Movimiento de los Focolares

Oreste Basso. Focolarino, con humor

Abr 15, 2013

Tuvo lugar en Rocca di Papa, con la participación de cientos de personas y en directo por Internet, el funeral de Oreste Basso, focolarino sacerdote. Son muchísimos los testimonios, los mensajes y los agradecimientos llegados de todo el mundo. También de la Secretaría de Estado del Vaticano.

«El Santo Padre desea expresar a todo el Movimiento de los Focolares su más sentido pésame» – con estas palabras inicia el homenaje a Oreste Basso, en la celebración de su funeral, el 15 de abril de 2013. Se trata del mensaje firmado por el Secretario de Estado, el Card. Bertone, leído por María Voce, en donde recuerda además «el generoso servicio eclesial de tan ferviente sacerdote, que supo prodigarse en el anuncio gozoso del Evangelio y en el solícito testimonio de la caridad».

El Card. Bertone – quien pudo conocer personalmente a Oreste Basso durante el período en el que se estudiaban algunos artículos de los Estatutos del Movimiento de los Focolares –Obra de María- quiso señalar su participación personal en este momento agregando al mensaje oficial una carta suya a la Presidente de los Focolares: «Me impresionó la escucha sincera de los consejos y la total disponibilidad a la colaboración. Con él experimenté una gran fraternidad, y a lo largo del tiempo, aun sin encontrarnos permaneció en mí su amistad. Pude percibir la delicadeza de su alma de sacerdote hermano, en el Movimiento, sin autoritarismo, ha sido para mí un ejemplo».

«Pude apreciar la claridad de su ideas y la radicalidad como testigo del Evangelio» escribe el Card. Rylko presidente del Consejo Pontifico para los Laicos, quien lo define como «fiel e incansable colaborador de Chiara Lubich»; «más allá de la fineza del trato – prosigue – dejaba entrever su ser sacerdote según el corazón de Jesús y testimoniaba en qué medida del Carisma del Movimiento puede hacer florecer la gracia del sacramento del Orden».

Marco Tecilla, el primer focolarino y su compañero de viaje durante largos años, le presta su voz a la historia de Oreste, que llega hasta los últimos instantes de su vida.  “Es una breve presentación – aclara- porque su vida es muy amplia”.

Oreste Basso, un focolarino, entre los más cercanos colaboradores de Chiara Lubich desde los años ’50, expiró serenamente a los 91 años la noche entre el sábado y el domingo 14 de abril, se le puede definir como un “gigante” de los Focolares. Durante su larga vida tuvo funciones de gran responsabilidad dentro del Movimiento, convirtiéndose en un testigo elocuente del carisma de la unidad. Habiendo sido ordenado sacerdote en 1981, consideraba el ministerio como un servicio y un llamado a un amor más grande. Fue elegido co-presidente del Movimiento en 1996, y ejerció, entre otras cosas, un papel fundamental en el momento de la muerte de la fundadora (el 14 de marzo de 2008) y durante la Asamblea sucesiva donde se eligió a quien fuera la sucesora de Chara Lubich en la Presidencia, un hecho totalmente inédito para los Focolares.

Nacido en Florencia el 1° de enero de 1922, conoció a los Focolares en 1949 en Milán, al escuchar hablar a Ginetta Calliari en el comedor universitario, donde se reunía con algunos amigos, quienes seguidamente se volvieron todos focolarinos: Piero Pasolini, Danilo Zanzucchi, Guglielmo Boselli, Giorgio Battisti. En Milán trabajaba como ingeniero e inspector de motores de las locomotoras de una gran industria. En los años difíciles de la postguerra la espiritualidad y la vida del Movimiento basadas en el Evangelio fueron el descubrimiento de una fuerza que, junto con otras, daría la paz al mundo, el progreso, la esperanza. En 1951, junto con otros amigos,  constituye el primer focolar masculino de la capital de Lombardía. A finales de los años 50’ Chiara Lubich lo llama al Centro del Movimiento, en los Castillos Romanos, donde desarrolla sus funciones en espíritu de servicio, haciendo experimentar a quien lo encuentra un profundo sentido de familia.

Del mundo entero están llegando al Centro de los Focolarinos mensajes de participación y de profunda gratitud por el incansable trabajo desarrollado por Oreste Basso al servicio de la Iglesia, en el Movimiento, y por su vida límpidamente evangélica. Entre ellos hay quien habla de “santidad con sentido del humor”, recordando este dote suyo tan especial.

Las últimas palabras de Oreste revelan su profunda relación con María, que caracterizó su vida: «Bello, maravilloso, estupendo, el Paraíso. Está la Virgen… debemos rezar, tenemos que ayudar sobre todo a los pobres y a los más débiles, porque son los que tienen más necesidad de misericordia».

«A Chiara – concluye Marco Tecilla – le pedíamos siempre una frase del Evangelio, para que acompañara nuestra vida, y Chiara le propuso a Oreste: “Sean mis imitadores, como yo lo soy de Cristo” (1 Cor 11, 1). Ahora que su vida se ha cumplido, nos parece que Oreste nos deja esta palabra a cada uno de nosotros».

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