El referéndum de autodeterminación que tuvo lugar en Cataluña (España) el 1° de octubre de 2017, que fue declarado ilegal, dio vida a un período político y social de crisis política y de fortísima tensión civil que involucró en forma directa todos los sectores de la población, empezando por los jóvenes. Martí es catalán y proviene de una ciudad cerca de Barcelona, pero se transfirió a Madrid donde estudia. Es un Gen, es decir comparte los ideales de unidad de los Focolares con otros chicos provenientes de distintas regiones de España y cuenta que “a pesar de este valor común también con ellos los primeros tres meses en Madrid no fueron fáciles. Además, en la residencia en la que vivía me maltrataban porque era el único catalán. Con los Gen discutía muchísimo y continuamente estaba enojado. Pero un día decidimos resolver la situación, conversando entre nosotros y escuchándonos verdaderamente. Era esto lo más importante que había que hacer, lo estábamos entendiendo: más allá de nuestras ideas no podíamos perder el diálogo entre nosotros; la cosa más importante era entendernos y respetarnos. No puedo decir que después de ese momento el camino haya sido más sencillo, pero entendimos que cuando nos ponemos en la disposición de verdadera escucha los problemas se resuelven y no cuando queremos imponernos. También Alba es catalana y cuenta que el período post refrendario fue para ella y los otros Gen como una prueba de fuego: “En las redes sociales había comentarios muy fuertes sobre las motivaciones políticas de una parte y de otra, escritas por algunos Gen, que me herían profundamente, pero no me había detenido a pensar si también mi modo de expresarme le podía hacer daño a quien no pensaba como yo. Fue en esos días que empecé a reflexionar sobre lo que significaba para nosotros aquello que a menudo nos decimos, que estamos dispuestos incluso a morir los uso por los otros. ¿Cuándo habríamos tenido que poner en práctica esa promesa? Sentía que el momento era ahora. Fue así que nos encontramos de toda España para hablarnos claramente aunque no fue fácil porque éramos muchos y era imposible decirnos todo. Con algunos seguimos hablando, como por ejemplo con Laura. Recuerdo que con ella la situación era delicada porque no sabíamos cómo afrontar el problema sin herirnos recíprocamente. Cuando ella me propuso que hiciéramos el pacto, es decir poner el amor por encima de cualquier cosa, ¡me dejó desarmada! Nadie me había hecho una propuesta así, pero funcionó porque a partir de ese momento logramos dialogar. El objetivo no era defender nuestra idea, sino cuidar la una de la otra sin herirnos y, al mismo tiempo, dejar a la otra el espacio para expresarse. Esta experiencia me hizo ver la situación política en forma distinta, me hizo comprender que lo importante no era tener razón, sino entender que detrás de las ideas del otro hay una persona y esta es la cosa más importante. Todavía hoy nuestras opiniones no han cambiado, seguimos pensando distinto y esto no es fácil. A veces tenemos que pedirnos disculpas, pero hablando, llegamos a la conclusión de que tanto las cosas positivas como las negativas forman parte de la experiencia. La incomprensión ahora se ha transformado en algo más grande; no es resignación, no es sólo respeto, es esa rosa que vale más que todas las espinas juntas”.
Poner en práctica el amor
Poner en práctica el amor
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