El recuerdo de Anna y Alberto Friso, con quienes Nedo Pozzi, con creatividad y gran competencia, compartió durante décadas su compromiso de focolarino casado al servicio de la familia. “Dos ideas motrices influyeron en toda mi juventud: la necesidad de una consagración totalitaria a Dios y un amor instintivo y creativo por la belleza, por el arte, con la certeza inquebrantable de que en mi vida tendría que hacer algo realmente importante”. Se trata de un ambicioso proyecto de Nedo Pozzi, que no dudó en confiar también a nosotros, que durante casi cuarenta años hemos compartido el privilegio de formar parte del Centro Internacional de los Focolares. Al principio trabajando juntos en el área de “Familia”, por sus sólidas habilidades como comunicador y por su vasta cultura – núcleo duro de una rara sensibilidad interior – Nedo fue llamado luego a tareas más arduas y complejas: ayudar a realizar en 2000 la red que en el Movimiento conectaría operadores y expertos en comunicación (NetOne) y, posteriormente, con Vera Araujo, coordinar el diálogo de los Focolares con la cultura contemporánea. Autor de artículos y publicaciones para la Editorial Città Nuova, de contribuciones para intervenciones públicas de la fundadora Chiara Lubich, ponente en congresos internacionales, nacido en Mantua (Italia) (6 de julio de 1937) criado a orillas del lago Mayor, Nedo nunca perdió su osadía de soñador. Cuando solo tenía veinte años, conoció a Angela: una historia de amor abrumadora que los haría declarar con franqueza en los muchos cursos para novios que habían inventado el amor. Se casan temprano en la mañana con solo los testigos. No importa la comodidad y la riqueza: su primer almuerzo de bodas son dos tostados y una cerveza en la estación de Milán (Italia). Su aventura juntos toma forma alegremente bajo esos arcos que aún hoy evocan la imagen de una catedral secular. Pero pronto el sueño no se corresponde con la realidad. Y aparecen los indicios de una crisis que a primera vista parece irremediable. Es en ese momento que Nedo conoce el Focolar a través de un matrimonio: es el descubrimiento del amor verdadero, el de la A mayúscula, compuesto de gratuidad, de perdón, de vivir por el otro, de un amor para toda la vida, cuya raíz es Dios. Desde entonces, el ideal de unidad se convirtió en la esencia de su amor. Descubren que la donación a Dios y a los hermanos abre también a los casados la posibilidad de consagrarse a Dios, y en diferentes momentos Nedo y Angela responden a la llamada a ser focolarinos casados. Es el cumplimiento del primero de los dos grandes anhelos de Nedo: ser todo de Dios. En cuanto a la belleza, no quiere preocuparse, también porque no se imagina cómo conciliar esos dos llamados aparentemente tan contrastantes. Su vida es un crescendo de amor en la vida cotidiana en favor de todos. Y es en este sentimiento, en sus palabras, “implicado directa y vitalmente en pagar personalmente en todo momento”, que Nedo logra saciar su sed de belleza, descubriendo, escondida en cada prójimo, famoso o abandonado, la Belleza con la B mayúscula. Todos los que hemos tenido el don de vivir junto a él, de poder penetrar -gracias a sus intuiciones- el misterio de su vida y la nuestra, podemos testificar que en Nedo se dio la reconciliación de las profundas tensiones que dominaron su adolescencia. Con su fallecimiento (12 de agosto de 2021), tras ocho años de una enfermedad que fue reduciendo gradualmente sus habilidades intelectuales e interpersonales, hemos perdido a un gigante de sabiduría y caridad, un hombre de profunda fe y apasionada apertura. Pero nosotros, como ha testimoniado con Angela su hija Paola en nombre de los hermanos Pier Paolo y Daniela, también queremos recordarlo como un esposo y padre muy tierno, como un amigo de confianza, como un intelectual que vivió y trabajó para abrir – estas son todavía sus palabras – “un atisbo de lo Absoluto”.
Anna y Alberto Friso Ex responsables del Movimiento Nuevas Familias
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