Se ha discutido el tema de salvaguardar la Amazonía, uno de los ecosistemas más ricos del planeta y al mismo tiempo una “selva de culturas”. Mirar la Amazonía con los ojos de quienes viven allí, “hacerse uno” con las poblaciones indígenas que la habitan en una relación de intercambio y equilibrio perfecto: la tierra es una madre que da vida y el hombre cuida y protege la riqueza de sus criaturas, siendo ellas mismas una criatura en la Creación. Esta es la mirada con la que los promotores y participantes en la cuarta edición de la Aldea de la Tierra, promovida en Roma por el Movimiento de los Focolares con Earth Day Italia, del 25 al 29 de abril, abordaron el tema de la salvaguardia de la región panamazónica, unos de los ecosistemas más ricos del planeta y al mismo tiempo una “selva de culturas”. Desde el parque de Villa Borghese, ha sido renovado el llamado a la protección de la biodiversidad ambiental y étnico-cultural del “pulmón” del planeta, largamente explotado y saqueado por multinacionales y gobiernos que consideran a esa tierra como una fuente de ingresos. La actividad extractiva de petróleo, gas y minerales preciosos, y la creciente deforestación de las áreas destinadas a la agricultura intensiva o a la construcción de represas e infraestructuras – denuncia Francesca Casella, directora de Survivor International Italia – es un “ataque deliberado” que pone en riesgo la supervivencia del ecosistema y las tribus que lo habitan, desalojadas ilegalmente de sus tierras, privadas de sustento o incluso exterminadas. “Tenemos hambre y sed de justicia por todos aquellos que murieron luchando por nuestra gente y por nuestras vidas, dijo Hamangaì, una estudiante, representante del pueblo aborigen Patax – en el estado brasileño de Bahía – y pidió que “la humanidad se detenga y escuche a los pueblos originarios”, portadores de una sabiduría milenaria. Este grito fue respondido por las cientos de organizaciones, instituciones y realidades – civiles y eclesiales – que participaron en el evento, formando un frente común para la protección de la región amazónica. Una tierra que constituye un inestimable patrimonio ecológico, pero que también se ofrece como modelo para la coexistencia de cientos de diferentes poblaciones con diferentes culturas, grupos étnicos y religiones. Un modelo para ser protegido, por lo tanto, de acuerdo con el espíritu indicado por el Señor a Moisés en la Biblia: “Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es suelo sagrado” (Ex 3, 5). Un pasaje bíblico que el Papa Francisco citó durante su viaje apostólico a la Amazonía, en 2016, y que el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, propuso nuevamente a los participantes en la Aldea, como modelo de relación en el encuentro con los indios y su tierra. Los obispos del mundo se reunirán en octubre para discutir el tema de la Amazonía, en busca de “Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, como dice el título del Sínodo querido por el Papa. La presencia de la Iglesia en la Amazonia, recordó el cardenal, es de hecho significativa, con “7 conferencias episcopales, 106 obispos y miles de sacerdotes y operadores pastorales”. Una atención especial que proviene de la conciencia de que todo está relacionado, como lo subraya el Santo Padre en la Laudato si, donde invita a una “conversión ecológica”, que es asumir la interdependencia de toda Creación, de la naturaleza con el hombre y entre los hombres, y por tanto cambiar los estilos de vida para superar el individualismo y adoptar la solidaridad global como criterio para la acción. En este sentido, se lee también el trabajo de los frailes capuchinos en Tierra Santa, presentes en 72 aldeas junto a los pueblos indígenas, comprometidos en la lucha contra el prejuicio contra los indios, vistos como pueblos atrasados, y que en cambio tienen mucho que enseñar. “Somos esclavos del tiempo, mientras estás con ellos, entiendes lo sagrado que es estar juntos, escucharnos”, dice el padre Paolo Maria Braghini, misionero capuchino durante 20 años en la Amazonía, que dice “San Francisco hoy estaría feliz de vivir en esa parte del mundo”. Un modelo amazónico, que en su biodiversidad puede y debe ser replicado en otros lugares, pero adaptado a cada realidad, como lo demuestra Rafael Padilha, profesor de la Universidad de Vale do Itajaì, en Brasil, quien destaca también la importancia de promover una economía que ponga a la persona en el centro, por ejemplo, a través de proyectos como los inspirados por la Economía de Comunión, nacida del carisma del Movimiento de los Focolares. El desafío, incluso en los llamados países desarrollados – añade el padre Laurent Mazas, Director Ejecutivo de Cortile dei Gentili – es pasar de la multiculturalidad a la interculturalidad, “del duelo al dúo, respetando los tesoros de cada cultura”. Al final de la charla, en el Viale delle Magnolie de Villa Borghese, como testimonio del compromiso común de salvaguardar la selva y los pueblos que la habitan, se plantó una encina utilizando tierra de la Amazonía.
Claudia Di Lorenzi
0 comentarios