«Cuando sonó el teléfono el domingo a la mañana, del otro lado del cable estaba el hijo de mi marido que gritaba y lloraba: un amigo suyo se encontraba entre las víctimas de la masacre de Orlando. Quedamos paralizados y también nosotros lloramos abiertamente. La tragedia había entrado en nuestra casa». Rachel sintió que la única respuesta posible a este dolor sin sentido era el amor, era reunir a la familia. «Nos unimos al momento de silencio de las 6.00 de la tarde, que hizo que toda la ciudad y el Estado se detuvieran, y luego fuimos a misa porque sólo Dios podía consolar a las familias, a los heridos, a los amigos y a nuestro hijo». El salón de belleza de Eva que queda a pocas cuadras del club y los colaboradores conocían bien a algunas de las personas que lo frecuentaban. «No había visto la Tv y no me había alarmado particularmente por las sirenas nocturnas y por lo tanto, me enteré del atentado sólo en la iglesia cuando anunciaron que un parroquiano nuestro había sido asesinado. Lo conocíamos. Estas personas, eran profesionales, eran nuestras amigas, no sólo gay. Lo que le ocurrió a ellos me podría haber ocurrido a mí o a mis seres queridos. Me pregunté si había dado lo mejor de mí misma para amar a quien estaba a mi lado. Esos disparos habían asesinado a jóvenes, pero yo no podía dejar que el amor muriera».
Son muchos los testimonios que se intercambiaron los miembros de los Focolares en las horas siguientes a la masacre de Orlando, donde en un conocido night club para Lgtb perdieron la vida 49 personas, asesinadas por Omar Matee, un hombre con serios problemas psíquicos, que quiso marcar ese gesto de muerte como una reivindicación religiosa. Las investigaciones hasta el momento demuestran que el Islam no tiene nada que ver con los homicidios perpetrados, dado que el asesino hace tiempo había sido identificado por su carácter belicoso y agresivo. «Las noticias de homicidios brutales como el del domingo parece que se han convertido en algo normal y sentía que estaba siendo contagiado por un sentimiento de insensibilidad – confiesa Martín. ¿Por qué seguir creyendo en la fraternidad y en el amor frente a esta misión imposible de revertir el mal? Cuando estos pensamientos abstractos tomaron el rostro de muchos amigos musulmanes, advertí físicamente la angustia y el dolor que estaban sintiendo al ser tachados nuevamente como terroristas. No podía ignorar las horas transcurridas dialogando con ellos, conociéndolos y en muchas ocasiones ayudándonos recíprocamente. No puedo y no quiero ignorar el bien que existe y que permite que este mundo se convierta en un mejor lugar». El riesgo de que los musulmanes sean nuevamente acusados de favorecer actos de violencia es fuerte, pero la realidad es muy distinta porque justamente ellos fueron los primeros en donar su sangre para muchos heridos y en muchas ciudades la oración del fin de la jornada del Ramadán fue dedicada especialmente a los muertos de Orlando. Las edades de Sandra, Milagros y Joyce, juntas suman menos de 70 años. Se repitieron a sí mismas que el Evangelio es la única arma que no hiere a los demás, sólo al propio orgullo y al propio egoísmo. «Es completamente insensato todo lo que estamos viviendo, pero no dejar que el miedo nos detenga. Debemos demostrar que nuestro amor personal justamente porque comienza por el más pequeño, por la paz en nuestro ambiente de trabajo, por nuestro vecino, puede cambiar mucho, puede llevar perdón y esperanza» «Cuando el domingo a la mañana me enteré de la tragedia, que ocurrió lejos de mi casa, a personas que han hecho elecciones distintas de la mía, pensé que la diversidad no puede dividirnos: son nuestros hermanos y hermanas». Celi comenzó con este testimonio una cadena de oraciones y de comunión. «La única respuesta al odio y al terrorismo es no dejar de vivir con esta fe y sobre todo junto a todos aquellos que realmente no se rinden, y siguen ofreciendo la caricia de Dios, a pesar de sus muchas fragilidades».Poner en práctica el amor
Poner en práctica el amor
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