Estuvieron juntos durante cuatro días, 540 personas de más de 50 naciones distintas. Entre ellos más de la mitad eran jóvenes y familias. Entre éstos: dos refugiados que llegaron de Burundi y un grupo de Siria, 169 personas procedentes de las islas del Pacífico (Nueva Caledonia, las islas de Wallis y Futuna, Fiji y Kiribati). El programa era bilingüe. Estos son algunos datos de la reciente Mariápolis realizada desde el 13 al 17 de enero pasados, en Phillip Island (a 150 km de Melbourne, Australia). “Construir juntos la unidad”, fue el título elegido para la edición 2016. «El punto central de la espiritualidad de la unidad– escriben los organizadores- fue profundizado a través de un tema escrito para la ocasión que todos escucharon con gran silencio. Fue muy bien acogido por los participantes, algunos de los cuales provenían de culturas muy distintas, quienes lo pusieron en práctica en los varios aspectos cotidianos de la Mariápolis: desde la comunión de bienes hasta la preparación de la mesa, en la liturgia y en los cantos, en los momentos de ocio y de juego, así como también durante el intercambio de experiencias. En especial los talleres que se realizaron en tres momentos distintos, tuvieron mucha participación y ofrecieron la posibilidad de intercambiar ideas y relatar los propios testimonios de vida». Todos decían que las personas que provenían de las islas del Pacífico dieron un gran aporte ya cuando relataban los grandes esfuerzos – sobre todo económicos- que debieron realizar para poder asistir. «Como el representante de Kiribati, que pidió una licencia en su trabajo de marinero para lograr asistir a la Mariápolis. Y como ésta muchos lindos testimonios de vida evangélica de cómo superaron juntos las dificultades económicas para recoger la suma necesaria para pagar el boleto aéreo y los gastos de alojamiento. Vivieron la comunión de bienes entre ellos – como se cuenta que hacían los primeros cristianos, y sintieron el amor personal de Dios hacia ellos a través de la providencia que llegaba de muchos modos. Cuando llegaron, decían que habían encontrado la familia de los Focolares, que no es distinta de la familia que dejaron en sus ciudades» Cada noche se concluía en un ambiente de fiesta y de gratitud por la riqueza de las culturas de cada pueblo representado en la Mariápolis: una verdadera maqueta del mundo unido. «La unidad entre los pueblos no es una utopía». Es lo que todos constataban. Las personas que llegaron de las diversas islas, se quedaron una semana más en el Centro Mariápolis de Melbourne, para tener momentos de formación en especial sobre temas referidos a la familia. «Cada día es una verdadera carrera de amor recíproco y cada actividad se hace con compromiso y alegría; se sigue construyendo una parte de mundo unido- concluyeron-. En Australia existe un dicho: “A partir de las pequeñas cosas nacen las grandes”. Estamos seguros que, con Jesús en Medio nuestro, fruto de vivir el amor recíproco, nacerán cosas grandes». Ver la Mariápolis de Oceanía en Facebook: Phillip Island Mariapolis 2016
Poner en práctica el amor
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