la ocasión una multitud variopinta de miles de jóvenes provenientes de todas partes de Italia y de Europa, pero con representantes de todo el mundo. Una cita festiva, modelo exportable de convivencia pacífica a partir de los más jóvenes, una generación interconectada, con mayor tendencia a construir puentes que a levantar muros, por su misma naturaleza y cultura. Una jornada de intercambio, testimonios, música, danza, coreografías, bajo el símbolo de la paz y de la construcción de un mundo unido, en la que estuvieron comprometidos los jóvenes del Movimiento de los Focolares en colaboración con otras asociaciones y Movimientos, entre los cuales “Nuevos Horizontes”, la “Comunidad de San Egidio”, el “Centro internacional La Pira”, “Living Peace”, “Rondine”, “Barbiana”, “Economía sin armas”, “Il varco”, “No desde la guerra”. Significativa la presencia de varias Comunidades islámicas de Italia, con el aporte de los Imanes de Massa Carrara, Teramo, Trieste y del Veneto. La calidad artística la aseguraron los grupos musicales Gen Rosso y Gen Verde, la asociación cultural DanceLab armonía, y los cantautores Amara y Paolo Vallesi (quienes participaron en el Festival de Sanremo), y otros numerosos conjuntos provenientes de distintas ciudades de Italia. Todos unidos por una fuerte voluntad de paz y por el sueño de un mundo inclusivo, ecuo, fraterno. Con un entusiasmo que ni siquiera la lluvia logró apagar. Mientras los grandes de la tierra amenazan con nuevas y ruinosas acciones de guerra, que dejan desconcertada a la mayoría, en el palco del anfiteatro natural de Loppiano se alternan historias “de abajo”, auténticas, que si fueran replicadas al infinito cambiarían el curso de la historia. Como la de Mohamed, relatada por Luca, quien llegó a Italia en una balsa después de una peligrosa travesía. O como la de un grupo de jóvenes cristianos de Siria, quienes en un video-mensaje grabado expresan el amor por su tierra martirizada. Ciertamente no se trata de pacifismo de fachada, sino de una valiente mirada hacia adelante la de los bailarines de la Asociación Dance Lab Armonía, quienes desde el 2014 organizan en Belén talleres artísticos para niños de los territorios palestinos, gracias a la colaboración del padre Ibrahim Faltas, de la Custodia de Tierra Santa.
Despreocupados ante la lluvia, en la primera parte de la tarde, los jóvenes empiezan a componer la silueta de una barca. O quizás la lluvia era el detalle que faltaba, porque ciertamente el viaje de todos los migrantes de hoy, que se lanzan a las olas en busca de un futuro de paz y dignidad, no está exento de peligros e insidias. Esos que Giusi Nicolini, la alcaldesa de Lampedusa (Italia) y Premio Unesco 2017 por la paz, conoce bien. Su testimonio de acogida y lucha contra la “ley del silencio”, al timón de una isla que representa el primer punto de llegada a Europa después de la travesía, anima a arremangarse en todos los rincones del mundo. Llueve también en la colina mientras se forma el mensaje de paz, tema de la canción de Amara y Paolo Vallesi, que se convirtió en el tema de la jornada. Pero los colores brillantes, disparados por cañones no bélicos, prevalecen sobre las nubes grises. Los mismos colores que se esparcen por doquier, con grandes baldes, los jóvenes participantes, antes de partir, en un tripudio de fiesta. Es la promesa y el compromiso de “ensuciarse las manos” para programar, construir y realizar por doquier un mundo de paz.Poner en práctica el amor
Poner en práctica el amor
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