Francesco es un deportista tenaz, especialmente con su bicicleta. Recorre, cada día, varios kilómetros por tortuosos y pintorescos caminos de las colinas romanas para mantenerse entrenado. En efecto parece aún un jovencito, sin embargo hace muchos años que decidió donar su vida por amor a Dios en los hermanos con quienes se encuentra cada día. Y también en las situaciones difíciles ya sean las propias o ajenas. Entonces quiere con razón, mantenerse ágil. Hace pocos días, durante uno de sus habituales entrenamientos, su bici chocó contra una piedra y perdió el control del volante, arrojándolo por el aire. El aterrizaje no fue para nada suave… y su cuello fue el primero que chocó con el asfalto, con el resultado de un vértebra cervical (exactamente la C2) dañada. En un momento le cambia el panorama: de una intensa actividad física se encuentra inmovilizado en una cama de hospital con un “jaula” de hierro desde el cuello para arriba, sostenida con tornillos que se apoyan en su cráneo. El singular arnés debería servir para impedir cualquier movimiento y asi esperar que lentamente se suelde la vértebra lesionada. Es desde la cama del hospital que escribe, no sin dificultades, en su celular: «C2, entraste con prepotencia a cambiar mi jornada y no sólo eso. No sabía ni siquiera que existías, y si existías, ¿dónde estabas? Después de ese brusco aterrizaje en el asfalto de la calle, y entre las varias cosas rotas, tú entraste enseguida en la cabeza y en las preocupaciones de todos. Tenías el poder de darme matarme, de dejarme inmóvil en una silla de ruedas. Solo te alcanzó la advertencia rompiéndose “el diente del axis”… trocito de hueso sobre el que se basa todo el movimiento de la cabeza. Esperamos que después de este golpe no cambie la visión del mundo y que tú puedas, también a través de un aparato moderno, volver a ser el perno donde mi cabeza se pueda mover. Gran C2, trato de recuperar mi relación contigo, y que no sea sólo por interés, sino para conocer algo de las maravillas de cómo estamos hechos. ¡Cuánto valor tiene cada pequeña cosa! Que estos momentos me ayuden a descubrir todo el valor que, dentro mío, es fruto de Tu amor» Francisco (Italia)
Poner en práctica el amor
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