«Pero si obrando el bien soportan el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios.» A estas personas el apóstol recomienda no ceder a la reacción instintiva que podría surgir en estas situaciones, sino imitar el comportamiento que tuvo Jesús. Les exhorta de hecho a responder con amor, viendo también en esta dificultad e incomprensión una gracia, es decir, una ocasión permitida por Dios para demostrar el verdadero espíritu cristiano. En este modo, sobretodo, podrán llevar a Cristo con el amor, también al otro que no lo comprende. «Pero si obrando el bien soportan el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios.» Algunas personas, partiendo de estas palabras u otras similares, querrían acusar al cristianismo de favorecer una sumisión excesiva, la cual adormecería la consciencia y la hacíamenos activa en la lucha contra la injusticia. Pero no es así. Si Jesús nos pide amar también a quien no nos entiende y nos maltrata, no es que quiera hacernos insensibles a las injusticias, es porque quiere enseñarnos a construir una sociedad verdaderamente justa. Esto se puede hacer difundiendo un espíritu de verdadero amor, al empezar nosotros a ser los primeros en amar. «Pero si obrando el bien soportan el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios.» ¿Cómo vivir, entonces, la Palabra de vida de este mes? Los modos en los cuales hoy nosotros podemos ser incomprendidos y maltratados son muchos. Puede ser desde una falta de tacto o grosería a los juicios maliciosos, a la ingratitud, a los insultos, a las injusticias. Pues bien, en todas estas ocasiones tenemos que dar testimonio del amor que Jesús trajo en la tierra a todos y, por consiguiente, también a los que nos tratan mal. La Palabra de este mes quiere que, incluso en legítima defensa de la justicia y de la verdad, no nos olvidemos nunca que nuestro primer deber como cristianos, el de amar a los demás, es decir, tener hacia el otro aquella actitud nueva, hecha de comprensión, de acogida y de misericordia que Jesús tuvo hacia nosotros. De este modo, aunque tengamos que defender nuestras razones, no romperemos nunca una relación, no caeremos nunca en la tentación del resentimiento o la venganza. Haciendo así, como instrumentos del amor de Jesús, seremos capaces también nosotros de llevar a Dios a nuestro prójimo.
Chiara Lubich
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