Chiara Lubich subraya que si queremos ser fieles al carisma de la unidad debemos abrir completamente las puertas del corazón a Jesús Abandonado. Crecer en la unidad en todos los frentes. Unidad: palabra clave para todos nosotros, palabra síntesis de toda nuestra espiritualidad, conditio sine qua non para mantener la vida que ya existe e incrementarla. […] No se puede concebir la unidad sin dolor, sin morir, porque la unidad es un don, pero es también fruto de nuestra auténtica vida cristiana y no existe verdadera expresión de vida cristiana sin la cruz. Debemos tenerlo presente siempre. […] Tenemos que recordarnos que la vida la hemos entregado solo a uno: a Jesús Abandonado. Por tanto, no podemos ni debemos sustituirlo, ni traicionarlo nunca. Él nos enseña el inmenso valor del sufrimiento para la unidad: y precisamente, es con su cruz, con su abandono como ha unido a los hombres con Dios y entre sí. Él está, pues, allí para decirnos que la unidad cuesta, aunque con Él y actuando como Él, se alcanza. Por tanto, si queremos ser fieles al carisma de la unidad, que nos dio el Espíritu Santo, abramos de par en par, una vez más, las puertas del corazón a Jesús Abandonado y ofrezcámosle el mejor lugar. […] Para subrayar un aspecto concreto de este amor, amémoslo en las dificultades que conlleva precisamente la unidad entre nosotros […]. Esto significa estar siempre dispuestos a vernos nuevos; quiere decir tener paciencia; soportar; saber pasar por alto; significa manifestar confianza; esperar siempre; creer siempre. Sobre todo, no juzgar. Juzgar a los otros, sobre todo a los responsables, es terrible, es la hendidura a través de la cual entra el demonio de la desunión; con ese juicio cualquier bien del alma se disuelve lentamente, la vocación misma puede tambalearse. Por lo tanto cuidemos este amor por los demás, lleno de matices dolorosos: son el aspecto concreto de nuestro estar dispuestos a morir el uno por el otro; son los pequeños o grandes obstáculos que hay que superar con el amor a Jesús Abandonado para que la unidad siempre sea plena.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa 25 de octubre de 1990) Cf. Chiara Lubich, Santificarse juntos, Ciudad Nueva, Madrid, 1994 pp. 60-64.
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