Movimiento de los Focolares

El viaje como método, el territorio como aula

Dic 11, 2017

HabitAndando, el taller que los últimos 3 años ha llevado a Italia docentes y estudiantes de las universidades de arquitectura de Colombia, este año ha traído a Colombia docentes y estudiantes italianos de la Universidad d’Annunzio de Pescara.

Colombia 0LocandinaNo es un viaje turístico el que organiza la Red Internacional “Diálogos en Arquitectura”, junto con la Universidad de La Salle de Bogotá; es una experiencia de vida juntos, que permite conocer directamente los lugares, el mundo de la cultura, de las empresas y de las asociaciones. Se sale de Bogotá, del sur de la ciudad.  Las miradas desorientadas de los italianos dicen que es necesario “cambiar los ojos” para transferirse con el corazón y la mente en esta tierra de fuertes contrastes, con una relación diferente con el ambiente y el territorio. Superamos los más de 3.000 metros de Cordillera Oriental para llegar al centro de Villanueva, un pueblo colonial entre las montañas, donde parece que el tiempo se detuvo. Participamos en un simulacro de evacuación de los habitantes en caso de terremoto. Todos se reúnen en la plaza del pueblo lo que nos permite vivir con todos este momento comunitario. El viaje prosigue por una larga calle en bajada, con muchas curvas, a través de un túnel que nos permite ver en algunas partes el verde intenso de las montañas y la vista de bellísimos panoramas. Sólo en un momento se ve la intervención del hombre que está construyendo un audaz puente de conexión. Colombia24Llegamos a la puerta del Llano, Villavicencio. La temperatura externa es muy alta, al igual que la calidez de la gente que encontramos.  Un majestuoso árbol nos repara de la luz. Proseguimos el camino atravesando “el llano”, una extensión inmensa.  Es una naturaleza virgen, que contrasta con la megalópolis. Etapa sucesiva: Yopal, una ciudad que no habíamos visitado antes, pero que enseguida nos resulta familiar por la acogida que recibimos. Visitamos la Universidad Unitrópico, que ha iniciado un camino interdisciplinario de arquitectura social. Como en todos los países de América Latina, también en Colombia la arquitectura no se puede separar de lo social, nace de las relaciones construidas con las comunidades. En los alrededores de Yopal se encuentra el campus universitario. Una ‘Utopía’ de la Universidad de La Salle. Una experiencia para los jóvenes que provienen de las regiones rurales, víctimas de la violencia por parte de la guerrilla.  Conjuga el estudio y el trabajo de la tierra y permite obtener un diploma en Ciencias Agrarias y la posibilidad de empezar un trabajo. Se trata de una experiencia piloto de paz, que hay que mirar con esperanza. Estamos a la mitad del viaje.  Después de un óptimo desayuno típico, proseguimos hacia las ciudades coloniales de Monguì, y Tunja, que fue la primera capital de Colombia. En las grandiosas plazas coloniales, como la de Villa de Leyva, se encuentran las poblaciones indígenas que nos transmitieron su fuerte identidad, que hoy se integran bien a las arquitecturas coloniales. Regresamos a Bogotá por el Norte.  El impacto es casi más fuerte que el del Sur. Pasamos por la zona más rica con sus casas encerradas en recintos de seguridad. La experiencia continúa con el taller organizado por el Observatorio Urbano de la Universidad de La Salle, en el barrio periférico de Cazucá, donde nos transferimos por una semana. Podemos conocer de cerca a las familias, compartir su comida y dormir en sus casas. El impacto es muy fuerte. Estamos junto a jóvenes universitarios de Alemania, de Bogotá y de Yopal. La pobreza es altísima, pero la solidaridad y las relaciones que existen nos hacen descubrir la identidad del lugar. ¡La experiencia de trabajo es nueva! Se trata de completar la parte externa de algunas casas, realizar huertas y pintar algunas fachadas, poner a punto una biblioteca y diseñar algunos murales que expresen la vida de esa comunidad.   Toda la familia es representada simbólicamente por pájaros, entre ellos está también un hijo que fue asesinado por la delincuencia local, un dolor que hemos compartido.  Uno de los jóvenes del barrio nos dice: «Hemos trabajado juntos y hemos hecho más bello nuestro barrio. Ahora proseguiremos completando las calles».  Sus miradas se imprimen dentro de nosotros; un gran entusiasmo y una nueva esperanza nos invaden. El intercambio cultural ha sido un auténtico enriquecimiento, al hacer arquitectura juntos, poniendo a disposición capacidades y conocimientos. El arquitecto puede contribuir a reconstruir el tejido social creando espacios que destinados a custodiar y hacer crecer la identidad de un lugar con su comunidad.

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