Es el triunfo de Jesús resucitado que conocemos y revivimos también en nuestra pequeña experiencia, después de haber abrazado el abandono, o cuando unidos realmente en su nombre, experimentamos los efectos de su vida, los frutos de su Espíritu. El Resucitado debe estar siempre presente y vivo en nosotros [en este año 2000] en el que el mundo espera no sólo personas que creen y lo aman de alguna manera, sino testigos auténticos que puedan decir verdaderamente, como la Magdalena a los apóstoles después de haberlo encontrado cerca de la tumba, aquellas palabras que aunque las conozcamos, son siempre nuevas: “¡Lo hemos visto!”. Sí, lo hemos descubierto en la luz que nos ha iluminado; lo hemos tocado en la paz que nos ha infundido; hemos oído Su voz en el fondo del corazón; hemos saboreado su alegría incomparable. Fuente: Chiara Lubich en conexión telefónica. Castel Gandolfo, Roma, 20 de Abril de 2000.
Poner en práctica el amor
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