Para sanar la crisis del trabajo se requiere una economía nueva, y para ello hay que darles voz y espacio a los jóvenes que, más que los demás, comprenden lo nuevo y saben actuar. Ése será uno de los objetivos del evento “The Economy of Francesco” que se llevará a cabo en Asís en 2020. En mayo de 2019 los desocupados en Europa han disminuido. Según Eurostat el porcentaje ha bajado al 7,5% en los 19 países de la Eurozona y al 6,3% en los 28 de la UE. Pero es un dato en claroscuro, que va de la mano con una tasa alta de desocupación juvenil: a pesar de que hayan mejorado los datos, urgen políticas más eficaces. Hemos hablado de este tema con Luigino Bruni, economista en la Universidad Lumsa de Roma y director científico de la Comisión que organiza el evento “The Economy of Francesco”, querido por el Papa y dedicado a los jóvenes economistas y emprendedores de todo el mundo, que tendrá lugar en Asís, del 26 al 28 de marzo de 2020. ¿Qué le parece que podemos esperar de este evento? Creo que habrá un gran protagonismo del pensamiento y de la praxis de los jóvenes, que dirán su idea acerca del mundo, porque ya lo están cambiando, en varios frentes, como la ecología, la economía, el desarrollo, la pobreza. No será un congreso, sino un proceso que se encamina, si bien a un ritmo lento, que permite pensar y preguntarse por ejemplo –en los lugares en donde vivió San Francisco– qué significa hoy construir una economía nueva o quiénes son los marginados de hoy. Sobre todo será el momento en el que los jóvenes sellarán un pacto solemne con el Papa Francisco, asegurando su compromiso para cambiar la economía. Ése será el corazón del evento. Además, justamente los jóvenes tienen ideas claras al respecto… Los jóvenes hacen cosas interesantes. Son los primeros que reaccionan bien frente a los cambios, porque son los que más entienden lo nuevo. Hay muchas experiencias de valor en el mundo en el plano de las empresas, de los start-ups (arranque de las empresas), hay un pensamiento de los jóvenes sobre la economía, pero los adultos –que tienen el poder y las cátedras en las universidades– no logran escuchar y dar lugar porque razonan con 20 años de atraso; mientras que los jóvenes tienen algo para decir. En Asís hablarán ellos y los adultos estarán a disposición para escuchar y ayudar. ¿Qué es lo que no funciona en las recetas económicas que hasta ahora se han puesto en acción contra la crisis del trabajo? Hay que leer con atención los datos de Eurostat y de la Oficina Estadística de la Unión Europea: el hecho que haya disminuido la desocupación en Europa no quiere decir que haya aumentado la ocupación. En Italia, por ejemplo, hay mucha gente que ya no busca trabajo. Además, se trabaja menos porque muchos contratos prevén un número menor de horas para dar un empleo a más personas. Hoy las máquinas hacen trabajos que hasta hace 10 años los hacían los hombres. Los robots son nuestros aliados, pero tenemos que inventar trabajos nuevos, porque los tradicionales ya no consiguen absorber suficiente trabajo. Estos nuevos instrumentos, además, ejercen una selección natural de los trabajadores, privilegiando a los más competentes, porque cada vez son menos las personas en condiciones de poder competir con las máquinas. Significa que trabajan menos personas y que son las más capacitadas, y eso crea desigualdades. Entonces es necesario que se dé un “pacto social” para que todos puedan acceder a trabajos remunerados, imaginando nuevas formas de trabajo. ¿Se necesita entonces un enfoque nuevo? En pocos años hemos sufrido un cambio de época, a una velocidad extraordinaria, pero las categorías de pensamiento, los sistemas de trabajo, cambian mucho más lentamente y ese contraste produce la crisis. Por lo tanto, tenemos que trabajar más a nivel cultural, científico y de investigación, porque –como dijo el Papa Francisco– hoy el mundo sufre por la falta de un pensamiento que esté adecuado a los tiempos.
Claudia Di Lorenzi
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