El perdón es un ejercicio constante en nuestra vida diaria y es esa experiencia la que permite que el amor de Dios vuelva a ponernos de pie. Reconocernos perdonados es el punto de partida para intentar ser misericordiosos, abrir la mirada al otro y ser verdaderamente libres. Fila de espera Satisfecho por haber llegado a tiempo a la cita con el médico, de repente en la fila pasa una señora frente a mí como si nada. Dentro de mí la rebelión va en aumento y estoy a punto de hacerme oír, pero… al pensar en ciertas escenas de la guerra en Ucrania, de repente, decido transformar mis derechos en cortesía, en aceptación. ¡Pero qué difícil es dejar de lado la idea de lo que uno considera correcto! Luego, en casa cuento lo que me pasó y también la lucha interior. Nuestra hija mayor, después de un largo silencio, interviene contando la última experiencia: ella también estaba en la fila de la secretaría de la Universidad y, ante un gesto descortés de un estudiante maleducado, lo regañó fuertemente hasta avergonzarlo. “Tal vez me equivoqué” – añade. Terminamos diciendo que, grande o pequeña, la guerra acecha dentro de nosotros pero que es posible vencerla con el perdón. (F.I. – Italia) Una lección para recordar Mi esposa es maestra y un día, mientras ella estaba en la escuela, estando en casa, para sorprenderla, comencé a hacer esos pequeños arreglos y trabajos de limpieza que a veces con la apretada agenda descuidaba. Pensé que ella lo disfrutaría, pero nada más llegar a casa se quejó porque había encontrado la puerta de acceso abierta: “¿No piensas en los ladrones?”. Estaba confundido. No recordaba haberla dejada abierta, pero no quería quejarme, así que, aunque lo sentía, decidí no alimentar la ira. Por la tarde mi esposa me pidió hablar. Quería ser perdonada: “Viendo cuántas cosas hiciste y pensando en cómo te he reprochado una tontería, me sentí humillada por mi ceguera. Con tu silencio me has dado una verdadera lección”. A los pocos días me confió que, después de haber contado lo que había pasado entre nosotros en la escuela, se había creado en la clase un clima de gran respeto como nunca antes. (L.D. – Hungría)
Maria Grazia Berretta
(Tomado de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VIII, n.2, julio-agosto 2022)
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