«A lo largo de todo el Evangelio, Jesús invita a dar –escribía Chiara Lubich en el 2006- dar a los pobres, a quien pide, a quién necesita un préstamo; dar de comer a quien tiene hambre, dar el manto a quien pide la túnica; dar gratuitamente… Él mismo ha sido el primero en dar: la salud a los enfermos, el perdón a los pecadores, la vida a todos nosotros. Al instinto egoísta de acaparar opone la generosidad; a la concentración en las propias necesidades, la atención al otro; a la cultura del tener aquella del dar” . Las nupcias Se casaba una de mis hijas, pero siendo nuestra familia de condiciones muy modestas, era difícil afrontar todos los gastos. Faltaban diez días y yo todavía no tenía un vestido apto para la ceremonia, pero incluso encontrar uno prestado no era fácil por mi talla. Precisamente en esos días llegó a Florencia un conteiner lleno de ropa y accesorios de casa, preparado y enviado por algunas familias italianas para nuestra comunidad. Una amiga se puso a buscar en medio de ese mar de cosas algo para mí. Con grandísima alegría encontró una tela muy bonita y pensó en el modelo de un vestido. El día del matrimonio, a quien me felicitaba por mi elegancia le respondía que la providencia de Dios se había servido de amigos lejanos y cercanos. (M.A. – Paraguay) En diálisis Desde hace tres años me tengo que someter a tres diálisis por semana, en espera de un trasplante. En la clínica donde voy convivo con situaciones difíciles y trato de construir una relación con cada enfermo. Si a alguno le gusta hablar de comida, hablo de comida; si a uno le interesa el deporte, hablamos de deporte. Pero un día estaba especialmente cansada de luchar y abatida. No tenía fuerza para sonreír y ni para saludar. Un enfermero que me conoce bien me dijo: “¿También tú, Araceli?”. La angustia y el desánimo desaparecieron y dejé de pensar en mí misma para pensar en los demás. (Araceli J. – Brasil) Adoptivo Siempre me avergoncé de no saber quiénes eran mis padres biológicos, a pesar de que la familia que me adoptó hizo todo lo posible para llenar mis vacíos. Cuando me enamoré y después me casé con K., mis problemas, que antes parecía que estaban superados, volvieron a flote. Al educar a nuestros hijos, de hecho, éramos lo opuesto. La dejé sin dar explicaciones. Quien ha tenido una familia no puede comprender a quien se siente existencialmente solo. Pero ahora, después de mucho tiempo, el tratar de hacer surgir el amor de un corazón árido me está ayudando a sanar. (T.A.F. – Hungría) El desafío Un día una colega me ofreció una hojita, diciéndome que se trataba de un comentario de una frase del Evangelio que ayudaba a vivirla. Leo: “Amen a sus enemigos”. Lo pensé y al día siguiente me sentí lista para aceptar el desafío. Encontré a mi madre en la cocina a quien hacía dos meses no le hablaba. Me senté a tomar el café con ella. “¿Durmió bien?”, le pregunté. En la tarde mi hermano vino a mi habitación y me pidió prestado un suéter. “¡Abre el armario y elige el que quieras!”, le contesté. Son pequeñas cosas, pero ya me siento distinta. (A.F. – Italia)
Recogido por Chiara Favotti
0 comentarios