«Que el Señor les haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros»
Siendo el amor el centro de la vida cristiana, si no progresa, toda la vida del cristiano lo resiente, languidece y después puede apagarse.
No basta con haber entendido la luz del mandamiento del amor al prójimo y ni siquiera haber experimentado el entusiasmo, sus impulsos y sus arrebatos a los inicios de la propia conversión al Evangelio. Es necesario hacerlo crecer manteniéndolo siempre vivo, activo, operativo. Y esto sucederá si se saben acoger, con mayor prontitud y generosidad, a las diversas ocasiones que la vida nos ofrece cada día.
«Que el Señor les haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros»
Para San Pablo, las comunidades cristianas deben tener la frescura y la calidez de una verdadera familia.
Es comprensible por tanto la intención del apóstol de advertir sobre los peligros a los que con mayor frecuencia se ven expuestos: el individualismo, la superficialidad, la mediocridad.
Pero San Pablo quiere prevenir también sobre otro grave peligro, estrechamente vinculado al precedente: el de apoyarse en una vida tranquila y ordenada, pero cerrada en sí misma.
Él quiere comunidades abiertas, ya que es propio de la caridad amar los hermanos en la fe y, al mismo tiempo, ir hacia todos, ser sensibles a los problemas y las necesidades de todos. Hace parte de la caridad saber acoger a cualquier persona, construir puentes, poniendo en relieve el positivo y uniendo los propios deseos y esfuerzos para el bien de los que muestran buena voluntad.
«Que el Señor les haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros»
¿Cómo viviremos entonces la Palabra de vida de este mes? Será tratando de crecer también nosotros en el amor mutuo dentro de nuestras familias, de nuestro ambiente de trabajo, de nuestras comunidades o asociaciones eclesiales, parroquias, etc.
Esta Palabra nos pide una caridad sobreabundante, es decir, una caridad que sepa superar las medidas mediocres y las varias barreras provenientes de nuestro sutil egoísmo. Será suficiente pensar en ciertos aspectos de la caridad (tolerancia, comprensión, acogida recíproca, paciencia, disponibilidad al servicio, misericordia hacia las verdaderas o presuntas faltas de nuestro prójimo, comunión de bienes materiales, etc.) para descubrir tantas ocasiones para vivirla.
Después es evidente que, si en nuestra comunidad hay este clima de amor mutuo, su calidez se irradiará sin falta hacia todos. También aquellos que todavía no conocen la vida cristiana advertirán su atractivo la atractiva y muy fácilmente, casi sin darse cuenta, se sentirán involucrados al punto de sentirse parte de una misma familia.
Chiara Lubich
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