Entrevista al autor sobre su última obra literaria. Un libro pensado para dar esperanza y mantener una fe intacta en el carisma de la unidad. Algunas preguntas al Copresidente del Movimiento de los Focolares acerca de su último libro, publicado por Città Nuova, que lleva el título de “Fidelidad dinámica”. Jesús, empecemos por el título: “Fidelidad dinámica”… He querido usar la expresión que el Papa Francisco ha utilizado en su discurso a los participantes de la Asamblea del Movimiento de los Focolares en el año 2021. Allí él habló de fidelidad dinámica. Para mí es un pensamiento muy cercano al concepto de fidelidad creativa. Con la ventaja de que “dinámica” hace referencia al concepto griego dynamis que quiere decir fuerza de movimiento. Por lo tanto, fidelidad dinámica es una fidelidad en movimiento, que no es estática y ello es muy apreciado por el Papa Francisco. Cuando nos habló a nosotros en otras ocasiones destacó que los movimientos tienen que ser justamente “movimiento”. Entonces me pareció ver en ese título algo más cercano a lo que hoy vivimos en nuestra realidad… El libro está dividido en capítulos. El primero: “palpar el pulso del tiempo”. ¿Cuáles son las perspectivas del carisma de la unidad de Chiara Lubich para el tiempo presente? ¿Cómo actualizar la identidad y la historia del carisma? Yo creo que el carisma de la unidad de Chiara Lubich es muy actual siempre. Por lo que se refiere a la sinodalidad, el Papa Francisco está insistiendo en que nos descubramos como pueblo de Dios en camino, en donde todos somos protagonistas. Sínodo quiere decir “caminar juntos”. El Papa quiere una Iglesia en donde cada uno dé lo mejor de sí como parte integrante del pueblo de Dios, cuerpo de Cristo. Pues bien, yo pienso que el carisma de la unidad de Chiara Lubich puede aportar mucho en este sentido, con su espiritualidad de comunión, la espiritualidad de la unidad. Por otra parte hoy hay muchos conflictos, guerras, polarizaciones masivas por todas partes –en el campo político, moral y social– y acaso como nunca antes asistimos a contraposiciones que parecen irreconciliables. Creo que en ello el carisma de la unidad también puede dar un gran aporte con su trama dialógica. Por lo tanto, hoy el carisma de la unidad hay que actualizarlo, redescubriendo su verdadera identidad, yendo a lo esencial, al núcleo fundacional del carisma. Esta actualización exige poner en práctica dos momentos, no en sentido cronológico, sino en su sentido profundo. Por una parte escuchar los signos de los tiempos, las preguntas del mundo, de la sociedad contemporánea. Por la otra, ir a fondo, ir a pescar en todos esos recursos que el carisma tiene, algunos de los cuales ni siquiera se han expresado aún. A mí me gusta mucho ese concepto de expresar lo que no ha sido expresado aún, y que está dentro de nosotros. Es así cómo se actualiza la identidad. En una fidelidad dinámica. Al transitar el proceso de purificación de la memoria que estamos viviendo en esta fase post-fundacional, pienso que estamos preparados para dar este paso. La actualización de un carisma se realiza con el aporte de todos y con un cambio de mentalidad, con una forma mentis. Además de la ayuda del Espíritu Santo, ¿qué podemos hacer para realizar todo ello? Sin duda la ayuda del Espíritu Santo es fundamental porque estamos en el contexto de una obra de Dios. Pero para actualizar el carisma se requiere la inteligencia. No en un sentido académico. Sino más en el sentido de la sabiduría. Se necesitan talentos y competencias para escuchar el grito de la humanidad. Es importante lo que se lee en el documento de la Asamblea General del año 2021: hoy la demanda de la humanidad que tenemos que escuchar es el grito de Jesús Abandonado. Por ello, además del Espíritu Santo, necesitamos la inteligencia del carisma y la Sabiduría que llega de la vida. Y no es un ejercicio de laboratorio, un ejercicio académico. Se puede captar el grito de Jesús Abandonado cuando estamos en contacto con el sufrimiento de nuestros contemporáneos. ¿Qué es la “teología del Ideal de la unidad”? ¿Por qué es importante para la fidelidad al carisma? Lo dijo la misma Chiara Lubich, que para el futuro del Movimiento de los Focolares y del carisma sería importante la teología. Ello quiere decir profundizar el carisma de la unidad a la luz de la Revelación, de donde surgió, y de la investigación teológica. Es un ejercicio de inteligencia del carisma que es fundamental, de lo contrario no se encarna, pero sobre todo no se universaliza. Sin la teología del Ideal el carisma se queda en el ámbito del Movimiento. Con una teología del Ideal de la unidad el carisma puede ir afuera también, además de encontrar un fundamento sólido. La teología del Ideal de la unidad ayuda a entenderlo bien para poder transmitirlo a las generaciones futuras. La vida y el testimonio van siempre primero, pero también esta labor es decisiva. La teología del Ideal de la unidad previene de posibles desviaciones. El kerigma original, que está en los Evangelios, necesitó del arduo trabajo de los Padres de la Iglesia, grandes teólogos, para que se salvase en su integridad. Con la actualización, ¿no se corre el riesgo de que el carisma pierda su identidad? Todo lo contrario. Justamente es el hecho de no actualizar lo que hace perder la identidad del carisma, porque la identidad de un carisma es siempre dinámica y creativa. Es cuestión de ser siempre los mismos sin ser nunca lo mismo. Es eso lo que he tratado de expresar. Lo estático justamente hace que se pierda la identidad del carisma porque le hace perder la conexión con la realidad. Para mí esto es muy claro: es necesaria una actualización constante para que el carisma mantenga su identidad. Es lo que Chiara hizo durante toda su vida. El segundo capítulo: “la casa del conocimiento de sí mismo”, se inspira en una carta de Catalina de Siena. Allí descubrimos nuestros límites, los fracasos, la auto-referencialidad, el rostro de Jesús Abandonado. ¿Qué podemos hacer para superar la “prueba del conocimiento de sí mismo”? El segundo capítulo es fundamental en esta fase que estamos viviendo, en la que hemos tenido que lidiar con nuestros defectos y con nuestros errores en la encarnación del carisma. ¿Qué podemos hacer para superar la prueba? Hay que vivirla hasta el fondo, porque hay que reconocer que no estamos a la altura del carisma. Ninguno de nosotros está a la altura del carisma. De ello surge no una sensación de desaliento, sino por el contrario una nueva confianza en Dios, en el Espíritu Santo, autor del carisma. Por consiguiente, la prueba del conocimiento de sí mismo se supera aceptando la humillación de no estar a la altura y colocando toda nuestra confianza en Dios. El tercer capítulo: “el discernimiento a la luz del carisma de la unidad”. El Papa nos pide que seamos artesanos del discernimiento comunitario. ¿Cómo podemos hacerlo? Y sobre todo, ¿el carisma de la unidad de Chiara Lubich es un carisma en discernimiento? Para el Papa Francisco discernimiento y sinodalidad van de la mano, tanto el discernimiento individual como el comunitario. Es un proceso muy delicado, porque requiere inteligencia, pero sobre todo escucha del Espíritu Santo. El discernimiento nos lo pide todo a nosotros y le pide todo a Dios. Pero ello no es simple, no es un ejercicio de consenso. Es ir a fondo en la búsqueda de la voluntad de Dios en cada momento. Creo que el dinamismo típico del carisma de la unidad, que nosotros llamamos Jesús en medio, que quiere decir ser merecedores de la presencia de Jesús entre nosotros, es un ejercicio de discernimiento. Chiara Lubich lo explicó muy bien: para merecer esa presencia es necesario un desapego completo de nosotros mismos, ponernos a la escucha del Espíritu Santo. Se requiere el amor recíproco. Incluso Chiara elaboró la idea de las relaciones trinitarias, que transforman el discernimiento comunitario en un “discernimiento trinitario”. Cuando apuntamos a tener a Jesús en medio de nosotros, hacemos una experiencia trinitaria, con todas las debilidades y las fragilidades de nuestra humanidad, corporeidad y psicología. Pero la hacemos y allí se da el discernimiento. Esta praxis de las relaciones trinitarias podemos leerla a la luz de la gran idea del Papa Francisco del discernimiento y de la sinodalidad. En el libro tú hablas de dos desviaciones: “el secuestro del Uno” y la “disolución del Uno”. ¿Qué son y cómo evitarlas? Estas tentaciones son realmente dos desviaciones de la espiritualidad de la unidad. En la primera sucede que alguien se adueña de la misión de la Comunidad e incluso de la misión de cada uno. Hay alguien que lo centraliza todo, que sin darse cuenta se apropia del sitio del Espíritu Santo en la dinámica de unidad. En este caso se secuestra el “nosotros”, lo necesario para que cada uno pueda florecer y dar su aporte. Entonces se dan abusos de autoridad, abusos de conciencia y abusos espirituales y por ello es un riesgo muy grande. En la disolución del Uno sucedo lo contrario, se pierde el sentido de la Comunión. Prevalece un individualismo exagerado. Si en el primer caso alguien se adueñaba del nosotros, en este caso desaparece el nosotros y aparece el individualismo de todos. La vida de comunidad se vuelve una organización en donde cada uno busca su espacio, su realización personal. Aquí también desaparece el Espíritu Santo que es dinamismo de la vida cristiana. ¿Cómo evitarlas? Se necesita un momento de autoconciencia: entender los errores que hemos cometido. Simultáneamente hay que volver al Evangelio vivido y a una auténtica vida de unidad. Sobre todo creo que hay que hacerlo con humildad, con la capacidad de descentralizar, con el amor al otro y pensando que la persona siempre es algo absoluto que no puede anularse de ninguna manera. Por lo tanto creo que la solución es un plus de amor, verdad, transparencia y donación concreta en la vida de unidad, en la vida de comunión. La unidad es un regalo del Espíritu, nadie puede secuestrarla con su poder ni disolverla con su individualismo. La unidad es una experiencia de Dios que nos toma por entero. Démonos cuenta de ello. Por último, ¿qué podemos hacer para que todos esos temas del libro no se reduzcan a meras buenas intenciones? Pienso que sería útil hablar de todo esto en las comunidades. Encontrar momentos para leer algunos trozos, tener algún retiro, y hacer un examen de nuestra vida a la luz de esas indicaciones. El libro está pensado para dar esperanza, mantener una fe intacta en el carisma de la unidad, y en caso de haberse extraviado, recuperarla. Mi deseo es que poniendo en común las experiencias podamos hacer resurgir una vida auténtica allí en donde ya no está, porque en muchos sitios la vida florece, hay generatividad y hay muchas cosas bonitas.
Lorenzo Russo
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