María Cecilia Perrín era una alegre chica argentina. Nació en Punta Alta (Buenos Aires) en 1957. Después de dos años de noviazgo, vividos intensamente con el deseo de poner bases cristianas sólidas en la familia que comenzaba, se casó con Luis en 1983. Dos años más tarde, mientras estaba embarazada, se le diagnosticó un cáncer. Con el apoyo del marido y de la familia eligió no seguir el consejo de un “aborto terapéutico”. Murió a la edad de 28 años, después del nacimiento de la hijita. Por su expreso pedido, sus restos descansan en la Mariápolis Lia (O’Higgins, Buenos Aires), lugar de alegría y esperanza. Su fama de santidad, el heroísmo en la aceptación de la enfermedad, el ejemplo de vida cristiana y las numerosas gracias recibidas por su intercesión, dieron comienzo, el 30 de noviembre de 2005, a la causa de su beatificación. María Orsola Bussone, nació en 1954 en Vallo Torinese, en el norte de Italia. Era una chica abierta, generosa, deportista. A la edad de 11 años participó con la familia en un encuentro del Movimiento parroquial en Rocca di Papa. Escribió a Chiara Lubich: «Quiero amar siempre, ser la primera en amar, sin esperar nada de nadie, quiero dejarme trabajar por Dios como Él quiere y quiero poner todo de mí misma, para que esto sea lo único que valga en la vida». El 10 de julio de 1970, a los 15 años participó como animadora de un campamento de verano organizado por la parroquia. Fue en esa circunstancia que murió fulminada por un rayo, cuando se estaba secando el pelo con el secador. Su fama de santidad se difundió. Mucha gente va a su tumba para invocar su intercesión. A través de su diario personal y sus cartas se conoce su profunda espiritualidad. A ella está dedicado el Centro parroquial en cuya construcción ella había colaborado. El 17 de diciembre de 2000 concluyó la fase diocesana de la causa de su beatificación. El 18 de marzo de 2015, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto por el cual fue declarada Venerable. Margarita Bavosi, nació en 1841. Era la tercera hija de una familia acomodada de Buenos Aires (Argentina). Su vida fue feliz hasta los diez años, cuando de forma imprevista murió su mamá. El agudo dolor la impulsó a pedirle a la Virgen María que tomara su lugar. El encuentro con el Carisma de la Unidad y la respuesta a su deseo de santidad, la llevó a donarse a Dios en el focolar. Para todos ella es “Luminosa”. Vivió algunos años en Brasil, Argentina y Uruguay. Fue corresponsable del Movimiento de los Focolares en España. A los 40 años advirtió una inexplicable debilidad física, pero sólo después de tres años se llegó un diagnóstico preciso. Por la enfermedad no podía moverse, pero continuaba construyendo relaciones, tomando como propio el lema de S. Luis de Gonzaga “sigo jugando”. La noche del 6 de marzo de 1985, entre el asombro de los presentes, dijo: «Aquí estoy Jesús. He siempre tratado, en cada momento, de hacer todo delante de Ti». El 22 de noviembre de 2008 se cerró la fase diocesana de su proceso de canonización. A ella le fueron dedicados el Centro del Movimiento de los Focolares de Madrid y la Ciudadela internacional que está cerca de Nueva York. Renata Borlone nació el 30 de mayo de 1930 en Aurelia (Civitavecchia, cerca de Roma). Creció en una familia que no era practicante pero sí unida, y a los 10 años vio el estallido de la Segunda guerra mundial. Sedienta de verdad, la buscaba en el estudio. Se inscribió en la Facultad de Química. Era una apasionada de la Ciencia. A los 19 años se vinculó con la vida evangélica de algunas de las primeras focolarinas, que recién se habían instalado en Roma, y a través de ellas sintió con evidencia que ¡Dios es Amor! A los 20 años comenzó a vivir en el focolar y durante 40 años estuvo al servicio de la Obra de María, con funciones de responsabilidad en Italia y en el extranjero. Desde 1967 y durante 23 años estuvo en la Escuela de formación de Loppiano, en constante tensión a la santidad. A los 59 años le anunciaron una grave enfermedad, y los pocos meses que le quedaban de vida los vivió completamente abandonada en Dios. Aún en el sufrimiento transmitía alegría y sentimiento de lo sagrado y repetía hasta el último instante: “Quiero testimoniar que la muerte es vida”. El 27 de febrero de 2011 se cerró la fase diocesana de su proceso de beatificación. Chiara Favotti Ver también: Alfredo Zirondoli, “Luminosa siguió jugando. Perfil de Margarita Bavosi”, Cittá Nuova, Roma. Giulio Marchesi, Alfredo Zirondoli, “Un silencio que se transforma en vida. La jornada de Renata Borlone”, Città Nuova, Roma.
Poner en práctica el amor
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