«En el Municipio de Savignano sul Rubicone, le propusimos al alcalde dar un mensaje de fraternidad coloreando un lugar público – cuentan Matteo y Giosuè, jóvenes italianos por un mundo unido . Nos puso a disposición un pasaje subterráneo que conecta la calle principal con la estación de trenes. Realizamos un mural en el cual, al lado del puente que es el símbolo de la ciudad, escribimos “Let’s bridge” y “Ciudadanos del mundo”, en varios idiomas, con la ayuda de chicos extranjeros que están aquí de paso». El resultado fue un trabajo colectivo, un signo visible de paz. El proyecto del mural fue la ocasión para tener un primer contacto con el imam de la mezquita de Ravena, Mustapha Soufi (Presidente del Congreso Islámico Europeo de los Imames). Después de tres meses de trabajo se celebró el estreno del pasaje subterráneo, con la presencia de dos alcaldes y de un europarlamentario, que había pedido participar porque una iniciativa como ésta, tres días después del terrible atentado de Bruselas – estábamos en marzo de 2016 –, además promovida por chicos, le infundía esperanza en un futuro de paz. El pasaje subterráneo se convirtió en un lugar simbólico. Matteo y Giosuè son dos jóvenes Embajadores de Paz. Un reconocimiento otorgado por el Círculo Universal de los Embajadores de Paz, con sede en Ginebra, que tiene como objetivo poner de relieve a todos los que trabajan por la paz, también a jóvenes, adolescentes y niños (en la categoría de los 6 a los 18 años). Desde hace varios años organizan en su región, junto con otros jóvenes, la Feria Primavera, una de las iniciativas de los Chicos por la Unidad quienes, en colaboración con escuelas, asociaciones y administraciones municipales, quieren construir acciones de paz y fraternidad. «En el mes de julio del año pasado – sigue contando Matteo – junto con 50 Chicos por la Unidad participamos en la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa Francisco concluyó su discurso diciendo: “El Señor bendiga vuestros sueños”. Son muchísimos los sueños que quisiéramos realizar, antes que nada el de ser constructores de un mundo de paz y fraternidad». Después del terremoto que afectó el centro de Italia, se sintieron nuevamente cuestionados. Entre muchas ideas, decidieron realizar dos cenas, en Módena y Cesena, para recolectar fondos. «Involucramos a un centenar de chicos, les servimos la mesa a unas 350 personas y recaudamos más de 4 mil euros». En Cesena está también el imam Mustafa, quien les propuso conocer a los jóvenes musulmanes y empezar juntos un camino para la paz en la mezquita de Ravena, una de las cuatro oficiales en Italia. El 22 de enero fueron acogidos de forma muy cálida. Entraron descalzos, las chicas con la cabeza cubierta. Se pusieron en círculo, las chicas por un lado, los chicos por el otro. «Empezó un juego con preguntas y respuestas sobre la Biblia y el Corán. ¡Cuántos elementos comunes! En fin de cuentas no somos tan distintos, y todos deseamos vivir y construir un mundo más unido. A las 12 nos paramos y, tomándonos de las manos, hicimos un minuto de silencio para pedirle a Dios el don de la paz». Después de un almuerzo a base de cous cous, preparado por las madres musulmanas, hubo una visita guiada a la mezquita y un momento de diálogo. «La paz la hacen los jóvenes – dice el Imam – tenemos que unirnos y cambiar la manera de pensar para derrumbar los muros de los prejuicios». Los amigos musulmanes, a su vez, pidieron visitar una iglesia católica. «Nos parece fantástico – concluye Giosuè . Para construir la paz hay que respetarse y no tenerle miedo a las diferencias. ¿Cómo no pensar en esos chicos musulmanes que encontramos en el colegio o nos cruzamos de pronto por la calle? También ellos son nuestros hermanos, constructores de paz junto con nosotros. No son terroristas, como los medios de comunicación quieren hacernos creer».
Poner en práctica el amor
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