«El que nos invitó a este lugar encantador – la Estiria, el “corazón verde” de Austria, como lo llaman aquí – fue Mons. Wilhelm Krautwaschl, actual obispo de esta diócesis que acaba de cumplir 800 años», escribe el cardenal thailandés Francis Xavier Kriengsak, coordinador de los obispos amigos del Movimiento de los Focolares. «Para nosotros esta convivencia fue la ocasión para vivir juntos como hermanos, compartir alegrías y dolores, regenerar las fuerzas y anclarnos nuevamente en lo esencial». Un poco de historia. El primer encuentro de obispos amigos de los Focolares se desarrolló en 1977, por invitación del teólogo Klaus Hemmerle (1929-1994), que había sido obispo de Aquisgrán (Alemania). En esa ocasión los participantes fueron doce, provenientes de los cinco continentes. En la audiencia general en el Vaticano, Paulo VI, saludándolos, los alentó a ir adelante. Al año siguiente, encontrándose con ellos por última vez, les dijo: «Como cabeza del colegio apostólico os aliento, os estimulo, os exhorto a continuar en esta iniciativa». El mismo aliciente llegó de los papas siguientes, hasta el Papa Francisco, quien les envió un saludo. En 1981 empezaron luego estos encuentros de verano entre obispos, en un pequeño grupo. Chiara Lubich, en 1984, los invitó a «proyectarse decididamente, junto a la Obra de María, hacia la unidad de las Iglesias y el diálogo con las religiones y con todas las personas de buena voluntad», en sintonía con el objetivo de la Iglesia y de la espiritualidad de los Focolares. «Esta invitación – escriben – provocó un salto de calidad de nuestra comunión». Este año los participantes fueron 63, provenientes de 31 países, entre los cuales, por algunos días el obispo luterano Christian Krause, ex Presidente de la Federación Luterana Mundial. El objetivo, el mismo de siempre: «profundizar y vivir la espiritualidad de comunión» y «explorar los modos en que ella puede potenciar el camino de la Iglesia» en las varias circunstancias socio-culturales. El contexto: el hermoso Castillo de Seggau (siglo XII), antigua sede de los obispos de Graz, hoy transformado en centro para congresos inmerso en el verde. El encuentro empezó en un clima de gran alegría y fraternidad, «volviendo a recorrer –escriben– los comienzos de la participación de los obispos en el carisma de la unidad, que los llevó a hacer hincapié en la vida de comunión no sólo durante las vacaciones de verano, sino también, a la distancia, durante todo el año». Muchas fueron las charlas que se compartieron. El padre Fabio Ciardi (OMI), responsable de la Escuela Abbá, expuso algunas meditaciones acerca de la experiencia de luz vivida por Chiara Lubich en 1949. Mons. Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica, ilustró acerca del Sínodo de los obispos sobre el tema de los jóvenes, que tendrá lugar en octubre. Mons. Brendan Leahy (Irlanda), hizo una relación sobre el Encuentro Mundial de las familias, que se llevará a cabo a fines de agosto en Dublín, con la presencia del Santo Padre. María Voce, presidente de los Focolares, anticipó el tema que se profundizará el próximo año, en el ámbito de los miembros de los Focolares: “El Espíritu Santo, alma de la Iglesia y del mundo”. Por lo tanto, junto al copresidente Jesús Morán, contó de su viaje a algunos países asiáticos, hace unos meses, para reunirse con las comunidades del Movimiento, y sobre la reciente gran manifestación de los jóvenes, el Genfest de Manila. También se volvió a escuchar el discurso del Papa a la ciudadela de Loppiano (el 10 de mayo pasado), definido por Morán «una especie de vademecum para el camino de la Obra de María». El Gobernador de la Región acogió a los obispos en el Aula Magna de la antigua universidad de los Jesuitas, ofreciéndoles una recepción. Un evento – dijo – sin precedentes, que se integra en la buena colaboración entre instituciones civiles e iglesia «en espíritu ecuménico y con apertura a todas las religiones».
Poner en práctica el amor
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