A pesar de los violentos enfrentamientos en Myanmar prosigue la ayuda de la comunidad de los Focolares “Gota a gota” para dar testimonio de la fraternidad universal en medio de la pandemia y la revolución. Referimos noticias del viaje que hicieron los focolarinos de la zona a principios de marzo (las actividades se realizaron siguiendo la normativa Covid prevista en el país). Todavía hoy Myanmar vive una revolución que empezó el pasado 22 de febrero bajo el nombre ‘22222’. Este país, conformado por grupos étnicos diferentes y rico de bellezas naturales y de materias primas, de 1947 al 2010 vivió la guerra civil más larga de la historia de la humanidad. Entre las varias revoluciones intentadas está la del 8 de agosto de 1988 denominada ‘8888’ (con miles de muertos) y la del 2007, la ‘revolución azafrán’ por el gran número de monjes budistas que iniciaron la protesta y que perdieron la vida. En los enfrentamientos de 1988 miles de personas empezaron a emigrar a la frontera con Tailandia, precisamente a la provincia de Tak, a la pequeña ciudad de Mae Sot, después a Mae Hong Song, y también más al sur, hacia Kanchanaburi. Hoy, después de 32 años, todavía hay nueve campos de refugiados con millones de birmanos que trabajan en Tailandia. Los focolarinos presentes en la zona desde 1988 empezaron a ayudar a muchos jóvenes conocidos algunos años antes en Rangoon y en Bassein. “Nuestro contacto con ellos -cuenta Luigi Butori, focolarino que vive en Ho Chi Min en Vietnam y que desde hace años viaja a estas zonas -se remonta a cuando el Padre Justine Lewin, un sacerdote vinculado a los Focolares, llegó a Mae Sot para ayudar a esta gente que vivía no sólo en los campos de refugiados, como el de Mae La que era el más famoso, donde había 50 mil personas, sino también en la pequeña ciudad de Mae Sot, esparcida en los campos, a menudo en las cercanías de las fábricas donde trabajaban, o en los sembradíos de maíz. Eran los primeros años del 2000 cuando empezamos a encaminar pequeños proyectos en el campo de Mae La y poco a poco también en la ciudad de Mae Sot, el objetivo era dar de comer y vestir a la gente”. En el 2011 nació un puente de solidaridad entre Italia y Mae Sot. La comunidad de los Focolares de Latina en Italia central, junto con algunos alumnos de la profesora Maria Grazia Fabietti, empezaron a hacer algo para ayudar a los niños y a las personas que viven en la frontera entre Tailandia y Myanmar. “Para los 50° cumpleaños de uno de estos amigos italianos, Paolo Magli, se recogió dinero para ayudar a estos grupos de la etnia Karen (una población que escapó de Birmania durante los conflictos y que durante años se vieron obligados a vivir como refugiados en la frontera entre Myanmar y Tailandia), en el campo de refugiados de Mae La pero sobre todo fuera -explica Luigi-. Fue el inicio de Gota a Gota. Hoy día a través de este proyecto se ayuda a más de 3300 personas en tres países del sudeste asiático y se colabora también con la asociación Charis de Singapur para ofrecer una ayuda a quien se ve afectado por la pobreza, la soledad, la enfermedad y también por la pandemia. Vietnam, Tailandia y Myanmar representan para nosotros la ‘posibilidad de amar concretamente’, hay personas que han conocido el espíritu de la fraternidad universal y hoy hacen todo lo posible para ayudar al excluido, al marginado, al rechazado, al enfermo y al solo”. Gota a Gota ayuda a todos, a personas de la etnia Karen, Bama, Kachin, Thai Yai, y a los Xtieng y Hmong en Vietnam pero también a musulmanes indigentes que están en contacto con el focolar de Bangkok. A principios de marzo los focolarinos fueron a Mae Sot con una buseta llena de alimentos, tela, juguetes y otras cosas, como presenta el vídeo que podrán ver (las actividades se realizaron siguiendo las normas Covid del país). Los donativos llegaron de parte de musulmanes, budistas, cristianos y de tantas personas en contacto con el focolar. “Cada uno es un hermano y una hermana -prosigue Luigi-. Queremos vivir una de las páginas más bellas escritas por Chiara Lubich, la fundadora de los Focolares hace muchos años: “Señor, dame a todos los solos, siento que mi corazón late por toda la soledad que hay en el mundo entero*’’. El último proyecto que ha nacido es para ayudar a seis mamás abandonadas en Mae Sot con sus quince niños. “Les hemos hecho llegar dos máquinas de coser y 15 Kg de tela de algodón para poder cortar y coser, para fabricar camisas, faldas y pantalones para quienes tienen necesidad -cuenta Luigi-. Es una alegría y una fiesta ver cómo las personas se ayudan entre ellas. La fraternidad universal es una realidad que toma cuerpo, día tras día, y Gota a Gota representa esto precisamente”.
Lorenzo Russo
https://youtu.be/xv5W3hxZInc * Meditación: “Señor dame a todos los solos” de Chiara Lubich – septiembre de 1949
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