Llegaron a Nocera Umbra de tres regiones de Italia Central (Umbría, Las Marcas y Abruzzo), más de 500 personas de todas las edades, laicos y sacerdotes, y también tres obispos: Mons. Secchia, obispo de Teramo, Mons. Petrocchi, arzobispo de Aquila y Mons. De Luca de Termoli.
Fueron todos convocados para un congreso del Movimiento Diocesano de los Focolares que se desarrolló, del 29 de agosto al 1° de septiembre, y que reunió a participantes de seis diócesis italianas para un intercambio bajo el lema de la nueva evangelización y pensar juntos una metodología de trabajo para afrontar mejor los desafíos y las nuevas perspectivas que se abren para las iglesias locales.
Se habló de iglesias abiertas, como las propone el Papa Francisco, capaces de reunir a muchos en una única familia al servicio de todos. Agrupados por edades, intercambiaron las experiencias vividas en varios ámbitos para llegar a toda la diócesis. Educación integral, empezando por los niños, en un itinerario de acompañamiento hasta la etapa adulta. Iniciativas para compartir que involucraron a toda la ciudad, e incluso a toda una diócesis. Como en Ascoli, donde el obispo mandó felicitaciones a cada uno de los alcaldes recién elegidos: a partir de este gesto nació una colaboración “efectiva y afectiva”. En esa ciudad son varias las actividades de solidaridad con los menos favorecidos realizadas en colaboración o con el apoyo de la Alcaldía. En Pesaro, donde desde hace años hay un intercambio con el mundo ortodoxo, a través de grupos de jóvenes (sobre todo provenientes de Rumanía), que ofrecen una oleada de esperanza para el ecumenismo. En Fermo y en Teramo, en cambio, nacieron dos conjuntos musicales, Eis y Hope, que proponen a muchos mensajes de paz y esperanza.
Recorriendo los distintos talleres se puso en evidencia la comunidad que incide en el lugar y surgió la pregunta: ¿por qué no llevar estas experiencias a una escala más amplia? Sería un aporte para aumentar la fraternidad en una diócesis.
La invitación de los obispos presentes fue unánime: para abrirse a las periferias existenciales es necesario dejarse cuestionar y confirmar por los hermanos, acrecentar la unidad entre todos.
Y ¿cuáles fueron las propuestas que surgieron? Trabajar en red para enriquecernos y ayudarnos, intercambiar actividades e ideas para encontrar juntos nuevos caminos, conscientes que la sinergia de las fuerzas permitirá que la incidencia en el territorio sea mayor.
El Movimiento Diocesano de los Focolares, nació en los años ’70, se desarrolló sobre todo en algunas diócesis del centro de Italia. Junto a todo el Movimiento, quiere «cooperar con la realización del testamento de Jesús “que todos sean una sola cosa” (Jn. 17,21) animando, mediante la espiritualidad de la unidad, las estructuras de la Iglesia particular: parroquias, organismos y ámbitos diocesanos».
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