Un diálogo entre miembros de dos grupos étnicos en permanente conflicto. El artífice es Johnson Duba, quien vive en Marsabit, en el norte de Kenia. Johnson trató de convencer a los ancianos de la aldea para que dialogaran en aras de devolver la paz a la comunidad. En cambio a los jóvenes los reúne a través del deporte. Un campeonato de fútbol sin ganadores para consolidar la convivencia pacífica. Es uno de los frutos de reconciliación madurados gracias al carisma de la unidad, que también Johnson vive en su aldea desde hace años. Esta experiencia se presentó, junto con otras, el pasado 27 de mayo a los delegados de varias Iglesias de África de Este y de Europa, reunidos para la conferencia regional del International Ecumenical Movement – Kenia (IEM-K). Entre los relatores invitados estaban el Dr. Samuel Kobia, quien fue Secretario General del Consejo Ecuménico de las Iglesias y ex presidente de IEM-K, y María Voce, presidente de los Focolares, quien estuvo de visita en Kenia del 14 de mayo al 1° de junio. «El Movimiento de los Focolares es ecuménico por naturaleza», afirmó Kobia, subrayando sus buenas relaciones tanto con Chiara Lubich, a quien conoció personalmente, como con la familia del Focolar. Además en su intervención animó a los presentes para que perdonen siempre, para no dejarse enjaular por el pasado, y no transmitir el conflicto a las nuevas generaciones. Luego exhortó al Movimiento Ecuménico a apoyar los proyectos de paz, de diálogo y reconciliación que los respectivos gobiernos llevan adelante. También en el corazón de Chiara Lubich ardía un deseo: «Responder a la necesidad más urgente y dramática de la humanidad, la necesidad de paz», recuerda María Voce al empezar su discurso. De tal forma que, continúa, «nos encontramos construyendo lugares y ocasiones de encuentro en el interior de las Iglesias a las que pertenecemos, para que haya cada vez más “comunión”. Luego hemos hecho una experiencia de pueblo unido entre cristianos de varias denominaciones, compartiendo los dones específicos de cada Iglesia, con la esperanza de llegar, algún día, incluso a una unidad doctrinal». El diálogo, por lo tanto, como camino privilegiado a recorrer. Es la experiencia del Movimiento de los Focolares en estos 73 años: «Un diálogo de la vida, que no pone a las personas en oposición, sino que hace que se encuentren, aunque sean de confesiones o credos distintos, y las vuelve capaces de abrirse recíprocamente, de encontrar puntos en común y vivirlos juntos». Recordando que la unidad (el «que todos sean uno» de Jesús) es el horizonte y el fin específico de los Focolares, María Voce confirmó que el diálogo es un estilo de vida, una nueva cultura, que el Movimiento desea ofrecer a las mujeres y a los hombres de hoy. «El Espíritu Santo, vínculo de amor, incrementará en el pueblo cristiano la conciencia de vivir un momento precioso e indispensable – concluye María Voce –, un paso de la oscuridad hacia la luz de la resurrección, hacia una mayor plenitud, en la que la diversidad significa enriquecimiento y es capaz de generar comunión; donde las heridas de los unos serán las de los otros; donde juntos, con humildad y desapego, se tratará de llegar a la sustancia y a los orígenes de la única fe en Jesús, a la escucha de Su Palabra». Willy Niyonsaba
Poner en práctica el amor
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