Movimiento de los Focolares

Emigraciones. Desde Malta, una señal

Nov 13, 2015

En la pequeña isla del Mediterráneo discuten los vértices internacionales, mientras que los malteses se remangan para recibir a los emigrantes.

VallettaSummit

Cumbre de La Valeta sobre migración

Días atrás (11-12 de noviembre) se realizó en Malta la cumbre internacional sobre la emigración, promovida por el Consejo Europeo. Los veintiocho países de la UE se encontraron con 35 países africanos y representantes de la ONU. El objetivo, como se lee en el sitio del Consejo, era el de “enfrentar las causas profundas del tema e ingeniarse para contribuir a la creación de la paz, la estabilidad y el desarrollo económico, mejorar el trabajo de promoción y organización de los canales de emigración legal, fortalecer la protección de los emigrantes y de los que piden asilo, en especial de los grupos vulnerables, detener de forma más eficaz la explotación y el tráfico de emigrantes, colaborar más intensamente para mejorar la cooperación en materia de repatriación y readmisión”. Mientras tanto, son los mismos habitantes de Malta los que se mueven para enfrentar el problema, interviniendo también en la acogida de los refugiados. Una voluntaria del Movimiento de los Focolares, Anna Caruana Colombo, dijo a la Revista New City, que junto con otros compañeros congregó a una treintena de personas con quienes fueron en primer lugar a informarse sobre las condiciones y necesidades de los emigrantes – gracias al servicio para los refugiados de los Jesuitas- y que posteriormente fueron a visitar los centros de recepción “abiertos”, donde encuentran alojamiento aquellos que ya obtuvieron el status de refugiados. 20151113-03En uno de estos centros ofrecieron cursos de inglés, les dieron informaciones útiles sobre Malta, y simplemente pasaron el rato con los emigrantes; mientras que en otro centro, que alojaba también familias, se ocuparon de los niños y buscaron materiales de primera necesidad útiles para los más pequeños. Más tarde, cuando llegaron los permisos necesarios, los voluntarios entraron también en los centros “cerrados”, cuenta Anna: «Los refugiados estaban en habitaciones con literas, había unos doce en cada habitación y no había lugar para todos. Al principio estaban asustados, pero viendo que queríamos solamente ser sus amigos, superaron la desconfianza. De las clases de inglés pasamos también a compartir momentos de alegría, entre música y baile, tanto que los guardias admitieron que no los habían visto nunca tan contentos». También los jóvenes del Movimiento de los Focolares se pusieron a trabajar en este frente. Ellos invitaron a los emigrantes a realizar actividades dirigidas a los muchachos como Run4Unity, a la Mariápolis – un encuentro de varios días de los Focolares, de amigos y simpatizantes. «Nuestro proyecto gradualmente está siendo visible – concluyó Anna- a tal punto que fuimos invitados por los miembros del equipo diocesano a compartir la experiencia con los otros Movimientos eclesiales».  

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