De ser un pequeño burgo medieval a uno de los principales “hub” de Gran Bretaña por el comercio transatlántico especialmente con Norteamérica. Glasgow, puerto fluvial sobre el río Clyde, se proyecta hacia el futuro, enriquecida por una vasta tradición cultural. Desde 1451 acoge a la cuarta universidad más antigua de Escocia. En esta prestigiosa sede, que formó a siete premios Nobel y escuchó a Albert Einstein explicar la teoría de la relatividad, el Movimiento de los Focolares y la Sociedad Islámica Ahl Al Bait organizaron, el 27 de febrero pasados, lección pública sobre el diálogo y la unidad entre personas de credos distintos. “Unity in God and Unity of God”, fue el título de la velada, que tuvo como invitados al Dr. Mohammad Ali Shomali, Director del Instituto Internacional para los Estudios Islámicos de Qum (Irán), quien actualmente es el responsable del Centro Islámico de Gran Bretaña y es una personalidad muy conocida en el mundo chiita, y al Prof. Paolo Frizzi, docente de Teología y praxis del diálogo interreligioso del Instituto Universitario Sophia de Loppiano, cerca de Florencia, donde coordina el Centro de Investigación y Formación “Sophia Global Studies”. Al día siguiente, el Dr. Shomali dictó una charla los miembros del Parlamento escocés. La amistad entre el Instituto Universitario Sophia y el académico chiita se mantiene desde hace tiempo, y, el verano pasado, dio vida a un proyecto de investigación y diálogo con el sugestivo título “Wings of Unity”, “alas de unidad”. Ha involucrado a un grupo de expertos, cristianos y musulmanes. Explica el Prof. Frizzi: «Presenté la metodología y el clima de unidad promovidos por nuestro Instituto, donde trabajamos con un enfoque académico de tipo integrado, que complementa la teoría con la aplicación y la experiencia. Por ejemplo, en el curso sobre diálogo interreligioso, somos tres profesores con formación académica y experiencias distintas, pero tratamos de desarrollar un programa común, fruto de la escucha recíproca. Es una especie de viaje de unidad en el cual “co-enseñamos” en las clases en donde también los estudiantes son protagonistas». Wings of Unity, explica el docente de Sophia, concretamente quiere ofrecer un espacio de diálogo en donde, por una parte, se pueda profundizar el significado de la “unidad en Dios y de Dios”, aclarando elementos comunes y diferencias; y por otro lado explorar las formas en las que se puede vivir la unidad concretamente, para sanar heridas y resolver divisiones. «Demasiado a menudo las iniciativas interreligiosas se limitan a pocos y no tienen un impacto concreto. El momento actual es delicado, tenemos que tomar en cuenta la transición hacia un incierto nuevo orden global, donde una mayor interconexión e interdependencia si conjugan con divisiones dolorosas, que fragmentan la unidad de las sociedades. Probablemente la globalización ha fracasado en su intento de construir una comunidad sostenible, así como las instituciones trasnacionales no han logrado garantizar un espacio seguro donde las culturas y las religiones puedan encontrarse, sin correr el riesgo de perder la propia identidad. Pero si bien esto es cierto, por otro lado existen experiencias y casos de compromiso y diálogo que provienen de la base y que por el contrario enriquecen las barriadas y unifican las comunidades. Parten de abajo y ayudan a comprender la unidad de la diversidad». Come dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, el diálogo se realiza en un mundo que no tiene forma de pirámide (donde algunos están por encima de muchos otros) ni de esfera (sin ninguna diferencia), sino que de poliedro, donde se logra la convergencia entre todas las partes, mientras cada una mantiene su individualidad. Sobre el tema de la identidad y la comparación intervino el Dr. Shomali: «Si reflexionamos sobre el desarrollo de las religiones, nos damos cuenta de que desde siempre existe un interrogante: cómo hacer para que las personas se mantengan unidas, convenciéndolas de que, permaneciendo dentro del recinto estamos mejor». Este concepto ha generado distancia, en cuanto no expresa tanto “quiénes somos” sino más bien “quiénes no somos”, según un modelo de identidad basado en el temor y en la exclusión. Si esto funcionó en el pasado, fue porque el mundo estaba muy segmentado, sin muchas posibilidades de encuentro entre personas de credos, etnias o culturas diferentes. Hoy no es así. En este mundo la identidad es más frágil y difusa. Por tal motivo, argumenta el estudioso chiita, «tenemos necesidad de una nueva comprensión basada en aquello que podemos ofrecer y lo que podemos apreciar en los demás. Relacionarse con los demás es esencial. Yo no puedo ser un buen musulmán, o cristiano –o un buen iraní o escocés- si no sé relacionarme con las otras personas y contenerlas dentro de mi identidad». Por lo tanto es necesario cuestionarnos el mismo término identidad: «El cuerpo humano tiene órganos diferentes, cada uno con una función. Sin embargo, ninguno sobrevive si está aislado». Y concluye: «Cuando miro el Corán me doy cuenta de que este es el plan de Dios. En su creación y revelación, Dios nos ha mostrado la vía hacia la unidad».
Poner en práctica el amor
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