Sería además incoherente y contraproducente, una intervención que no vaya acompañada por una estrategia de reconciliación nacional, de justicia en la transición y de reconstrucción política institucional, de acuerdo con todos los actores involucrados ya sea en el plano interno como en el internacional.
La complejidad de la crisis siria confirma la necesidad de un acuerdo regional para la resolución de las controversias y de las tensiones, antes que se transformen en graves conflictos. Este proceso debe ser alentado y sostenido por todos los medios y en todas las sedes políticas y diplomáticas.
El desarrollo de relaciones pacíficas y constructivas en toda el área del Mediterráneo y Medio Oriente – que favorezcan procesos interdependientes de desarrollo equitativo, pluralista y equilibrado de los pueblos de la región-, exige asumir responsabilidades en las relaciones bilaterales y multilaterales con estos países involucrando a todos los gobiernos, las sociedades y los ciudadanos.
Dirigimos, por lo tanto, un fuerte llamado a los organismos de la comunidad internacional y a todas las partes implicadas para que realicen, – urgentemente y con plena conciencia de las consecuencias de cualquier decisión que se tome- el mayor esfuerzo posible hacia una paz justa y duradera.»
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