Reina un clima de fiesta en Resita, un Municipio rumano de casi 90.000 habitantes ubicado en la frontera con Serbia. Desde ayer por la noche llegan los primeros jóvenes desde Italia – católicos- quienes son recibidos con una ceremonia oficial en la iglesia ortodoxa más antigua de la ciudad y alojados en la casa de las familias de sus coétaneos rumanos. Hoy en cambio llegan los jóvenes ortodoxos del lugar: algunos en ómnibus, otros en auto, incluso caminando. La administración comunal organizó una despedida antes de que toda la comitiva salga para Baile Herculane, pueblo turístico ubicado en el suroeste del país, donde tendrá lugar un “campamento ecuménico”. Las palabras del Vice-Alcalde demuestran su complacencia y felicitaciones por la experiencia de hermandad, que ya tiene casi ocho años, entre la parroquia rumana de la “Assunta” y la de “Borgo s. María”, en Pesaro (Italia). Continuan las intenvenciones, en las que se alternan los jóvenes italianos y los rumanos. La nota dominante es la alegría de redescubrirse hermanos, unidos en la misma fe cristiana. Un vínculo que se vuelve aún más vigoroso por el común objetivo de querer construir un mundo más unido y que quieren profundizar mediante un intercambio verdadero y sincero durante los días de ‘campamento’. Conociéndolos más a fondo, se descubre que entre ellos no hay sólo católicos y ortodoxos, Gabor, por ejemplo, es calvinista, otros son evangélicos. Pero aquí son sólo cristianos, acompañados de la sabia y afectuosa guia de sus párrocos. Venir a Resita no fue una elección casual. Resita queda en la región de Banat, que tiene como particular vocación, desde decenas de años, la tolerancia y la apertura. En este lugar conviven 18 etnias distintas, pertenecientes a diferentes iglesias cristianas. Anna asiste porque cree en la unidad entre los cristianos y quiere dar su propia contribución para que la unidad se concrete lo más pronto posible. Joseph estudia medicina pero cuando termine sus cursos quiere prepararse para el sacerdocio. Emil quiere ser guionista de cine. Matteo no sabe todavía lo que va a estudiar. Sabe sólo que quiere integrar este proyecto de construir la unidad en todos los niveles. Ellos no saben cómo será su futuro pero creen en el ideal que los une. Los esperan días de comunión y de amistad profunda, basada en el mismo amor de cada uno hacia Jesús y por “Su sueño”: que todos sean una sola cosa. En China, la iniciativa se refiere en cambio a la paz y a la fraternidad. Los que abren el camino son siempre ellos, los jóvenes. Tienen la intención de involucrar a personas de todas las edades. Su propuesta es fácil de explicar: el día 11 de cada mes, desde noviembre hasta abril, el que quiere renuncia a una comida, o a una merienda o a algo superfluo que se quiera comprar para dar el correspondiente dinero a los pobres. El importe se puede enviar a través de un “red pocket” vía social network. Para recordárselo, prepararon un portacarnet con el logo de los Jóvenes por un Mundo Unido y seis “thumbs up” (pulgares arriba) para colorear cada vez que alguien adhiere a la iniciativa. Con alegría y sorpresa, en el plazo de pocas horas llegó un gran número de “red pockets” acompañados de mensajes de gratitud y de aliento. Parecía un tam-tam que difundía paz, generosidad y compromiso. Hasta ahora el dinero recaudado es de 844 Euros, como donación. El 11 de noviembre en China se conmemoraba la jornada dedicada a las personas no casadas y al shopping. Alguno renunció a la merienda, o a un almuerzo copioso. Una joven escribió: “No encontré nada para comprar porque todo era muy caro. Más tarde me puse contenta cuando supe de la iniciativa de ustedes que me permite ofrecer esta pequeña colaboración mía para aquéllos que tienen más necesidad”. Gustavo Clariá
Poner en práctica el amor
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