La ayuda de las Comunidades de los Focolares en los países latinoamericanos: gestos concretos para poder ser “hermanos todos”, así como pide el Papa Francisco en la última encíclica. En Perú y en los demás países latinoamericanos se asiste a la continua llegada de migrantes, sobre todo venezolanos, pero también cubanos, centroamericanos, haitianos, árabes. Las comunidades de los Focolares todos los días se esfuerzan por ayudarlos. “Nuestra aventura en el Perú empezó pocos días antes de la Navidad de 2017 –cuenta Silvano Roggero, focolarino que vive en Perú–. En esa ocasión, invitamos a almorzar a nuestra casa a algunos venezolanos que habíamos conocido. Al principio eran cinco, después tuvimos que trasladarnos al Centro “Juan Carlos Duque” porque los invitados llegaron a ser unos 120. Recuerdo el encuentro de Geno con Karlin y sus tres hijos pequeños. Acurrucada en la acera, vendía caramelos. Geno tuvo la sensación de oír una voz que le decía: “¡es Jesús!”. Volvió para atrás, le compró algunos caramelos y la invitó a almorzar. Ese domingo llegó con sus tres hijos y trajo también a su hermana con los tres niños”. En Colombia, cerca de Bogotá, Alba, una migrante llegada de Venezuela en 2014, pasó a ser una referente para los “Caminantes” (los que emigran), que pasan todos los días. Un día, antes de que ella hubiera almorzado aún, pasó una mujer embarazada con su compañero, en busca de atención médica. En el dispensario había una enfermera muy atenta y amable que pudo ayudarlos. A pesar del frío, el hambre, la preocupación por haber dejado a sus colegas voluntarios solos y de que sus hijos también estuvieran solos en casa, sin comida, Alba se quedó a esperarlos. Cuando concluyó la consulta, acompañó a los dos jóvenes padres, y ¿qué sucedió? Los Caminantes sabiendo lo que Alba había hecho por ellos, juntaron un poco de dinero para comprar algunas docenas de huevos para ella, sus hijos y los compañeros de trabajo. Era el céntuplo realmente. ¿De quién llegaba ese céntuoplo? Justamente de quienes más necesitados estaban. Concluyendo el año 2018 la comunidad de los Focolares de Ciudad de México se unió a la “bienvenida humanitaria” de las caravanas de migrantes. Una asociación civil que se inspira en el carisma de los Focolares dio su aporte técnico y su colaboración en la coordinación con las autoridades. Se activó un canal para facilitar la llegada de alimentos, ropa, productos para la higiene personal y varias decenas de mantas. Es posible imaginarse la gratitud de los migrantes. Brasil también dio la bienvenida a los migrantes. “La multiplicación de las donaciones nos sorprende –nos cuentan los de la Comunidad local–. Pedimos una estufa, y de golpe recibmos mucho más. Alguien pidió un lavabo y al día siguiente una persona que no conocíamos donó cinco lavabos. Un día un amigo fue a comprar algo para regalarnos. Le explicó al vendedor los motivos de la compra y, como conclusión, para su sorpresa, recibió un descuento y además el envío gratuito. En otra ocasión una persona que no conocíamos nos dijo: “voy a hacer un evento y encargaré comida para ustedes, para que llegue a quien lo necesita”.
Lorenzo Russo
0 comentarios