El aniversario de los 500 años de la Reforma, después del histórico encuentro en Lund – Suecia – entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia católica, el 31 de octubre pasado, sigue suscitando en el mundo entero un sinnúmero de iniciativas. El pasado 18 de marzo, la Asociación católica para el Ecumenismo Athanasios en Willibrord y el Movimiento de los Focolares, promovieron el encuentro “La unidad en marcha”. La fecha elegida fue la semana del aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich, cuyo compromiso por la unidad de los cristianos es bien conocido. Para esta ocasión llegaron a la ciudadela de los Focolares en Marienkroon, Nieuwkuijk (a unos 100 km de Ámsterdam), 380 personas entre las cuales estaban los líderes de las principales denominaciones cristianas. Un pueblo en marcha, tal como subrayaba también el lugar del evento: una gran carpa blanca, abarrotada hasta el último asiento, con otra sala conectada. Durante unas cinco horas, incluida la pausa del almuerzo, se subsiguieron reflexiones, testimonios, cantos y momentos artísticos. El punto culminante del encuentro fue un momento común de Oración, del mismo estilo del de Lund. La gran afluencia, pero sobre todo la atmosfera fraterna que se creó entre los presentes, incluidos los jefes de las Iglesias, convirtió este día en una etapa histórica, como afirmó el director de la Asociación Católica para el Ecumenismo, Geert van Dartel. Al mismo tiempo fue «una fiesta ecuménica», como expresó uno de los participantes. «La unidad en la diversidad no es algo que podemos “fabricar” nosotros, sino que es un don de Dios», dijo en la apertura el ponente principal del congreso, Hubertus Blaumeiser, experto católico de Lutero y miembro del Centro internacional de estudios de los Focolares, la “Escuela Abba”. Con una mirada a la agenda ecuménica después de Lund, agregó, citando a Chiara Lubich: «La partitura está escrita en el Cielo». A nosotros nos toca saberla leer. En todo caso – siguió –, desde que Jesús en la cruz dio su vida por todos, la unidad ya nos ha sido donada. La parte que nos corresponde es la de darle respuesta. Se explica así el primero de los cinco “imperativos ecuménicos” rubricados en Lund, el cual recomienda partir siempre de la perspectiva de la unidad y no de la separación. Pero ¿cómo hacer de manera que esta unidad se concretice, en medio de situaciones a menudo difíciles, después de siglos de división? Poniéndonos a la secuela del Dios trinitario y de Jesús, todos nosotros estamos llamados a un éxodo – dijo Blaumeiser –, es decir a salir de nosotros y a aprender a «pensar y vivir partiendo del otro», y esto «no sólo a nivel individual, sino también de Comunidad de fe». En definitiva, el ecumenismo es un camino con Jesús: de la muerte a la resurrección. «La unidad nace allá, donde tenemos el valor de no huir ante las dificultades, sino de entrar con Jesús en la herida de la separación, acogiéndonos el uno al otro aun cuando esto puede ser laborioso o doloroso». A este propósito, los “imperativos ecuménicos” afirman que es necesario dejarnos cambiar por el encuentro con el otro y por tanto buscar la unidad visible y testimoniar juntos la fuerza del Evangelio. Quienes respondieron a estas perspectivas fueron el Obispo Van den Hende (Presidente de la Conferencia de los Obispos católicos de Holanda), el Dr. De Reuver (Secretario general de las Iglesias protestantes de los Países Bajos) y Peter Sleebos (quien fue coordinador nacional de las Comunidades Pentecostales). En sus intervenciones, comentando las líneas directrices expuestas, agregaron nuevos inputs y elementos de reflexión, partiendo cada uno de su propia tradición. Al empezar la tarde, algunos testimonios ecuménicos mostraron en la práctica lo que Chiara Lubich definió el “diálogo de la vida”. Luego un foro con los ponentes. «Este sábado – comentó uno de los participantes – fuimos capaces de “tocar” juntos notas muy hermosas de la partitura que está en el Cielo» . «Este encuentro – declaró el pastor René De Reuver a la revista católica – fue muy especial. Experimenté la presencia de Cristo en el entusiasmo, en la comunión y en la pasión por la unión con Él. Esto no quita las diversidades, pero nos lleva a enriquecernos recíprocamente».
Poner en práctica el amor
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