Vivimos tiempos cargados de significado, detrás de las puertas que se cerraron como símbolo de un servicio que llegó a su fin, se abrieron de “par en par” puertas en la misma Iglesia. El mismo papado de Francisco, es hoy heredero de los nuevos aires, a los que llamó en causa la decisión de Benedicto XVI.
Estamos ante un hito del Espíritu, esta vez lo marca el hecho de la elección de un Papa latinoamericano por primera vez en la historia… Francisco llega a la cátedra de Pedro, siendo expresión de una Iglesia continental de la cual ha sido constructor comprometido en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). No trae solo el legado de su pueblo de origen, trae el legado de un episcopado Latinoamericano que desarrolla un ejercicio de servicio como lo expresa la vida de los casi 60 años del CELAM, servicio a la comunión y colegialidad. Llega como hijo espiritual de San Ignacio de Loyola, como conocedor y reconocedor de la vida de San Francisco de Asís, en quien se inspira, y toma su nombre. Trae consigo una vida personal y comunitaria latinoamericana, y una trayectoria fundada en las instituciones que lo respaldan.
Dos pistas comunicacionales emergen en estas primeras semanas de su servicio a la Iglesia universal. La primera: austeridad, sobriedad, sencillez, desprovista de apariencia y centrada en la cercanía con los demás. La segunda potente comunicación: se basó en realidades centrales del Vaticano II, evento que marcó época y del cual celebramos los 50 primeros años.
Desde el momento de su primer aparición en público, expresó un camino de reciprocidad entre el pueblo y su pastor: “Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad”.
Ante los 6000 periodistas reunidos en la sala Pablo VI, confirmó su concepción eclesial: somos el Pueblo de Dios en camino… Y Subrayó la decisión del camino del diálogo hecho realidad, al segundo día de su Pontificado, en la reunión con los representantes de las otras iglesias cristianas, y en la misma línea se dirigió a los representantes de las distintas religiones que lo acompañaron en la asunción del ministerio de Pedro. Queda claro en papa Francisco el deseo de una Iglesia pobre como lo manifestó en su encuentro con los comunicadores cuando dijo: “¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”. Sus palabras manifiestan el anhelo del papa de caminar según las huellas de Jesús de Nazaret.
Una propuesta desafiante abre su papado, una comunicación esencial: la de Jesús con los suyos, la de Pedro, una marcha emprendida hacía la Iglesia de los orígenes, cuando afirma: “Ciertamente Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? (…). Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio”.
Un año y medio atrás tuvimos el gusto, con un grupo de amigos de distintos movimientos de Argentina, de compartir una prolongada conversación mano a mano con el entonces cardenal Bergoglio. Nos convocaba la Doctrina Social de la Iglesia, una de sus pasiones. La atención con que siguió cada uno de los comentarios y aportes de la conversación, manifestaba claramente su interés por el tema, por llegar a los barrios más necesitados y poder operar una real transformación en el orden de la acción evangélica capaz de no dejar las cosas como están.
De Susana Nuin (desde Roma)
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