El comienzo del año es una buena oportunidad para recomenzar en las relaciones interpersonales. En el siguiente texto Chiara Lubich propone una estrategia radical: una amnistía completa en nuestro corazón para dejar vivir a Jesús en él y crear células de unidad en el mundo. Hoy quiero subrayar, para todos ustedes, la unidad. La unidad tiene que triunfar: la unidad con Dios, la unidad entre todos los hombres. ¿Cómo? Amando a todos con aquel amor de misericordia característico de los primeros tiempos del Movimiento, cuando decidimos ver cada mañana, durante todo el día, al prójimo que encontrábamos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, etc., en todas partes, verlo nuevo, novísimo, no recordar sus fallos, sus defectos, sino cubrirlo todo, todo con el amor. Amar precisamente como nos sugiere la Palabra de [Dios]: Perdonar setenta veces siete. (Cf. Mt 18,22). Acercarse a todos con esta amnistía completa en nuestro corazón, con este perdón universal. Después, hacernos uno con ellos en todo, excepto en el pecado, excepto en el mal. ¿Para qué? Para obtener aquel resultado maravilloso al cual aspiraba Pablo, el apóstol. Él decía: “Hacerse todo a todos —hacerse uno con todos— para ganar a Cristo el mayor número” (Cf. 1 Co 9, 19). Pues bien, si nos hacemos uno con el prójimo, ayudados también por este perdón, podremos comunicar nuestro Ideal a los demás. Y, una vez obtenido esto, establecer la presencia de Jesús entre nosotros y ellos, de Jesús Resucitado, de Jesús que prometió estar siempre con nosotros en su Iglesia y que, en cierto modo, se hace ver y sentir, cuando está en medio de nosotros. Esta tiene que ser nuestra obra principal: vivir de tal manera que Jesús viva entre nosotros; Él, que es el Conquistador del mundo. Si somos uno, en efecto, muchos serán uno y el mundo un día podrá contemplar la unidad. […]
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 15 de octubre de 1981) Extraído de “Amnistía completa. Encender fuegos en todas partes” Cf. Chiara Lubich, La Vida un Viaje, Ciudad Nueva, Madrid 1994. pág. 66.
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