El Movimiento de los Focolares ha publicado un Balance de Comunión para el período 2020-2021, una herramienta de información para dar a conocer las principales acciones e intervenciones de esta realidad en el mundo; un documento detallado que es útil a cada uno para vivir y caminar juntos hacia la realización de la unidad y la fraternidad. Por primera vez el Movimiento de los Focolares publica un informe de misión y decide hacerlo a la luz de este tiempo de crisis e incertidumbre, que trae consigo las secuelas de la pandemia y las heridas aún abiertas de los múltiples conflictos en el mundo. Pero es precisamente cuando los problemas parecen más grandes y comunes que parece emerger un sentimiento popular de verdadera fraternidad y solidaridad. He aquí, por tanto, que este Balance de Comunión, más que ser un simple informe, pretende dar al lector una narración explicativa de las acciones e intervenciones del Movimiento de los Focolares, destacando lo que une y lo que queda por mejorar. El balance da especial importancia al elemento clave que se deduce del propio nombre: la comunión. En efecto, el estilo de vida propuesto por el Movimiento se basa en la tensión de poner en práctica el amor que tiene sus raíces en el Evangelio. Un amor que – como dijo la fundadora de los Focolares Chiara Lubich (1920-2008) – exige amar a todos, se los primeros en amar, “entrando en la piel del otro”, para que este amor se extienda hasta hacerse recíproco, precisamente, comunión. En esta perspectiva, el documento quiere resaltar los efectos de la comunión misma, de lo que se tiene y de lo que se es, en un compartir voluntario y libre. Al mismo tiempo, quiere convertirse en un instrumento que se abre al diálogo y a la comunión, como ha dicho la presidenta Margaret Karram en sus palabras introductorias: “Es con estos sentimientos que deseo ofrecer a todos para que esto también pueda convertirse en un instrumento de diálogo, para tender puentes y difundir una cultura y una práctica de la fraternidad. Me interesa mucho que podemos aprender a vivir cada vez mejor esta comunión, este intercambio, en una relación de reciprocidad que nos hace hermanos y hermanas y promueve una auténtica familia en la que la diversidad nos enriquece y nos une en una unidad armoniosa”.
Stefania Tanesini
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