Una gran fuerza espiritual capaz de arrastrar multitudes de diversas edades, clases sociales, culturas: esta fuerza impulsaba a Chiara Lubich y los frutos se ven todavía hoy, también en la Iglesia. El cardenal Pietro Parolin, recordando la obediencia y la docilidad que la fundadora de los Focolares siempre tuvo- también en los momentos más difíciles- con respecto a la Iglesia, manifiesta hoy lo que los Pontífices, desde Pablo VI en adelante, expresaron, ofreciendo su apoyo y su estímulo hacia el Movimiento. Benedicto XVI en el telegrama enviado en ocasión del funeral de Chiara, hablaba de “compromiso constante por la comunión en la Iglesia, por el diálogo ecuménico y la fraternidad entre todos los pueblos”. Y continuaba diciendo “ella gastó su existencia escuchando las necesidades del hombre contemporáneo dentro de la plena fidelidad a la Iglesia y al Papa” Es doble la contribución que Chiara, según el Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Parolin, ofreció a la Iglesia: el haber profundizado y vitalizado el “perfil mariano constitutivo de la Iglesia tanto como el apostólico” y el fuerte e innovador llamado a la unidad– “Que todos sean uno para que el mundo crea”- construido y hecho posible desde el “secreto” del amor recíproco, la “regla de oro” que el mismo Jesús nos enseñó cuando nos dice “no hacer a los otros lo que no quisieras que te hicieran a ti”. Fuente: Vatican News
Poner en práctica el amor
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