El viaje en Asia y Oceanía de Margaret Karram y Jesús Morán, Presidente y Copresidente del Movimiento de los Focolares, continúa por las Islas Fiji después de haber concluido la segunda etapa en tierra japonesa. He aquí algunas novedades sobre su estadía en Japón. ありがとう Arigato Gracias 思いやり Omoiyari Atención hacia los demás 健康 Kenko Salud 平和 Heiwa Paz 美しさ Utsukushisa Belleza 正直 Shojiki” Honestidad Según una encuesta de la televisión nacional nipona NHK, estas son las seis palabras más queridas por los japoneses. Describen bien el alma de este pueblo y el valor que da a la armonía en la vida social y con la naturaleza. Es en esta riquísima cultura de Japón, en la que Margaret Karram y Jesús Morán, Presidente y Copresidente del Movimiento de los Focolares y la delegación del Centro del Movimiento se han sumergido desde el pasado 25 de abril al 2 de mayo 2023, en la segunda etapa del viaje en la zona del Este Asiático. La Iglesia en Japón: regenerar la comunidad Quien les abre las puertas del “País del Sol Naciente” es el arzobispo de Tokio, monseñor Tarcisius Isao Kikuchi, que define a la Iglesia católica local como “pequeña y silenciosa”. Los cristianos son 536.000; el 0.4% de una población de 130 millones donde las religiones budista y sintoísta son mayoritarias, pero es difícil establecer cuál es la principal, ya que muchos japoneses las siguen ambas y existe por lo tanto la tendencia a acomunar diversos elementos de varias religiones. Explicó que el estilo de vida actual está llevando a una disgregación de la familia y esto provoca en las personas soledad y alienación. “Es necesario regenerar la comunidad –dijo– y el focolar puede ser una ayuda para la Iglesia. Los animo a dar a conocer su espiritualidad antes que nada a los obispos (en Japón son 16), para que, a través de ellos, llegue a las comunidades”. Durante la visita a Mons. Leo Boccardi, Nuncio Apostólico en Tokio, el discurso continuó: en Asia los cristianos no son más que el 2%. Entonces, ¿cuál es su rol? También el Nuncio anima a los Focolares a difundir el carisma de la fraternidad. “En Japón hay orden, respeto entre las personas –explica– pero también hay mucha indiferencia. La pandemia ha dejado una herida abierta: tenemos que recuperar las relaciones”. “He visto la Iglesia naciente”, había escrito Igino Giordani (Foco) ya en 1959, captando la sacralidad de la historia cristiana de este país, cuando fue a Tokio invitado por las Hermanas Canosianas. Fue él quien sembró la primera semilla de la espiritualidad de la unidad en esta tierra. Las focolarinas y los focolarinos se instalaron allí solo en 1976 y 1977 y hoy están en tres focolares en Tokio y en Nagasaki; mientras que la comunidad del Movimiento cuenta con cerca de un millar de personas esparcidas en las cinco islas principales del archipiélago japonés. Entre modernidad, tradición y sed de espiritualidad Ocho días, sin embargo, son muy pocos para conocer en profundidad el alma de un pueblo, por lo que cada encuentro e intercambio es muy valioso para Margaret Karram y Jesús Morán, así como la visita a algunos lugares de Tokio como el santuario sintoísta Meiji Jingu o el barrio ultramoderno de Shibuya. Así es como Japón muestra su rostro multiforme: es uno de los países más avanzados del planeta, sin embargo está firmemente vinculado a la tradición. La sociedad es muy homogénea y privilegia el bien común respecto al individuo. El pueblo está dotado de sensibilidad, delicadeza y atención hacia el otro y también de gran capacidad de trabajo y sentido del deber. Los japoneses se guían por el “sentir del corazón” que sabe captar lo que es esencial en los hechos concretos. Y es significativo que los primeros en encontrar a la Presidente y el Copresidente de los Focolares hayan sido precisamente los jóvenes del Movimiento, los Gen. Han encontrado una bella sintonía con ellos, expresándose mutuamente, en un clima de sencillez y familia. La misma profundidad de relaciones y comunión que han experimentado también en los encuentros con las focolarinas y los focolarinos y las voluntarias y los voluntarios. Jesuitas y Focolares juntos, signo de esperanza para el mundo El 29 de abril el ateneo católico de Tokio, Sophia University, acoge el esperado simposio Can we be a sign of hope for the world? (¿Podemos ser un signo de esperanza para el mundo?), en el que Margaret Karram y Jesús Morán están invitados como ponentes. El seminario propone un encuentro excepcional entre dos carismas, el “histórico” de San Ignacio, que llevó el cristianismo a Japón en el siglo XVI, y el carisma de Chiara Lubich. En el centro están los temas del diálogo y de la unidad en un contexto social y religioso sediento de espiritualidad. Los otros oradores son los padres Renzo De Luca, provincial de los jesuitas en Japón, Augustine Sali y Juan Haidar, profesores de la universidad. De las intervenciones emerge todo el potencial de esta sinergia. Margaret abre diciendo que la esperanza es lo que la humanidad más necesita y puede encontrarse poniendo en marcha el diálogo sin desfallecer nunca, incluso con quien es muy diferente a nosotros. Y concluye: “Los pequeños y grandes esfuerzos de diálogo que cada uno de nosotros puede realizar, estableciendo relaciones profundas y cálidas, son la base sólida sobre la que construir un mundo más fraterno”. El padre De Luca explica que el diálogo es parte del ADN de los cristianos japoneses desde el principio. “Durante las persecuciones no respondieron con violencia a la violencia recibida, por eso los Papas los presentaron al mundo como modelo”. El padre Sali reflexiona sobre los desafíos de la Iglesia japonesa frente a la secularización y debe encontrar nuevas modalidades de diálogo para ofrecer la espiritualidad cristiana a la comunidad global. Y el Camino sinodal que la Iglesia católica está realizando –explica Jesús en su intervención– puede ser una respuesta, pero es así tan solo si está animado por la comunión. “Comunión y sinodalidad llevan naturalmente a un nuevo impulso en el diálogo, cada vez más necesario dada la creciente polarización de las sociedades a todos los niveles”. El padre Haidar retoma el tema de la esperanza y asegura que “no tenemos motivos para perderla, porque el bien es más fuerte que el mal y Dios está siempre de la parte del bien”. Algunos de los participantes en el simposio definen este reflexionar juntos, Jesuitas y Focolares, como una “reacción química” que puede producir nueva vida. “He comprendido que para dialogar hace falta coraje, perseverancia y paciencia; sobre todo debo empezar a hacerlo en primera persona”. “Abran el corazón a todos”, la consigna de Margaret Karram a la comunidad de los Focolares “Estamos aquí porque queremos compartir lo que hemos recibido como regalo de Dios” dicen Natzumi y Masaki al comenzar el encuentro de la comunidad de los Focolares en Japón esa misma tarde. Hay alegría y emoción al encontrarse por primera vez en presencia, después de casi tres años y medio debido a la pandemia. Los testimonios hablan de la gran fidelidad a vivir el Evangelio en la vida cotidiana, en un contexto social a menudo hostil, por la indiferencia o la distancia social. Una voluntaria aborda un punto desafiante para todos los cristianos en Japón: la dificultad para la transmisión de la fe, especialmente a las nuevas generaciones. “Si vives la Palabra –le responde Jesús Morán– puedes estar segura de que estás transmitiendo a Jesús. Nosotros quisiéramos obtener resultados, pero a Jesús esto no le interesa porque Él quiere tocar a las personas con su vida. Démosle todo, luego Él recogerá lo que quiere y como quiere”. “¿Tienen un mensaje para la comunidad de los Focolares en Japón?” Es la última pregunta sorpresa para la Presidente y el Copresidente: “El mensaje es el diálogo –responde Margaret Karram–. Los animo a una nueva apertura del corazón hacia todos. Es verdad que aquí los cristianos son una minoría, pero nuestra vocación, como miembros de los Focolares, es ir hacia los demás con valentía y abrir nuevos caminos para construir la fraternidad y un mundo en paz”. “Nuestra especificidad es vivir la unidad –continúa Jesús Morán – por eso cada uno de nosotros está en plena vocación. Somos ‘sacramento del amor de Dios’ para los demás, como dice Chiara Lubich. Que nadie se sienta solo, vayan adelante juntos, porque la fe la vivimos juntos”. Visita a la Rissho Kosei-kai: somos una única familia El 1º de mayo, 42 años después de hacerlo Chiara Lubich, también Margaret Karram y la delegación de los Focolares que la acompaña, entran en la gran sala sagrada del Centro de la Rissho Kosei-kai (RKK). Es difícil describir la alegría y la emoción, visibles en los rostros de todos: es el abrazo entre hermanos y hermanas que desde hace muchos años caminan juntos. Un afecto expresado por el presidente Nichiko Niwano y su hija Kosho. La Rissho Kosei-kai es un Movimiento budista laico, fundado en 1938 por el reverendo Nikkyo Niwano. Cuenta con casi un millón de fieles en Japón, con centros en varios países. Es muy activo en la promoción de la paz y del bienestar a través de acciones humanitarias y de cooperación. Nikkyo Niwano vio a Chiara por primera vez en 1979. “He conocido a una persona extraordinaria con la que puedo vivir en comunión”, dirá de ella. Desde entonces, no se ha interrumpido la relación entre ambos Movimientos. “Hoy estamos aquí como una gran familia –dice Margaret Karram en su discurso de saludo a las numerosas personas presentes y a cuantos siguen la ceremonia a través de la Web–; lo que está mayormente en el corazón de toda la humanidad es el valor supremo de la paz. (…) Juntos podemos ser un signo de esperanza en el mundo; juntos, como una sola familia, nuestros dos Movimientos pueden ser pequeñas luces que brillan en la sociedad, viviendo la compasión y el amor, que son nuestras armas más potentes”. “Hoy es un día que no olvidaremos –continúa diciendo Nichiko Niwano– por el que debemos estar agradecidos porque nuestros Movimientos se encuentran: son hermanos y tienen mucho en común”. “Es el diálogo entre nosotros lo que nos hace serlo prosigue la hija Kosho, futura sucesora a la presidencia de la RKK–; agradezco a mi abuelo Nikkyo Niwano que hizo del diálogo y del encuentro el fundamento de mi vida”. “Hemos vivido una mañana de recogimiento y sacralidad –concluye Margaret Karram– y llevo conmigo lo que he aprendido gracias a ustedes: estar siempre agradecida por lo que recibo como regalo. Renuevo el compromiso de los Focolares de seguir adelante juntos para realizar el sueño de un mundo mejor”.
Stefania Tanesini
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