Marc St. Hilaire. Movimento de los Focolares
“La dimensión institucional y la dimensión carismática, de la cual los Movimientos son una expresión significativa (…), son co-esenciales en la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque juntos colaboran para que, el misterio de Cristo y su obra salvífica en el mundo, sea una realidad presente”. Hace veinte años – en la fiesta de Pentecostés del ’98- hablando a los 250.000 miembros de 50 movimientos y comunidades reunidas en Roma en ocasión del Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, Juan Pablo II aclaraba por primera vez, cuál es el lugar en la Iglesia de las numerosas realidades nacidas de los carismas.
Desde ese momento millares de iniciativas en el mundo han contribuido al camino de comunión entre los movimientos. En el encuentro de Castel Gandolfo – del 5 al 8 de abril- nominado como “Comunión – Una promesa que cumple veinte años” intervinieron miembros del Movimiento de los Focolares de varias procedencias geográficas que colaboran en distintas realidades eclesiales y que presentaron los frutos de este recorrido, dando un nuevo impulso al compromiso por la unidad.
«La palabra co-esencial se refiere a la naturaleza de la Iglesia- subraya
Marc St. Hilaire de los Focolares,
consejero, junto con Margaret Karram, para la comunión en la Iglesia católica.-
Esto significa que no puede existir Iglesia sin la institución, y no puede haber Iglesia si no existen los carismas” Salvatore Martinez, Aurelio Molè, P. Marmann, Pbro. Angelo Romano
El 7 de abril, por la tarde, el Congreso de abrió a representates de otras realidades carismáticas, dedicaron un momento de reflexión a ese momento inicial..
“Es el Espíritu quien nos lo pide”, afirmó Salvatore Martinez, presidente de la Renovación Carismática italiana
, según su parecer “
la comunión es un gran desafío dentro de las realidades carismáticas, dentro de la Iglesia” y la amistad espiritual
“nace en el Espíritu y es un don maravilloso”. “Chiara Lubich (fundadora de los Focolares) dio algunas indicaciones para cultivar la comunión – dijo
Margaret Karram– En primer lugar construir relaciones personales, no con los movimientos en sí mismos sino con las personas que los integran. Además rezar unos por los otros, ofrecer nuestras casas para encuentros y actividades, colaborar en varias iniciativas a nivel social y eclesial y brindar un espacio en los propios medios de difusión”. Para desarrollar un diálogo fructífero – explica el
P. Michael J. Marmann, quien fuera el presidente general del Movimiento de Schoesnstatt- “
No sirve la técnica. Este diálogo debe estar inspirado desde adentro, o sea desde el amor”, teniendo consciencia de que la diversidad es una riqueza y la comunión y la corresponsabilidad es una opción irrenunciable.
A partir de ello han nacido las iniciativas florecidas en el mundo. A partir de un pequeño grupo, la experiencia de
Juntos por México llegó, en el 2015, a involucrar a 5 mil personas de 60 movimientos que deseaban hacer algo por su país.
“Ahora están preparando el evento del 2019 con 80 movimientos- cuenta Margaret Karram-
mientras que en otros países se comparten actividades ecológicas o para el desarme, en Medio Oriente se reza por la paz, en Italia se realizaron conciertos para recoger fondos para los países pobres o para los que se encuentran en guerra” Según
el Padre Ángelo Romano, Rector de la Basílica de San Bartolomé de Roma y de la oficina de relaciones internacionales de la
Comunidad de San Egidio, “
existen algunos sectores en los cuales el camino común debe crecer: como cristianos no podemos no preguntarnos sobre el fenómeno de las emigraciones, debemos asumir iniciativas comunes. Otro tema que hay profundizar es el de los conflictos, generadores de pobreza y sufrimiento y de un mensaje contrario al Evangelio que pretende sostener que si alguien es distinto no se puede vivir juntos, mientras que nosostros creemos que el Evangelio es fermento de unidad y paz y que los cristianos estamos llamados a presentar perspectivas nuevas”. Además, la obra de los movimientos es una encarnación del Evangelio: “Nosotros somos la respuesta – afirma Martinez-
a esa dicotomía que muchos quisieran poner entre doctrina y misericordia, porque la teología del espíritu se hace con la vida”. Y la propuesta de una Iglesia pobre y misionera no está en antítesis con la doctrina sino que forma parte de ella:
“Es ese diálogo con el mundo y la modernidad que el Vaticano II había profetizado – dice Martinez-
que Pablo VI en primera persona trató de encarnar, y después todos los pontífices que han acompañado nuestra historia. Es esta síntesis original la que el Papa nos pide que testimoniemos: una doctrina que se encarna en la historia”. En esta perspectiva, a veinte años de su investidura en el ’98,
los movimientos eclesiales se presentan cada vez más como “la respuesta providencial a las necesidades de nuestra época”. Una respuesta que implica un trabajo constante por la unidad, para llevar el rostro de Cristo a las periferias de lo humano.
0 comentarios