Jesús pronunció estas palabras con ocasión de la muerte de Lázaro de Betania, a quien Él resucitó después de cuatro días.
Lázaro tenía dos hermanas: Marta y María.
Marta, apenas supo que llegaba Jesús, corrió a su encuentro y le dijo: "¡Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto!". Jesús le respondió: "Tu hermano resucitará". Marta replicó: "Sé que resucitará en el último día". Y Jesús le respondió: " Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás".
"Yo soy la resurrección y la vida"
Jesús quiere hacernos comprender quién es Él para el hombre. Jesús posee el bien más precioso que se pueda desear: la Vida, esa vida que no muere.
Si has leido el Evangelio de San Juan, habrás encontrado que Jesús ha dicho también: “Como el Padre tiene la Vida en sí mismo, así ha concedido al Hijo tener la Vida en sí mismo” .
Y puesto que Jesús tiene la Vida, la puede comunicar.
"Yo soy la resurrección y la vida"
También Marta cree en la resurrección final: "Sé que resucitará en el último día".
Pero Jesús, con su maravillosa afirmación: "Yo soy la resurrección y la vida", le hace comprender que no debe esperar al futuro para la resurrección de los muertos. Ahora ya, en el presente, Él es para todos los creyentes, esa Vida divina, inefable, eterna, que no morirá jamás.
Si Jesús está en ellos, si está en ti, no morirás. Esta Vida en el creyente es de la misma naturaleza de Jesús resucitado y por lo tanto, bien diferente de la condición humana en la que se encuentra.
Y esta extraordinaria Vida, que ya existe también en ti, se manifestará plenamente en el último día, cuando participes, con todo tu ser, a la resurrección futura.
"Yo soy la resurrección y la vida"
Ciertamente, Jesús con estas palabras no niega que exista la muerte física. Pero esa no implicará la pérdida de la Vida verdadera. La muerte seguirá siendo para ti, como para todos, una experiencia única, fortísima y quizá temida. Pero no significará el sinsentido de una existencia, no será más el absurdo, el fracaso de la vida, tu final. La muerte, para ti, no será realmente una muerte.
"Yo soy la resurrección y la vida"
¿Y cuándo ha nacido en ti esta Vida que no muere?
En el Bautismo. Allí, a pesar de tu condición de persona que ha de morir, has recibido de Cristo la Vida immortal. En el Bautismo, de hecho, has recibido al Espíritu Santo que es Aquél que ha resucitado a Jesús.
La condición para recibir este sacramento es tu fe, que la has declarado a través de tus padrinos. De hecho, Jesús, en el episodio de la resurrección de Lázaro, hablando a Marta, precisa: "Quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá" (…) ¿"Tú crees esto?" .
"Cree", éste es un hecho muy serio, muy importante: no implica sólo aceptar las verdades anunciadas por Jesús, sino adherir a ellas con todo el ser.
Para tener esta vida debes, por tanto, dar tu sí a Cristo. Ello significa adhesión a sus palabras, a sus mandamientos: vivirlos. Jesús lo afirma: "Si uno observa mi palabra, no verá nunca la muerte" . Y las enseñanzas de Jesús están resumidas en el amor.
¡No puedes, entonces, dejar de ser feliz: en ti está la Vida!
"Yo soy la resurrección y la vida"
En este periodo en el que nos preparamos a la celebración de la Pascua, ayudémosnos a hacer este viraje, que hay que renovar siempre, hacia la muerte de nuestro yo para que Cristo, el Resucitado, viva desde ahora en nosotros.
Chiara Lubich
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