Con una de las economías que más rápidamente crece, la India es un país que va hacia un mejoramiento constante de las expectativas de vida, de la tasa de alfabetización y de las condiciones de salud. Pero, entre los 1200 millones de habitantes del país, las condiciones de los que viven en las regiones más pobres aún son muy difíciles. A pesar de su status de potencia económica, los problemas de la falta de nutrición, que lleva a la muerte, persisten. Todas las noches, en la India, 200 millones de personas tratan de dormirse a pesar del hambre. Y cada día mueren de hambre 3.000 niños. A Mumbai, desde donde escribe Sunny, de la comunidad de los Focolares, llegan todos los años miles de personas enfermas de cáncer. «Sus familias, durante el tratamiento, se quedan en las adyacencias, cerca del hospital, sin nada». Son situaciones alarmantes de pobreza, especialmente si las comparamos con los datos del derroche creciente de alimentos perfectamente íntegros, literalmente tirados cuando terminan las fiestas de casamiento, banquetes, eventos, fiestas familiares. El país se encuentra entre los mayores productores mundiales de bienes alimenticios, pero al mismo tiempo es una nación de las que más derrochan tales bienes. Entre las causas, están también las deficiencias en el sistema de transporte y almacenamiento y en la “cadena de frío”. Según estimaciones de 2017 del Ministerio de Agricultura indio, el valor de las pérdidas relacionadas con el derroche de alimentos (no sólo en términos de bienes agrícolas y alimenticios, sino también del uso del agua y la energía) se calcula entre los 8000 y los 15.000 millones de dólares año. Desde 2017 la Ong RotiBank trabaja para recoger la comida descartada o recién hecha por las empresas alimenticias, como hoteles o cafeterías, y llevarla de manera segura a los barrios pobres o personas que viven en la calle. “Roti” es un típico pan indio, de forma circular, hecho de harina integral y agua, cocido sobre piedra. Después de haber recibido de regalo una camioneta, la RotiBank está trabajando para aumentar el número de medios de transporte y personas involucradas. Muchas personas a las que llega son niños o trabajadores que no llegan a un salario mínimo para sobrevivir. La iniciativa, sin fines de lucro, se sirve de una red de voluntarios que, después del normal horario de trabajo, se ocupan de recoger y distribuir alimentos que han sobrado. «Es esencial – se lee en la presentación de la iniciativa – orientar la comida sobrante, perfectamente comestible y destinada a ser descartada, hacia las personas que realmente la necesitan». Explica Sunny: «Hemos decidido empezar con una tarde de sensibilización para sostener esta Ong. Alrededor de 45 personas de la comunidad del Focolar de Mumbai se pusieron a disposición para servir la comida. Fue una ocasión para verificar la manera en que nosotros mismos hacemos nuestras compras, y para entender que todos los días podríamos guardar una parte y así permitir que esas familias puedan comer. Era conmovedor ver cuántas personas estaban esperando para recibir algo de comida. Uno de los participantes dijo: “Estoy feliz por haber venido a hacer esta experiencia. No olvidaré nunca la expresión de esas personas haciendo la cola”». Tal vez tendríamos que verla todos. Chiara Favotti
Poner en práctica el amor
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